El terrorismo mediático, la exacerbación del odio
Derechos Humanos, Internacionales, Principales

El terrorismo mediático, la exacerbación del odio

José Luis Camacho López

A mediados de octubre, (lunes 16), la emisión , televisora financiada con recursos del emirato árabe de Qatar, difundió escenas de miembros de la comunidad judía en Londres que reprochaban, exigían y  censuraban airadamente a la BBC de Londres por no usar el término “terrorista” para calificar a la organización paramilitar Hamas por sus despiadados y sangrientos ataques a la población civil en territorio israelí el 7 de octubre.

El término “terrorismo”, se encuentra inscrito en el código global lingüístico, impuesto por las élites del poder geopolítico occidental para estigmatizar a cualquier movimiento disidente o de liberación nacionalista, opuestos con diversos grados de radicalismo a las estrategias de ocupación colonialista y a las imposiciones políticas, económicas, culturales y de explotación de recursos naturales. Es un término que usualmente se activa en las cadenas de información trasnacional, como ahora en el conflicto entre la organización palestina Hamas y el gobierno israelita para estigmatizar a esas expresiones.

A lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, terrorismo, comunismo, bolchevismo, judaísmo, semitismo, islamismo, son términos-sinónimos que corresponden al manejo de discursos basados en los códigos lingüísticos creados exprofeso para estigmatizar desde el Pentágono (think tanks, cuartos de guerra), donde se programan estrategias de dominación sobre razas, credos religiosos, movimientos nacionalistas o expresiones políticas o culturales.

Son términos creados y manejados en los contextos de las políticas de dominación global, dentro de los cuales la información y opinión propagandísticas juegan un papel determinante como instrumentos perversos y de inducción para imponer en las sociedades esos términos-sinónimos a través de espacios mediáticos controlados por empresas privadas de las élites del capitalismo.

Este tipo de términos provienen del Código de la LTI (La Lengua del Tercer Reich) facturado durante la persecución de las comunidades judías en Europa por el régimen nazi. El antisemitismo nazi se fundó en tres factores como lo describe el filólogo Víctor Klemperer: como “plaga que reaparece como epidemia”, como un “monstruoso anacronismo” medieval y “en la fundamentación del odio  al judío en la idea de la raza”. Son tres factores los que determinaron aparecer al judío como un diablo, “quien no conoce al judío no conoce al diablo”, decía la propaganda de la Alemania de Hitler.  Joseph Goebbels se jactaba al decir que “la judería mundial sufrirá una gran catástrofe al mismo tiempo que el bolchevismo” y difundía que “El Führer ha expresado una vez más su firme determinación de limpiar Europa de judíos” (Diario de Joseph Goebbels).

Es un lenguaje discursivo  semejante al del LTI que llega a coincidir con lo que hace unos días el Ministro de Defensa israelí declaró, que la ofensiva en Gaza “durará varios meses hasta que Hamas deje de existir”, estrategia acompañada con el término “terrorismo”, después del ataque del 7 de octubre que provocó crímenes de odio en contra de población civil de kibutz de jóvenes quienes asistían a un concierto y el secuestro de rehenes.

Organizaciones mediáticas como CNN y CBS News de Estados Unidos o de Latinoamérica: El Mercurio, El Comercio, Clarín, y en México Radio Fórmula, Azteca, MVS, Heraldo, Radio Mil, son empresas, entre muchas otras, que utilizan esos códigos lingüísticos destinados a la manipulación informativa y terrorismo mediático, creando atmósferas generalizadas de odio racista en las sociedades contemporáneas. Terrorismo mediático que ataca lo diferente y diverso, todo un lenguaje propagandístico de manipulación, odio, miedo y resentimiento de la que habla la doctora Rosa María Olvera Gómez en su tesis “Odio, miedo y resentimiento, el manejo de las pasiones en época de guerra”.

La estigmatización de las comunidades de la diversidad religiosa y sexual caen en ese tipo de terrorismo mediático que ahora llega a sus escalas más avanzadas en el conflicto del gobierno israelí de ultraderecha, apoyados firme e históricamente por los gobiernos de Washington desde 1946 cuando apoyó la creación del Estado de Israel en los territorios árabes palestinos.

La ITT (International Telephone and Telegraph) y el periódico chileno El Mercurio prestaron extraordinarios servicios al Departamento de Estado estadounidense, para el golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende, en septiembre de 1973 con la rabiosa campaña de estigmas, descalificando el término “comunismo” en su manejo de la  información y opinión, que favorecieron ambiciones de los militares y odio en contra del gobierno de la Unidad Popular.  

El terrorismo mediático  forma parte de lo que ya el sociólogo turco Ismail Besikci, definió como “terrorismo de Estado” en el libro Terrorismo de Estado en Oriente Próximo, citado por  Noam Chomsky en Poder y Terror, reflexiones posteriores  al 11/09/2001 por el exterminio deliberado de las comunidades kurdas que eran mayoría CNN y CBS News de Estados Unidos o de Latinoamérica, El Mercurio, El Comercio, Clarín, y en México Radio Fórmula, Azteca, MVS, Heraldo, Radio Mil, son empresas, entre muchas otras, que utilizan esos códigos lingüísticos… en Turquía, una definición por la cual fue encarcelado.

Las cadenas internacionales de las empresas industriales de la información y la opinión alineadas a las élites del poder acataron bien el código lingüístico de adjetivar como “terrorismo” y cometido por “terroristas” el ataque de la milicia Hamas del 14 de octubre, exactamente como lo hizo desde la Casa Blanca el presidente Joe Biden y su Departamento de Estado.

Otros medios por su propia condición de medios informativos diferentes a los industriales, como la BBC de Londres, Al Jazzera, y Radio Francia Internacional operan con Códigos editoriales específicos para sus tareas informativas. Medios mexicanos como Radio Educación, Canal Once, con algunos yerros lingüísticos, podrían ser un ejemplo de una determinada neutralidad que norma por principios informativos y de opinión periodísticos por su naturaleza de medios subvencionados con recursos públicos.

La BBC de Londres, la más antigua de los organismos no empresariales cuenta con un Código de Ética Editorial. La BBC está financiada con recursos de los ciudadanos ingleses; y guía su tarea informativa y de opinión con ese código que obliga a sus periodistas a comprometerse en sus actividades informativas y de análisis a la neutralidad, sin apologías, escarnios, calificativos ni censuras a la hora de informar sobre cualesquier hecho noticioso ocurrido en el planeta: “Todos los programas y servicios de la BBC deben ser justos, estar libres de prejuicios, mostrar amplitud de criterio y respetar la verdad. Todo credo o corriente de pensamiento debe ser reflejado y representado debidamente”, dicta su texto editorial. Esta base editorial de la BBC construida por sus propios periodistas se ha enfrentado a situaciones adversas para mantener su Código de Ética Editorial.

Durante la invasión a Irak después de los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono el 11 de septiembre de 2001 por grupos de Al Qaeda con aviones comerciales secuestrados que causaron miles de víctimas, los gobiernos de Estados Unidos y de Reino Unido encabe zaron en 2003 una alianza para castigar a los autores de los atentados con la invasión a Irak con el pretexto de destruir las armas “de destrucción masiva” que poseía supuestamente el régimen de Sadam Hussein.

La BBC desmontó la mentira fraguada por Washington y Londres con una entrevista al científico inglés David Kelly, quien desmintió el argumento de la cruzada bélica de los gobiernos de George Bush y de Tony Blair para castigar a uno de los ejes del “mal” representado por Irak, una información verídica que a la BBC le costó la renuncia de uno de sus directivos del más alto nivel. Fue una mentira armada por un ingeniero iraquí desertor y espía de la inteligencia norteamericana y alemana, reportó posteriormente la BBC en 2011.

Ahora, 20 años después de la ocupación de Irak sin encontrar las armas de “destrucción masiva”, el presidente Biden patrocina una renovada aventura bélica de “terrorismo de Estado”, para justificar el cuantioso  apoyo presupuestal de guerra de su gobierno al régimen derechista israelí, destinado a un aplastamiento del grupo Hamas, sin diferenciar a la población civil de los bombardeos sobre la ciudad de Gaza.

Al conocer el sorpresivo ataque llevado a cabo por el grupo islamista palestino -Hamas contra el territorio israelí el pasado siete de octubre ocasionando la muerte de al menos mil 700 personas, incluyendo 20 ciudadanos estadunidenses, la reacción del presidente Biden fue proclamar que Estados Unidos “está con Israel y que nunca dejará de apoyarla  en este momento trágico”, con un mensaje  a los “terroristas en cualquier lugar y al mundo entero”.  

El término discursivo retórico de “terrorismo”  usado por Biden describe perfectamente el significado perverso del uso de ese concepto para desnaturalizar y desmontar cualquier argumento sólido de comunidades como Palestina, profundamente agraviada su población por la agresividad colonialista del régimen israelí que Washington ha patrocinado por sus servicios en el medio oriente.

¿De dónde proviene este apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel? Es uno de los temas abordados por un periodista de la BBC. Israel ha sido el país del mundo que ha recibido la mayor cantidad de recursos de Estados Unidos. “Se estima que entre 1946 y 2023 ha recibido 260 billones de dólares, un apoyo que no se limita a eso, ha usado su poder de veto como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU para proteger a Israel de las sanciones o condena internacional ante los que acusan de ocupar el territorio autónomo palestino. Aunque Estados Unidos ha defendido la solución de los dos estados, uno israelí y otro palestino, en la práctica ha hecho poco para que Israel adopte esta solución. En los casos de ataques terroristas, las condenas se dirigen casi exclusivamente a los palestinos, pero no se censuran las acciones de Israel. Biden ha evitado cualquier crítica directa a los posibles excesos de la contraofensiva israelí ya señalados por las Naciones Unidas y la Unión Europea”.

Netanyahu llegó a describir un paralelismo entre los ataques del 7 de octubre con los ataques a las torres gemelas de septiembre de 2001 con el fin de manipular los sentimientos de dolor  de los estadunidenses y movilizarlos para generar odio, el medio y el resentimiento, el manejo político de las pasiones en la época de guerra, como lo ha descrito la profesora Rosa María Olvera Gómez en su tesis de doctorado, un discurso que justifica dentro del código lingüístico geopolítico mediático de exacerbación  y justificación de las acciones de la dimensión destructiva como la que determinó llevar a cabo el régimen israelí en el estrecho territorio de Gaza,  con el fin de  extinguir por la violencia bélica más extrema a la organización Hamas, pero no sólo a ese grupo.

Hamas es una organización, como lo describió en un espacio de Radio Francia, la profesora Ana Belén Suazo, no solamente es un grupo denominado “terrorista”.  “Es una ideología, fruto de las circunstancias y agravios”, expresó. “Es un grupo político, son empresas, hospitales, dispensarios, escuelas, actividades benéficas, es parte de la sociedad palestina.

Es popular porque el proceso de Oslo (que daría solución al conflicto palestino-israelí firmado en 1993 por la Organización para la Liberación Palestina y el gobierno israelí) fracasó, proceso político que “tenía que haber desembocado en un Estado Palestino en cinco años y eso no sucedió”, dijo la académica. “Los jóvenes hombres que forman este grupo son de familias refugiadas, familias desplazadas de conflictos anteriores, lo que explica que si la situación no cambia esto no cambiará y este conflicto seguirá”, advirtió la profesora Suazo.

*Periodista y académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

29 de noviembre de 2023