Migración y emergencia humanitaria: México y El Salvador
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Migración y emergencia humanitaria: México y El Salvador

Ricardo Cayetano Martínez*

San Salvador, El Salvador.- Cuerpos multiplicados, oblicuos, sin rostro, amontonados; son objetos simbólicos del drama migratorio: contenedor de cuerpos, cruz de muerte, sello de oficina burocrática, muro.

Estos son parte de los dibujos y pinturas realizadas con trazo y temperas, en contraste de luces y sombras, del artista plástico mexicano Ricardo Clement, en ocasión de la exposición de su obra “Vuelo Migrante” en el histórico Teatro Luis Poma en la capital de El Salvador, San Salvador.

El experto de producción estética Ricardo Clement argumenta que la migración, aunque ancestral, ha evolucionado en la actualidad debido a la escasa posibilidad de oportunidades, un sistema que mercantiliza a las personas, falta de empleo, alta inseguridad y problemas ambientales como sequías prolongadas y lluvias intensas debido al cambio climático.

Durante el año 2023, el flujo migratorio aumentó considerablemente, alcanzando la cifra de dos millones quinientas cuarenta y dos mil setenta y cuatro personas que llegaron de diversos países a la frontera entre México y el suroeste de los Estados Unidos, según el boletín anual Estadísticas Migratorias para México de la Organización Internacional para las Migraciones.

Para la ingeniera salvadoreña Linda Villalta, analista en temas de políticas públicas de América Latina, la migración es el problema binacional más desafiante: “El tratamiento institucional conjunto de la migración entre México y El Salvador puede ser evaluado como una colaboración importante, pero también desafiante. Ambos países enfrentan presiones migratorias significativas y han trabajado juntos en acuerdos y programas para abordar estos desafíos”, dijo.

Entre los programas, destacó Villalta, están “Sembrando Vida” y “Jóvenes Construyendo Futuro”, los cuales han beneficiado en El Salvador a 10 mil campesinos productores, generando empleos indirectos para 21 mil trabajadores rurales. También se beneficiaron a 10 mil jóvenes con el impulso a programas de emprendimiento y de empleos en los sectores público y privado.

Graciela López Herrera, socióloga de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM de México y artista de las artes escénicas, admite cambios en la política migratoria México-El Salvador, que ha permitido atender este flagelo social. “Si tomamos en cuenta que existen grandes vínculos que geo históricamente compartimos, se deben considerar y valorar éstos para propiciar nuevas políticas migratorias”, como propone la CEPAL con el Proyecto Mesoamérica, recomendó: “Las plataformas que dirige la CEPAL tienen como objetivos propiciar nuevas estrategias de desarrollo económico e inclusión social entre las naciones que conforman la región”, sostuvo, y señaló que con ello se gesta mayor certeza para combatir la problemática, ya que desde la visión del desarrollo cooperativo y coordinado se atiende el problema estructural de la dependencia y el subdesarrollo hacia una visión de desarrollo sostenible y sustentable.

Godofredo Aguillón, sociólogo de la Universidad de El Salvador, considera que la migración “es estructural” con múltiples aspectos de riesgo durante la travesía, como lo es el crimen organizado. “Debido a los múltiples casos de salvadoreños que han sufrido violencia en territorio mexicano de parte de grupos vinculados al narcotráfico”, apuntó.

El gobierno salvadoreño, dijo, debe aplicar políticas antiinmigratorias a largo plazo para mejorar las condiciones de vida de su población, con el objetivo de disuadir la migración hacia México y Estados Unidos y así prevenir la desintegración familiar, entre otros efectos problemáticos.

Propuso la colaboración entre cámaras empresariales y gobiernos de ambos países para enfrentar la migración y así “crear beneficios que promuevan la estabilidad y reducción significativa del flujo de personas”, concluyó.

*Maestro en filosofía, escritor, periodista e investigador en universidades de El Salvador

17 de junio de 2024