El Ifetel protege a la industria privada; Zedillo privatizó satélites: Jorge Sosa Pedroza
Telecomunicaciones

El Ifetel protege a la industria privada; Zedillo privatizó satélites: Jorge Sosa Pedroza

En la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica del Instituto Politécnico Nacional
funciona el único laboratorio del país que certifica la calidad de transmisión de antenas, pero el
Instituto Federal de Telecomunicaciones impide a este centro de investigación otorgar los mismos
certificados a desarrolladores de nuevas tecnologías, lamenta el doctor y catedrático Jorge Sosa
Pedroza, uno de los pioneros del desarrollo de satélites en México, quien califica como “decisión
terrible” que el gobierno de Ernesto Zedillo privatizara la infraestructura satelital.

Carlos Padilla Ríos

Desde 2017, el laboratorio de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME), que dirige el doctor Jorge Sosa Pedroza, extiende certificados de buen funcionamiento de antenas a gobiernos y empresas de telecomunicaciones.

Aunque en 2011 comenzó a supervisar el control de calidad de las antenas de Telcel que compra para sus estaciones base, y cuenta entre sus clientes a AT&T, además de otras empresas  fabricantes de equipo, el laboratorio de la ESIME también está acreditado para medir equipo que use bluetooth o wifi, pero “no puede emitir certificados porque el Instituto Federal de Telecomunicaciones no autoriza que emitamos certificados, porque desde casi un año insistimos y nos dicen que el Politécnico no tiene la facultad legal para hacer eso”.

En los hechos, este organismo autónomo “está para proteger a la industria privada, no para que los sistemas de comunicaciones estén regulados en general, y considera que este laboratorio que hace investigación no puede emitir normas técnicas y asesorar en materia de telecomunicaciones al gobierno mexicano para tareas importantes, como la seguridad de la nación”, agrega. 

-¿Cuál es el criterio técnico para negarles emitir ese tipo de certificados?

-Es un criterio legal. Porque en la ley orgánica del Politécnico no dice que tenemos un laboratorio específico para medir antenas del bluetooth o wifi. ¡Pues claro que no va a decir, nunca! Pero la ley sí dice que tenemos la posibilidad de vincularnos con la industria y tan lo dice que lo hacemos con proyectos con empresas y el gobierno.

Nosotros desarrollamos las normas para el gobierno, sobre la normalización de los sistemas de videovigilancia de todos los C4 y C5 del país. Diseñamos el sistema de comunicaciones de la red troncal del estado de Chihuahua y del tren interoceánico para dar servicio de comunicaciones, y poder ampliar el sistema a 72 municipios del estado de Veracruz y de Oaxaca.

Para Jorge Sosa la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), creada en 1996 antecesora del Instituto Federal de Telecomunicaciones (2013), son entes “autónomos” pero se convirtieron en “vendedores de frecuencias”. “Al ser entidades prácticamente privadas, poco le importa lo que se requiera socialmente en el país pues también dejaron de hacer investigación y desarrollo tecnológico”, lamenta. 

Vendieron satélites y se perdió soberanía

Con 50 años de trayectoria profesional y académica, Sosa Pedroza formó parte del equipo de ingenieros que diseñaron el sistema de radiación electromagnética de los satélites Solidaridad, construidos por la compañía Hughes Aircraft durante el sexenio de Carlos Salinas, un sistema que años después Ernesto Zedillo, se encargó de privatizar y desmantelar. Recuerda que con la creación del Instituto Mexicano de Comunicaciones (IMC), en 1987, Eugenio Méndez Docurro, director de ese organismo, convenció al gobierno de construir satélites propios, porque los primeros, el Morelos I y II, estaban por terminar su vida útil. El Instituto construyó los nuevos satélites en 1991 y el IPN fue parte de ese proyecto. 

“Los satélites se construyeron, dice el doctor Sosa, duraron como tres años, era la infraestructura de telecomunicaciones del país y los vendieron. El gobierno del presidente Ernesto Zedillo “desapareció al Instituto Mexicano de Comunicaciones que era importante no sólo por el desarrollo de satélites, sino que al desaparecer el Instituto, se cortaron de tajo muchas actividades que le estaban asignadas al IMC, como normalizar la construcción de equipamiento de telecomunicaciones que en el caso de los celulares, -que en esa época eran diferentes-, se debían estudiar y garantizar ciertas características de radiación, recepción y frecuencias de trabajo para cada sistema. Además de analizar todos los sistemas de comunicaciones usados en el territorio nacional y localizar aquellas comunicaciones no autorizadas”. 

Otros países tomaron decisiones diferentes a las de Ernesto Zedillo, como Brasil, donde decidieron fortalecer su industria y hoy tiene investigadores en el tema y un sistema de lanzamiento de satélites, advierte. Las antenas de esos satélites fueron, en principio, diseñadas en un software especializado de la empresa Hughes Aircraft, pero el equipo mexicano modificó algunos aspectos técnicos para que cubriera Atlanta (1996), donde iban a ser los Juegos Olímpicos de aquel entonces. Al final, el satélite cubrió toda América, desde Canadá hasta Argentina y se obtuvo recursos dando servicio de comunicaciones a los demás países. Cerca de 250 investigadores trabajaron en el diseño de Solidaridad lograron avances en el ramo.

“El problema fue que, con este asunto de que todo había que privatizar, privatizaron todo el sistema de comunicaciones satelitales. El país dejó de tener sus propios satélites. Una empresa francesa (Eutelsat Communications) tomó el control del sistema satelital. A esta empresa le cambió el nombre a Satmex (acrónimo de Satélites Mexicanos, S.A. de C.V.) en el 98”, que ahora se conoce como Eutelsat.

De acuerdo con el catedrático de la ESIME: “Fue una decisión terrible, contraria a los intereses del país, deshacerse de lo que se había construido por tantos años con la experiencia de nosotros (los ingenieros)”, afirma.

“Ahora es prácticamente imposible recuperar esta industria en parte porque se requiere una gran inversión, la cual debió realizarse paso a paso para lograr el éxito y por el constante desarrollo tecnológico de la infraestructura en comunicaciones”, lamenta.

En el sexenio de Felipe Calderón se intentó regresar a la industria satelital y se construyeron tres, propiedad del gobierno mexicano. Sin embargo, los construyeron compañías extranjeras porque en el país no hay infraestructura para su fabricación. Para Sosa, este triunfo fue una ganancia a medias porque el actual satélite: Morelos III, supuestamente es mexicano, “pero su protocolo de comunicaciones no pertenece a México, pertenece a la empresa que lo construyó. Nosotros lo pagamos, pero tenemos que pedir permiso para su acceso. Por ejemplo, habría que estar preparados para la probable desaparición de los satélites geoestacionarios, ya que ahora se usan satélites pequeños, de órbita baja, que son más eficientes, recomienda.

Además para el académico, para quien es un placer impartir cátedra después de cinco décadas (comenzó en 1973),   Eutelsat sigue operando pero es inminente su desaparición porque no puede competir con los sistemas de otros países, principalmente de Estados Unidos y Canadá, que lideran el mercado mexicano. Si bien actualmente el gobierno mexicano está invirtiendo en empresas estatales de ferrocarriles, aviación y bancarias. No se vislumbra que esto suceda con la industria satelital debido a la dificultad técnica y financiera.

A pesar del estancamiento de la investigación en comunicaciones, Jorge Sosa, quien también participó en un proyecto de comunicaciones de la NASA (1996 a 2002) y analizó y mapeó el sistema de telecomunicaciones de la policía de la Ciudad de México para proponer mejoras, el trabajo de los ingenieros mexicanos continúa

14 de mayo de 2024