TUCClick: todos unidos contra el Clickbait
Comunicación, Cultura

TUCClick: todos unidos contra el Clickbait

La guerra por la atención de los consumidores es cruenta. Todos los días, todo el tiempo, hay una batalla sin cuartel por atrapar la cada vez más esquiva mirada de las personas. Desde los dispositivos móviles se despliega una intensa campaña por atenazar nuestro interés por algunos segundos –los minutos quedan ya descartados-, echando mano de toda clase de artilugios, a veces ingeniosos, a veces irritantes y, en ocasiones, hasta inmorales. 

Esta “nueva realidad” -pues calificarla de “tendencia” sería despreciar su importancia en la creación de contenidos alrededor del mundo- ha terminado por aplicarse a toda clase de materiales, incluidos, naturalmente, los periodísticos. En otros contextos, su empleo es entendible, incluso necesario; traigo a cuenta el muy dinámico mundo de la mercadotecnia y su naturaleza líquida, siempre mudable.

El tiempo con el que cuentan los mercadólogos para despertar el apetito consumista de su público objetivo es casi inexistente; para persuadir a su auditorio precisan de una imagen atractiva y alguna leyenda ingeniosa, a veces menos. Lo que en dicho mundo se presenta como una cualidad, en otros es un síntoma de franca decadencia. Tal es el caso del periodismo y la enojosa realidad del clickbait. 

El clickbait encarna la cruenta batalla por la atención de un público cada vez más disperso, hundido en un sinfín de estímulos. Se trata de todo un estilo escritural que busca, desde el título, ofrecer a los potenciales consumidores un contenido casi siempre insignificante –lo realmente espectacular no precisa del morbo-, echando mano de un titular sensacionalista, a ratos tendencioso, en ocasiones abiertamente falso, y con un contenido, en su mayoría, intrascendente.

Se trata de toda una escuela de estilo periodístico. Un análisis somero en algunos medios que emplean el clickbait para aumentar el tráfico hacia sus plataformas tendría como conclusión su presencia inevitable. Las notas que siguen sus directrices tienen una estructura bien definida: 

1) El título.- Debe ser deliberadamente ambiguo y sugerir actitudes, actividades o desenlaces fatales y, si escabrosos, mucho mejor. Si el título surge de una declaración, ésta, al incluirla, no debería explicar gran cosa, de tal suerte que el lector tenga que vérselas con el cuerpo de la nota. Nunca se insistirá lo suficiente en lo que a la ambigüedad se refiere; para alcanzarla a plenitud habrá de ser necesario echar mano, con mucha sutileza, de ciertos matices, delicadas sugerencias que cambien por completo el significado del título o la nota entera. Una palabra en el lugar y momento justo. Si los títulos clásicos de la nota roja mexicana, cargados de doble sentido o dispuestos a la chacota, eran piezas de acabado ingenio, los titulares del clickbait adolecen de la agradecible chanza que nos prodiga El Gráfico o el Basta.

2) El balazo. -Suele insistir en la materia del título, pero no lo explica. Si el título tiene el objetivo de generar en el lector una cierta curiosidad, el balazo, en lugar de develar parcialmente el misterio, explicará lo extraordinario o inédito del hecho que dio lugar a la nota. Si el título es una pregunta, el balazo jamás, nunca, habrá de dar una respuesta.

3) La nota.- Será breve, apenas un centenar de caracteres, distribuidos en no más de cinco o seis párrafos. Si la nota fue detonada por una pregunta, la respuesta a ésta llegará hasta el último párrafo y, desde luego, nunca responderá a cabalidad la cuestión planteada, excepto en contadas ocasiones. Es igualmente probable que jamás abunde sobre la materia planteada en el título, como si la cabeza de la nota perteneciera a otra que, simplemente, se “traspapeló”. El desarrollo de la nota dará cuenta de su constitución insustancial, pues está en la naturaleza del clickbait presentar como importantes hechos decididamente insustanciales.

En aras de la didáctica, me permitiré echar a andar mi vocación espeleológica sobre un clarísimo ejemplo de esta práctica, brindado por Milenio. Veamos. Se trata de la nota “Madre de “Peso Pluma” aclara si es hijo de Valentín Elizalde debido al ‘parecido físico’”(https:// www.milenio.com/espectaculos/ famosos/madre-de-peso-plumarevela-si-es-hijo-de-valentin-elizalde-esto-dijo). El título, como se ve, es un ejemplo elocuente de ambigüedad, muy útil para entrenar la lectura entre líneas, y de potencial escandaloso. Desde luego que confirmar la paternidad esquiva de un cantante famoso resultaría en un culebrón apetitoso para cualquier programa de chismes; no obstante, tal y como deja ver la nota, la única cercanía entre el “Doble P” y Valentín Elizalde resulta de su ¿parecido?

La nota, mientras tanto, como es clásico en ejercicios similares, da algunas vueltas al respecto. Primero presume de la meteórica carrera del joven artista: “Peso Pluma  sigue conquistando la escena musical en México, donde sus corridos tumbados lo han posicionado como uno de los artistas del regional mexicano más importantes de los últimos años”.

Será hasta el siguiente párrafo cuando encarrile el contenido de la nota con el del título: “En esta categoría, Hassan Emilio Kabande Laija, su nombre real, ha sido comparado con grandes personajes del género, entre ellos  Valentín Elizalde, quien aseguran ‘es el padre’ del cantante”.

En un subtítulo posterior, la nota recoge las declaraciones de la madre de “Peso Pluma” en un programa de televisión, recurso propio del clickbait: que la nota se trate de una declaración dicha en un medio distinto al que hospeda la información. Luego de ello, seis párrafos después del subtítulo, se resuelve, por fin, la cuestión que planteó la cabeza de la nota: Peso Pluma no es hijo de Valentín Elizalde. -¡vaya sorpresa!-.

¿Qué habría ocurrido si frente a la cuestión planteada por el largo título de la nota –“Madre de “Peso Pluma” aclara si es hijo de Valentín Elizalde debido al ‘parecido físico’”-, Milenio hubiera colocado como cuerpo de la nota una escueta respuesta: “No, “Peso Pluma” no es hijo de Valentín Elizalde”?

No mucho, naturalmente. Se trataría, en el mejor de los casos, de un curioso ejercicio periodístico, uno que enfrentará la sobriedad informativa frente a la superabundancia de contenidos que cada minuto vuelve inabarcable el mundo mediático que nos rodea. Pero no ocurrió así.

 Desde luego que esta práctica no sólo atañe a Milenio. Medios de todo el mundo echan mano de la misma práctica en detrimento, primero, de la calidad de la información y, segundo, de la dignificación de la labor periodística. En aras de combatir el clickbait, una saludable iniciativa en redes sociales se ha encargado de resolver la cuestión con métodos mesurados pero contundentes, @ahorrandoclick1 es el perfil en X que se encarga, según señala su descripción, de “[Dignificar] el periodismo en Twitter”, y para lograrlo responde lacónicamente los mensajes amarillistas de algunos medios de comunicación.

De momento, esta iniciativa se circunscribe a España, lo que se desprende por los protagonistas de las notas clickbait que destripan y el origen de los medios de comunicación que repostean en su cuenta. La actividad, según se ve, les ha traído algunos contratiempos con los medios denunciados, señal, se sabe, de que van por buen camino. Como es esperable, la iniciativa ha sido recibida con entusiasmo por los internautas, cansados –como yo- de esa odiosa práctica chapucera, que dota de importancia hechos anodinos y que plantea, mal, dilemas inexistentes.

Cabría la sugerencia, como una carta dentro de una botella arrojada al mar, de que algún lector de noticias inquieto y harto lleve a cabo un ejercicio similar en México, señalando, además, aquellas notas tendenciosas o francamente falsas. Sin duda, tendría un amplio menú de opciones para ser desenmascaradas y brindaría un servicio social más que encomiable. ¿Quién se apunta?. 

*Analista y periodista

19 de febrero de 2024