No «normalizar» la violencia
Periodismo

No «normalizar» la violencia

Alicia Alarcón

Cuernavaca, Mor.- La violencia pareciera una palabra que casi siempre se ve alejada de nosotras. Sin embargo, se gesta en lo más íntimo de nuestra vida cotidiana. La hemos normalizado, y lo peor, las mujeres aprendimos a evadirla y minimizarla, tendiendo a sufrir en silencio en lugar de externarla y castigarla. La pandemia ha develado la más íntima de las violencias, que se generan dentro de los propios hogares: mujeres alteradas por padres, esposos e hijos y pareciera que nadie se había percatado. Pero lo doméstico se traslada al ámbito laboral delas periodistas, ya que quienes también ejercen violencia son los dueños de los medios, jefes, colegas y compañeros de trabajo.

El periodismo sigue siendo un oficio mayormente ejercido por los hombres, de acuerdo con estudios de la UNESCO, las mujeres sólo figuran como autoras del 8 por ciento de las notas periodísticas, y son representadas sistemáticamente como víctimas o como testigos. En la carrera por obtener la nota informativa se violenta a las jóvenes reporteras con frases como “Pon tu mejor cara”; “Si puedes llevar minifalda sería mucho mejor”. Frases muy comunes en las redacciones.

Todavía recuerdo la anécdota de una colega que duró mucho tiempo trabajando en un medio nacional, tiempo en el que se embarazó, y toda alegre y dispuesta a seguir laborando su jefe le expresó cínicamente que era una lástima que se haya embarazado, te acabas de caer a menos cero, le dijo. Para él, mi amiga ya no estaba en condiciones de ir a giras ni conferencias porque el trabajo periodístico es de tiempo completo, qué lástima, pero tú sobras. Una violencia muy común en los centros de trabajo. Una violencia que ha ido escalando cada día más. Lo vemos reflejado en las noticias, entre los medios digitales donde ya no sólo son frases y violencia física, sino incluso, violaciones y muerte.

En las últimas semanas los medios nacionales y las redes se han plagado de cifras y datos sobre el número de asesinatos de periodistas. Hay muchas lecturas al respecto, de carácter político principalmente, pero lo que sí es claro es que la violencia está ahí y serpentea a su antojo y con impunidad porque se sabe que en México no pasa nada. ¿Por qué? Porque no se da un adecuado seguimiento e investigación a los asesinatos, acoso, desaparición o secuestros. La concepción que subyace a la protección de la libertad de expresión y prensa, así como al derecho a la información, es limitada porque no atiende los derechos de vivienda, salud y empleo de periodistas desplazados, muertos, secuestrados o desaparecidos, aumentando su vulnerabilidad y del ejercicio de su profesión.

Comunicación e Información de la Mujer AC (CIMAC), documentó la violencia contra mujeres periodistas en 2020, en cuyo contenido documentó 251 casos de violencia contra las periodistas en México. El aumento de agresiones fue de 53% entre 2019 y 2020. Es decir, cada 34 horas una periodista fue agredida por informar.

Informes internacionales señalan a México como el país más peligroso del mundo para los periodistas. Reporteros Sin Fronteras indica que a pesar de la alternancia política en el año 2000, ganada la Presidencia por Vicente Fox, ese cambio no significó mayor apertura para la prensa, por el contrario ocurrieron intimidaciones y censura. Por lo que la alternancia democrática en el país no fue sinónimo de apertura y defensa de la libertad de expresión y mayor ejercicio del derecho a la información, situación comprobada todavía más en el sexenio de Felipe Calderón, donde su “guerra contra el narco” aumentó la intimidación de los cárteles de la droga y el Estado contra la prensa.

El año 2010 fue el más sangriento para los periodistas, al incrementarse los asesinatos, situación que se acentuó desde el año 2000. No quiere decir que, años atrás, no hayan existido, sino que ahora las agresiones son más visibles en la agenda pública, lo que ha derivado en autocensura, desplazamiento o exilio forzado de periodistas, generando espacios de silencio en el país y vulnerando los principios fundamentales de una sociedad abierta, plural y democrática. Debemos encontrar estrategias y exponerlas a quienes toman decisiones, y tratar de reeducarnos y sensibilizamos, frente a esa situación.

Casos sin resolver

La doctora Elvira Hernández Carballido, catedrática en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), advierte del bajo interés de alumnos por estudiar periodismo en la UNAM y en la UAEH porque los alumnos “tienen miedo”: “Cuando doy clases sobre la historia del periodismo, y les hago reflexionar sobre el tema, de repente me dicen que no van a ser periodistas, porque es una profesión muy peligrosa, los matan, los desaparecen”, recuerda.

Hernández Carballido, fundadora de la agencia de noticias Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), periodista especialista en estudios de género y feminismo, de gran sensibilidad ante el quehacer periodístico, inició hace tiempo el registro de mujeres activistas y periodistas desaparecidas y asesinadas. Buscó las imágenes de cada una de ellas para que tuvieran rostro: María del Rosario Fuentes, asesinada en 2014; Marlene Valdez, asesinada 2014 (Nuevo León); Jazmín Martínez Sánchez, asesinada en 2014 (Nayarit); Indira Gascón, asesinada en 2015 (Michoacán); Anabel Flores muerta en 2016 (Veracruz).

Pareciera que había logrado obtener información, pero se dio cuenta con gran pesar que todos esos casos están en la impunidad. “A veces digo que ya no voy a escribir porque ya me cansé de saber que son casos sin resolver, y de poner otra vez esa frase ni uno más, ya no va a pasar, vamos a exigir justicia. Veo cómo pasa el tiempo.

Te cansas y dices bueno dónde está la solución. Somos un país peligroso porque estamos en un sistema que no respeta, que le tiene miedo a los periodistas, y solamente con agresiones ha encontrado la forma de controlarlos. Está totalmente roto este remolino que empezó con Calderón, y con Fox”, afirma.

-La protección al periodista y ala periodista, aparentemente es una constante en la agenda de los políticos y los empresarios de los medios. Sin embargo, en la realidad no es así. ¿Por qué?

-Es una historia triste y larga. Desde hace mucho tiempo doy historia de los medios de comunicación, la centro en México, y cuando vemos la historia del periodismo, los alumnos siempre dicen “desde aquella época ya eran perseguidos, ya eran censurados, ya eran asesinados”. Pero sigue siendo una situación muy difícil porque considero que quienes pueden tomar las decisiones para arreglar o resolver, es la gente que está en el poder, ya que muchas veces es la que actúa en contra de los periodistas. Las estadísticas indican que son los funcionarios los que actúan con toda la impunidad porque se protegen, se solapan. En todo este contexto tan terrible le agregamos que vivimos en un país machista, patriarcal, falocéntrico, no ven a las mujeres, ni siquiera piensan en ellas. Por lo que no ha habido esa visión de protección. Hace poco escribí un texto sobre la violencia a periodistas, pensando en el caso de Soledad Jarquín y su hija, empecé a explorar más. Es muy desgastante trabajar estos temas. Hice un cuadrito donde no va solo el nombre de una periodista, va su vida, su familia…ha sido un caso sin resolver.

-¿Cómo evitar el discurso misógino, estereotipado y discriminatorio? ¿Tiene que ver con la educación?

-Ojalá lo supiera para ir resolviendo estás cuestiones. También hay un argumento de que las mujeres son las que educan a los hombres, ustedes tienen la culpa.

El feminismo ahí está surgiendo, a veces con mucho ruido, otras veces con más argumentos, a veces como dice Martha Lamas, con más dolor, y a veces a la mejor con más razón.

Por eso no es tan sencillo, sino 5 ya se hubiera resuelto desde hace mucho tiempo. Pero se van creando escenarios, en el caso del periodismo quienes ha empezado a abrir talleres, diplomados, cursos, tratar de escribir sin estereotipos, no victimizar ni señalar como Únicos culpables a los hombres. Es muy complejo, pero se va intentando. La revista Zócalo me pidió hacer una revisión de El Universal, y a veces siento que hemos avanzado, pero se sigue viendo a la mujer como objeto sexual, no estoy criticando la belleza de la mujer sino la manera como la están exponiendo, los adjetivos que utilizan. También ves que en otras publicaciones ya hay otra mirada. ¿A qué le apuesto? a la educación, a que se abran estos espacios, a que niños y niñas se vayan sensibilizando con pláticas sobre esto. La UNAM casi a la fuerza, mira que es la UNAM, ha introducido cursos para hablar sobre este tema y te dicen sí, pero optativas, no en el plan de estudios. Ves esta resistencia no de malos y buenos sino de un sistema que ha sido cómodo de crear estos estereotipos estos prejuicios que hay en torno a las mujeres y hombres.

En el periodismo hay miradas para la transformación, estamos en un sistema que se resiste, y que se sigue resistiendo, pero soy optimista y siento que vamos sumando y algún momento esto tendrá que transformarse.

-La perspectiva de género ¿hay que seguirla construyendo?

-Así es. Pero lo malo es que de pronto la palabra género se entiende o lo hacen sinónimo de mujeres. Esta perspectiva de género nos invita, pero también nos obliga a que no dejemos de ver dónde están los hombres y dónde están las mujeres.

Esa perspectiva de género siento que al no entenderla la estamos aplicando mal. Hay que insistir. Hay que abrir escenarios. Esta entrevista puede ser una invitación para que, si realmente la vamos a aplicar, entonces empezar a marcar esa pauta para miramos y no dejarlos a un lado. Debemos sensibilizamos todos. La palabra clave además de educarnos es sensibilizamos, que de verdad lo entiendas, lo apliques, que vayas valorando avances, logros, y también reconocer aquello que es complicado como son los medios de comunicación, ya que a las grandes empresas esto sigue sin interesarles.

Tienes que encontrar esas estrategias donde llegarle a quienes toman las decisiones para que también se logre transformar, y realmente esa perspectiva de género se aplique lo mejor posible para transformar tanto a favor de los hombres como a favor de las mujeres.

-La violencia y la censura ¿van de la mano?

-Sin duda. Entre más espacios abramos para discutirlo habrá más gente que se integre para tratar de buscar esas transformaciones. Al repasar la historia del periodismo en México hoy siento como más sensible estos momentos; decisiones legislativas; la creación de grupos de periodistas que han sido también un fracaso, y entre el gremio siempre nos ponen a competir porque hay que ganar la nota, y hacer que nuestro medio de comunicación esté brillando. Es difícil hacer esa integración.

Qué triste que sea la tragedia mayúscula, que es el asesinato de un periodista, nos vuelva a integrar, pero después tienes que seguir trabajando. Dentro de este ritmo de trabajo están estos elementos que estudiaste en la universidad como la libertad de expresión.

Cuando te dicen ya no vamos a escribir sobre este tema porque nos vamos a meter en un problema, y la periodista tiene que ceder porque necesita el trabajo. Hay quienes se resisten, hay quienes prefieren ser independientes. También las redes sociales dan facilidades para que de pronto en tu Facebook o Twitter digas algo y a la mejor estás trabajando en un medio, y de repente te digan “publicaste en tu Facebook no eso no va porque nos vas a meter en problemas”. Eso de “Nos vas a meter en problemas” es la constante latente porque quien es periodista sabe que un gran compromiso es la denuncia; señalar lo que no está bien porque lo que queremos es señalarlo, es transformar una situación para una mejor sociedad. Esto lo enseñamos en la escuela. Hay periodistas que me reclaman al decirme que enseñamos un ideal. Es bien difícil ya dentro del contexto de los medios de comunicación porque hay juegos de poder, dependes de un salario, tienes que sobrevivir de alguna manera. Finalmente, estos mecanismos de control son también formas de violencia: miedo, temor inseguridad y sentirte desprotegido por tu propio medio de comunicación. Bien dice Celia del Palacio que un tipo de violencia también son los sueldos que son muy malos.

Publicado en Revista Zócalo, en el Número 265 de Marzo del 2022

8 de marzo de 2023