Que no le digan…/Nomás p’a recordar
Comunicación Política, Periodismo

Que no le digan…/Nomás p’a recordar

Mario A. Medina

Se dice que la memoria de los seres humanos es «flaca», sí, lamentablemente, pero también muchas veces es convenenciera, tramposa, principalmente cuando se pretende que ciertos hechos del pasado se olviden, que nadie escarbe porque si alguien lo hace, va a encontrar cadáveres, osamentas que aún pueden oler mal, apestar.

Y es que el expresidente Felipe Calderón en su afán de golpear al Presidente Andrés Manuel López Obrador decidió sumarse a la campaña #TodosSomosLoret; provocó que afloraran varias de las osamentas que quiso esconder, en este caso cuando se erige como un defensor de la libertad de prensa de quien fue el productor y actor de un show mediático en vivo, en cadena nacional.

Al publicar su tuit, Calderón, además de recordarle a su progenitora, ciudadanos le exigieron no olvidar un cúmulo de hechos que mandó callar como mandatario, su guerra, su adicción por chocar vasos y copas, por proteger de delitos a sus familiares.

Quienes le respondieron no sólo fueron ciudadanos -a quienes los simpatizantes del calderonismo los acusan de ser bots de la Presidencia de la República-, sino periodistas destacados que fueron víctimas de la persistente y grosera censura que Fecal practicaba.

La política de comunicación social que se llevó a cabo en los gobiernos de la llamada «decena trágica», es decir en los gobiernos de Fox y Calderón, fue copia a la calca de gobiernos priistas. De ellos aprendieron de cómo negociar con los dueños y concesionarios de medios, de cómo consentir a periodistas, “líderes de opinión” y, en última instancia, cómo acallarlos, censurarlos.

Traigo aquí algunos recordatorios que publicaron periodistas en estos días a través de sus redes sociales para recordarle a Fecal que no tiene cara para acusar de censura a López Obrador. Por cierto, pocos medios replicaron tal reclamo. Hoy guardaron silencio como cuando el panista era el Ejecutivo federal. Su compromiso de no tocarlo con el pétalo de una nota parece sigue vigente.

El hecho más sobresaliente, conocido y reconocido de censura en el gobierno de Calderón fue la negociación entre los dueños de MVS y éste para sacar a Carmen Aristegui del aire, luego de que la periodista preguntó sobre el presunto alcoholismo de quien gobernaba desde Los Pinos.

Otro caso destacado fue no sólo la censura contra la periodista argentina Olga Wornat, quien tuvo que esperar ocho años para poder publicar su libro Felipe, el oscuro. Secretos, intrigas y traiciones del sexenio más sangriento de México; fue amenazada de muerte, incluso cada vez que llegaba a México, el personal del Instituto Nacional de Migración tenía la orden de no permitirle su ingreso al país. La instrucción era clara: “tenerla encerrada por largas horas en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México antes de regresarla a su nación”.

En septiembre de 2010, tres periodistas mexicanos se vieron en la necesidad de pedir asilo político en Estados Unidos. Expusieron al gobierno norteamericano los peligros y amenazas sufridas durante su ejercicio de la profesión en el país y condenaron la muerte de alrededor de 68 de sus colegas desde el año 2000 y apremiaron a Calderón a que dimitiera, pues “su gobierno no garantizaba la seguridad de los comunicólogos, ni de los mexicanos”.

En mayo de 2011, en el día Internacional de la Libertad de Prensa, periodistas recriminaron a Fecal que los cuatro años que llevaba su gobierno eran “los peores de la historia reciente” para la prensa mexicana con 41 comunicadores asesinados y nueve desaparecidos.

El Frente Nacional de Periodistas por la Libertad de Expresión (FRENAP) de México tuvo que publicar su denuncia en un documento en el diario La Jornada en el que destacaba: “hay un serio retroceso” en la prensa mexicana» y acusaban que el gobierno panista no tenía la voluntad política para poner en marcha acciones contundentes para acabar con la impunidad, además subrayaban: «la censura y la autocensura son hoy una de las peores amenazas a la libertad de prensa y de expresión y, por ende, de la democracia”.

En fin, fue un sinnúmero de casos que se conocieron y trascendieron sobre los actos de censura y presión del gobierno calderonista donde quien se encargó de poner en práctica la política de control fue Alejandra Sota, responsable de Comunicación Social del gobierno a través de jugosos contratos de publicidad, llamadas a periodistas, «líderes de opinión» para que se comportaran bien, pero siempre bajo el esquema de control al estilo de los jefes de prensa priista acostumbrados al «sobre», al regalito y, si no a la advertencia consabida o mejor dicho a la amenaza.

Desde luego lamento mucho que todos los días el tema recurrente en las “mañaneras” sea el choque, la confrontación con los periodistas. Parafraseando al mismísimo Presidente de la República, no todos son iguales, ni todos son sus enemigos, aunque creo que últimamente ha sumado a varios en su contra, quienes le tenían respeto, incluso votaron por él.

Llama la atención el hecho que casos, como los arriba descritos, no tuvieron la trascendencia, el revuelo, el énfasis ni la difusión que hoy tienen las críticas contra AMLO. Qué bueno que haya diferencias con el Presidente, se señalen y se publiquen de manera abierta.

Hoy las notas, los reportajes, los editoriales, las caricaturas en los diarios, revistas en papel, electrónicas, radio y televisión desmienten por sí solas la afirmación de que la censura se practica desde Palacio Nacional.

Durante el calderonismo sólo unos cuantos medios ponían énfasis a la información que incomodaba a señor Presidente. Sí, fueron muchos los que informaron de la lamentable muerte de los niños de la Guardia ABC de Hermosillo, Sonora, pero pocos los que se atrevían a destacar o al menos señalar profusamente que la familia de Margarita Zavala, esposa del exmandatario, estaba más que involucrada en el caso como acusó recientemente el Ministro Arturo Zaldívar: “Operación de Estado protegió a familia de Margarita Zavala por caso de guardería ABC”.

Reitero, López Obrador debe dejar a un lado sus energías en el pleito de cada día con los medios y reporteros, y fortalecer los cimientos de la 4T. Igual, medios, periodistas y analistas, sería sano que dejaran a un lado su inquina, su mala leche y hacer crítica, sí, desde luego, pero sin la víscera de por medio como, hay que reconocerlo, lo hacen otros y de manera profesional.

Es necesario que los periodistas expresen sus diferencias con el mandatario, pero insisto, es de llamar la atención que hoy muchos quienes afirman contundentemente que “en México se atenta contra la libertad de los medios y periodistas”; en el pasado callaron (un ejemplo el conflicto MVS-Aristegui), disimularon y hasta festejaban con el inquilino de Los Pinos a sabiendas que con quien comían y chocaban sus copas, y hasta hacían cola para el besamanos, era un censor, un represor. Siempre es bueno recordar.

Que no le cuenten…

La alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, no sólo enfrenta la acusación por delitos de abuso de autoridad, privación de la libertad y robo contra dos policías auxiliares que le imputa la Fiscalía General de Justicia de la CDMX; ha sido imputada también de darle chamba de «aviador» en la Alcaldía al publicista, opositor a ultranza del actual Presidente, Carlos Alazraki.

Otra acusación que poco ha trascendido es que en la Alcaldía se vive no sólo problemas por su intolerancia, petulancia, también su incapacidad como gobernante que ha generado inestabilidad laboral. En el tiempo que lleva en el cargo, ya son varios los mandos que han cambiado. Lo más preocupante ocurrió pocos días de haber asumido el cargo, más de 30 funcionarios de diversos niveles que llegaron con ella, renunciaron. Prefirieron dejar el trabajo porque se dieron cuenta que quien estaba gobernando no era Cuevas, sino las mafias de la demarcación. Cuando se percataron de cómo estaban las cosas en la Cuauhtémoc, les dio miedo verse unidos con quienes gobiernan en los hechos y mejor se fueron.

26 de febrero de 2022