Pocos cineastas en activo logran construir relatos donde la épica del paisaje y la pequeñez de los destinos individuales se funden con tanta naturalidad como el director pekinés Guan Hu lo hace en Black Dog/Gou Zhen (2024). Lo que a simple vista podría parecer otra fábula de redención entre un hombre y su perro, se revela en cambio como una devastadora crónica sobre la obsolescencia de los cuerpos y las memorias en la maquinaria impersonal del progreso.
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Rodrigo Aviña Estévez Se podría discutir el valor intrínseco de lo que hace que una serie de televisión o streaming pueda tener para considerarla por sí sola una pieza cinematográfica. Esta discusión refiere a cómo la representación permite extenderse por más tiempo y segregar la pieza en capítulos; no sólo eso, pues un hecho que…