“La corrupción y la extorsión no son delitos menores. Son crímenes que desangran nuestras instituciones, afectan la convivencia y la justicia, y perpetúan la desigualdad y la desconfianza. No solo roban recursos, también roban esperanza. Lo más grave es que cuando los servidores públicos caen en estos vicios, traicionan la misión que les fue encomendada: trabajar para el pueblo, no para su propio beneficio”, sentenció.