Iván Acuña
Nazco hombre, y por fortuna hetero, porque
no padezco en carne propia las transiciones
sociales que sí padecen ustedes las disidencias
y luchadores que me rodean y conviven conmigo en
este tiempo.
Nunca he sufrido por el quebranto después del abandono
de lo amado y lo mal querido; ni me he disminuido
por el olvido ingrato de eso prometido que se
me perdió; porque nada he perdido sino que me ha
perdido ello a mí.
Nunca he llorado pues,
el abandono de la piel perfecta;
ni he menguado en lo predilecto,
cuando se ha retirado por propia decisión,
ya que yo he amado con todo mi desvarío y he sido
amado de vuelta por todas las mujeres que por fortuna
he elegido y he tenido la oportunidad de poseer.
Que nadie nunca se entere,
que no haya ni uno ni una que me cuestione…
que mi delirio de hendido acontecer sostiene dos
esencias,
una malévola y la otra fervorosa,
que controvertidas, me han permitido liberarme
de las mujeres que me han amado,
convencidas de quererme por momentos o
de quererme para siempre,
aferradas a los hijos perdidos que no he aceptado
por encumbrarse en un error por sus descuidos,
les he pedido que callen y los abandonen o a mí
renuncien,
mientras que yo,
dormido,
así descanso mejor.
Nazco una vez más
en un pensamiento amargo;
tiemblo, crezco y peno en la turquesa,
del más profundo beso acibarado;
nace otra vez la tiniebla y llega con ella el engaño;
se abre en mi pecho la caricia
y brota conmigo el halago.
Nacen el día y la noche,
con vida me mantiene el terror a la muerte,
aunque muerta estoy desde antes de nacida;
condenada,
vuelvo a la vida con un capullo entre mis piezas más
largas,
para también dar vida con ella ante el toque más
sublime de esta nueva experiencia.
Nazco una vez más sobre las ascuas que arden sin
dar llama,
iluminada por el hilván de los aloques y los dorados,
cubro mis manos de los fulgores incandescentes de
la candela,
y una camelia cubre clemente mi rostro como un
damasco.
He vuelto diva,
flora, fauna del mundo humano,
cielo y metáfora oportuna como garza,
como venada,
aunque atada estoy desde antes de llegada…
pues como todas,
he venido condenada y con sentencia,
sólo con la muerte ya resuelta,
sola a esta vida y a vivirla atrapada
y sin ningún deleite.
Porque impotente,
me aterra la muerte puta que me desgarre,
la desaparición forzada,
la aceptación obligada de una muerte lenta
y de estancada manera,
cuyo temor por vivir me ha hecho entender
que no importa si llego hombre, mujer,
trans, cis genera o intersexual,
lo que importa es por quién lucho,
y a quién decido amar y proteger aún por encima de
mis soledades.
Esta es la vida…
y hoy despierto y festejo ser reina, calenda,
amor de las musas,
y suave candidez…
afortunado,
he vuelto al mundo mujer.
Publicado en Revista Zócalo
Número 277
Marzo 2023