La vida en like
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La vida en like

Ulises Tapia Pichardo

El telespectador se percibe desde el punto de vista del marketing como el público meta, el comprador, el individuo al que se debe de persuadir para que compre, que el inbound marketing de resultado positivo es la meta.

El medio de comunicación siempre se ha usado en términos comerciales, como en su momento el periódico, la radio, la televisión, ahora el internet y por consecuencia las redes sociales. La información del individuo es cada vez más valiosa puesto que sirve para crear perfiles de los usuarios, con los datos recabados se pueden crear relaciones sólidas y duraderas. Los gustos, así como hábitos de consumo, permiten al mercadólogo y al publicista determinar la táctica para crear la estrategia adecuada.

El ideal, es que el individuo o usuario desee el producto o servicio y se mantenga fiel a la marca. Pero que significa esta perspectiva en tiempos donde la postverdad y el SARS COV-2 sumergen a la población a la necesidad insondable de navegar, comparar, adquirir bienes y servicios, ordenar comida, ropa, consumir entretenimiento, música, video, libros, audiolibros, promover ventas realizar fraudes, consultar el banco, ofrecer sexo o solicitarlo.

Además, escuchar al locutor favorito, ver al candidato, la candidata, los tranzas, al idiota en video, al sugar daddy con la chavita, la rola más nueva, los memes, los momazos, accidentes, las modelos y nuevas vedettes, e incluso las y los tik tokers, YouTubers, Instagramers, gamers, stalkers y demás tribus, celebridades, trendings que les hace la vida menos monótona y tediosa.

Sí, la gente compra por aburrimiento, busca experiencias, sabores, gatgets, elementos de aplicación práctica y novedosa con funcionalidades limitadas y específicas, por ende caros y que se deprecian a una velocidad vertiginosa. La tecnología, foco de inversión y piratería, se vuelca en una oferta sin igual en las épocas modernas. El mercado de patentes es tema del pasado puesto que el comercio se desarrolla en dos vertientes la formal y claro el mercado negro.

China la fábrica del mundo, acrecienta su clase media al mismo tiempo que contamina como ningún otro país del mundo, sólo con excepción de Bangladesh y su deshuesadero de barcos en Chitagong; donde por cierto los trabajadores reciben no más de 25 centavos de dólar por hora trabajada y las condiciones de seguridad y salubridad son tan precarias que, están más allá de la ignominia como lo señala Charles Kernaghan en sus reportajes para la International Labor Organization. 

También debemos mencionar el vertedero tecnológico Agbogbloshie cerca de Accra, capital de Ghana en el continente africano, que recibe basura tecnológica de Europa a un ritmo de 22 contenedores diarios. La recuperación de materiales valiosos se vuelve la principal actividad de los trabajadores en los vertederos tecnológicos, de salubridad ni hablar.

La espiral del consumismo, deshumaniza al individuo, que transita por la vida en un estado “depeche mode” que le provoca angustia severa por no tener el último gadget, jeans o los alimentos de moda. El individuo que no solo consume desmesuradamente, también ha sido perturbado en su psique y por ende, su equilibrio depende de las reacc iones que provocan su Instagram y Twitter, busca la dosis diaria de endorfinas que le proporcionan los  likes, que cada vez cuestan más trabajo el ganarlos ¡ha sido gamificado!

La vida en like, se ha vuelto un ideal de vida, las visitas, los suscriptores, el volverse una personalidad de internet que marque tendencia. Un ideal de vida kardashiano: lujo, suntuosidad, exclusividad y abundancia desproporcionada, que a través de la pantalla, la personalidad deja entrever vida, pasiones, diversiones y tristezas. Cotidianidad distópica para el groso de la población por los ingresos per cápita que recibe su audiencia. Pero esto sólo puede ser obtenido por ellos, los seguidores y suscriptores que se acumulan por millones.

¡La obligación no es fácil! las personalidades de internet deben darle a su público contenido y aquí entran los fotógrafos, escritores, artistas visuales, productores, camarógrafos, social media managers, creativos, abogados, administradores, contadores, representantes, secretarias y asistentes, se dan cita en el universo de la red de redes.

Aquí es donde está la chamba, en la creación de una marca personal que acarree seguidores de todos lados y tipos, que visiten de modo recurrente las publicaciones y piezas multimedia que son patrocinadas por un esquema de campañas Payper click, y de paso son empujadas a la pantalla de los individuos a través de algoritmos que los conocen más que ellos mismos.

Es difícil pensar que una simple pantalla de smartphone, brinde semejante poder sobre la población a corporaciones multinacionales, de manera recurrente y siendo una de las prácticas más utilizadas por servicios brindados en línea. Las representaciones legales de las marcas se encuentran en países como Holanda, donde el proteccionismo corporativo tiene un ejército de abogados especialistas listos para rebatir tus argumentos si algo no te parece o si tienes una queja. Pero en México afortunadamente no existe la renuncia de derechos, por tanto las corporaciones sí deben ser responsables de los productos y servicios que proveen en suelo nacional.

Lo idóneo es que, a través de representaciones que acaten sin limitantes la legislación mexicana y trabajen codo a codo con la Secretaría de Economía, la Procuraduría Federal del Consumidor, así como con representantes de la sociedad civil, se diseñen en marcos de actuación acordes con las necesidades actuales de servicios tecnológicos, que a su vez se traducen en bienes y servicios de consumo y que derivan en responsabilidad para el fabricante o proveedor de servicios.

No somos un país con limitaciones legislativas, al contrario hemos demostrado capacidad sobrada en diseño de leyes de tercera generación; y si bien no se ha llegado al ideal que permita la protección a la población, si debería a contemplarse como coacción la simple sugerencia de renuncia de derechos, que de origen es anticonstitucional. Por tanto se debe contemplar en el Código Civil Federal, como una conducta de adoctrinamiento en beneficio de un tercero y limitante para los derechos del groso de la población, esta parcialidad debe ser penada y establecidas sus modalidades.

La regulación de la red no debe ser limitativa, los organismos de gobierno deben asumir su papel de reguladores en sus materias correspondientes en la red, en pro de los derechos constitucionales de la población así como de los derechos humanos. 

La sociedad se ha adaptado a los cambios tecnológicos, a las redes sociales, al big data y al internet de las cosas. La ficción se ha quedado corta, la socialización cara a cara, se diluye mientras las videoconferencias y videollamadas empujan recursos al desarrollo de tecnologías más eficientes y de mejor resolución. La vida corpórea se ha vuelto ermitaña, mientras que la vida virtual se vitaliza y viraliza…

La automatización de los procesos industriales, la convergencia de los sistemas económicos con los sistemas de transmisión del conocimiento, a raíz de la digitalización se estiman en una nueva era que ha de reformar la historia y por supuesto el entorno, económico, político y social.

El homo digitalis es ahora el que domina la Tierra, pero no así su psique y sus acciones; puesto que estos propósitos están a disposición de mecanismos corporativistas más complejos y de intereses globales. Dichos intereses están más allá de la comprensión cotidiana, y descansan sobre algoritmos, y centros de datos en Islandia. Todo está conectado, relacionado. No podemos registrar una búsqueda en internet sin que esta se vuelva un eco constante de invitaciones a adquirir bienes y servicios no solicitados.

Comunicólogo/Consultor en Comunicación Audiovisual. @UlisesPichardo

4 de enero de 2024