La radio estatal y cultural enMéxico, cien años después
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La radio estatal y cultural enMéxico, cien años después

A cien años del nacimiento de la radio, es necesario examinar el papel que han jugado las radios estatales y culturales en la conformación de la identidad nacional y la conversación pública en México.

Durante el siglo XX y parte de este, el sistema político mexicano, encabezado por el priismo, dirigió una relación autoritaria y vertical con la radiodifusión estatal y cultural y dictó lo que tenía que ser el interés público. El Estado mexicano soslayó la obligación de crear un sistema de radiodifusión pública y los gobiernos, en sus tres niveles, aprovecharon a los medios estatales y culturales como canales de propaganda política y gubernamental. El Estado no se responsabilizó sobre cómo regularlos y no sentó las bases jurídicas ni políticas para que las radiodifusoras estatales y culturales se legitimaran como instituciones de servicio público.

No obstante, hubo radiodifusoras culturales y estatales, como Radio Educación, que fueron una excepción por ser canales de comunicación en el cual el gobierno en turno podía aceptar la crítica, la disidencia y justificar el pluralismo político y la libertad de expresión.

FOTO: CNN

Breve recuento histórico

A principios de los años veinte, el Estado mexicano intentó impulsar un sistema mixto de radiodifusión; fundó sus propias estaciones y dio facilidades a los particulares para crear las suyas. Las emisoras de titularidad estatal servirían principalmente para difundir información noticiosa y pronósticos del tiempo. Para darle institucionalidad a esta política, se creó el Departamento de Radio, suscrito a la Dirección General de Telégrafos de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas.

El investigador Fernando Mejía Barquera (1989) documenta que el gobierno hizo incluso donaciones de equipo a organizaciones sindicales para que establecieran sus estaciones: CROM, Federación Obrera Hidalguense de Pachuca, Centro Obrero Progresista de Jerez Zacatecas, la Escuela de Ciegos y el Hospicio de Niños. Pero los intentos no progresaron, salvo por las radiodifusoras CZA y la CZZ, instaladas en 1923.

El 30 de noviembre de 1924, la Secretaría de Educación Pública inauguró la estación CZE, pero sus transmisiones duraron cinco años. Para la investigadora Alma Rosa Alva de la Selva (1982), la emisora no tuvo mayor impacto en la sociedad. Su fracaso se debió al poco tiempo que estuvo al aire y a la inestabilidad política y económica que vivía el país. Es hasta comienzos de los años treinta cuando la radiodifusora regresó al aire pero con las siglas XFX (Mejía, 2005).

Alva de la Selva también documenta otros intentos para fundar radios estatales, como el Departamento Autónomo de Publicidad y Propaganda (DAPP) y la XEFO, fundada en 1931 por el Partido Nacional Revolucionario, “que con una emisora de la Secretaría de Educación Pública, se enfrentaba al bloque de la industria radiofónica comercial, entonces en su mayor auge” (Alva de la Selva, 1988: 43).

El 27 de mayo de 1941, Jalisco se convirtió en el primer estado en impulsar una emisora estatal, pues los anteriores esfuerzos habían sido desde el centro y la federación. La XEJB empezó transmitiendo en onda corta, pero el primero de febrero de 1960 transitó a la banda FM.

De acuerdo con la investigadora jalisciense Cristina Romo, la XEJB fue una iniciativa del gobernador de Jalisco, Silvano Barba González, quien “la concebía como un instrumento propagandístico” (Romo, 1990: 68).

Aparte de estas, por varias décadas no hubo otras experiencias de radio estatal. Fue hasta 1968, que la XEEP, Radio Educación, reinició sus transmisiones en la ciudad de México. La emisora fue creada como un órgano desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública (Romo, 1990).

A finales de la década, en la radio mexicana comercial predominaba el formato musical, el cual abarcaba el 90 por ciento de la programación (Romo, 1990); por esta razón, desde su reapertura, Radio Educación se convirtió, sobre todo a partir de 1972, en una opción diferente en el cuadrante que programaba otras propuestas de contenidos, como aquellos informativos.

Además de la XEEP y la XEJB de Jalisco, hubo otra experiencia de radio estatal en el país: el 12 de octubre de 1973, el gobierno de Aguascalientes abrió las puertas de la XENM; la radio nació con fines culturales y, con el tiempo, amplió sus horizontes a la información (Romo, 1990: 70).

En este sexenio, el gobierno de Luis Echeverría creó un plan para expandir la estructura de radios estatales en México; esta medida política fue parte de los intentos de intervención y control del Estado en la información. José López Portillo continuó este proyecto a través de la creación de radiodifusoras estatales (Nuevo León, Campeche, Sonora, Guanajuato) y creó la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía (Cortés e Ibargüengoitia, 2009).

Primero con Echeverría y luego con López Portillo se inició el desarrollo de la radio estatal en el marco de una estrategia gubernamental de medios de comunicación. Sin embargo, esta medida no se llegó a consolidar como una política de Estado que promoviera la autonomía política y financiera de la radiodifusión estatal, e incluso que se le ligara con funciones propias de un sistema de radiodifusión pública.

Años más tarde, Miguel de la Madrid apoyó la expansión de la industria de radiodifusión privada como parte de su proyecto de gobierno: se fortaleció la concentración, se potencializó tecnológicamente la radiodifusión y se propagó la banda FM. Asimismo, su mandato se caracterizó por poner en marcha políticas para reducir la participación del Estado en asuntos económicos y culturales. Pero, paradójicamente, fue el presidente quien amplió el espectro de la radio estatal (impulsó la creación de sistemas de radiodifusión en 12 estados).

La expansión de la industria audiovisual privada llenó los huecos de poder que no eran cubiertos por el Estado; tenía gran in fluencia sobre un amplio sector de la sociedad, mientras los medios estatales y culturales quedaban marginados y, en ocasiones, usados por los gobiernos (federal y estatal) como instrumentos de propaganda.

El presidente Carlos Salinas desmanteló y privatizó una parte importante de las estructuras de comunicación de propiedad federal. Al igual que su antecesor, continuó con una política de amplio apoyo al modelo de radiodifusión comercial, al cual el presidente le brindó mayor proyección internacional. En el gobierno de Salinas se conformaron tres sistemas de radio estatal en Tamaulipas (aunque ya operaban radiodifusoras desde 1983), Chiapas y Oaxaca. Pero, al igual que el sexenio anterior, nacieron sin el respaldo de una política de Estado que garantizara su autonomía política y financiera; y sin diseño para encauzar la conversión tecnológica al sistema sonoro digital.

La radio estatal y cultural en las entidades de la República, se fortaleció en número y en infraestructura, pero las estaciones carecieron de condiciones adecuadas para su desarrollo integral. Por ejemplo, no había una definición clara de la función social que debían tener estas emisoras. Además, no contaron con el apoyo económico necesario para seguir desarrollando su infraestructura o realizar sus actividades de producción; tampoco había condiciones jurídicas para impulsarlas.

Las políticas de telecomunicaciones desarrolladas durante el gobierno de Salinas, bajo un modelo neoliberal, se expandieron durante el sexenio de Ernesto Zedillo. Se constituyeron los sistemas de radio y televisión en Puebla (1997) y Veracruz (2000), con lo que aumentaba la presencia de la radio estatal en 24 estados de la República. Si bien la infraestructura crecía, el número y poder de estas radios no eran lo suficiente para hacer contrapeso a las necesidades informativas de la población a fin de siglo. En este periodo, Radio Educación y el IMER fueron dos medios que apoyaron a las radios estatales para cubrir algunos de los huecos de contenidos informativos, culturales y educativos que carecían estas estaciones.

A la entrada del siglo XXI, el sistema político dio paso a la alternancia en el Poder federal y el gobierno de Vicente Fox prometió la transición de los medios estatales en unos de servicio público. Estas promesas nunca se llevaron a cabo y dieron lugar a intensificar el debate, entre algunos sectores de la sociedad, sobre la situación jurídica y política de estos medios.

En el sexenio de Fox algunos medios fueron la excepción en su aspiración de convertirse en medios públicos: Radio Educación, Radio UNAM y Radio Universidad de Guadalajara. Pero, en general, México llegó rezagado este siglo, con respecto a otras regiones del mundo, en debatir sobre cómo edificar un sistema de medios públicos.

La radio estatal y cultural nació a los pocos años del advenimiento de la comercial. A casi cien años, observamos que, para mejorar los sistemas de radio en nuestro país, se requieren cambios estructurales de fondo. Particularmente, se necesita una transformación integral del sistema comunicativo en México que esté vinculado a un proyecto de nación. La Reforma a la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión de 2013 (y la creación del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano) fueron pasos importantes por reconocer la naturaleza jurídica del servicio público y posibilitar mecanismos de rendición de cuentas a favor de las audiencias.

La finalidad de la radio estatal y cultural en el siglo XXI

A cien años del surgimiento de la radio, el debate sobre la construcción del servicio público de radiodifusión en los medios estatales y culturales es preponderante para fomentar la pluralidad de visiones en la vida pública.

Reconocer a la radio como bien público, significa ejercitar el derecho a la libertad de expresión como derecho humano; es una forma mediante la cual la sociedad puede practicar la democracia y un paso necesario para promover acciones políticas que resguardan los derechos civiles de los ciudadanos. A través de esta práctica, los ciudadanos pueden conocer que tienen responsabilidades y que conforman también al Estado, y es como estos pueden participar en la vida pública.

Los ciudadanos tienen que aprender a argumentar y debatir sus puntos de vista sobre la vida social como forma de vigorizar el ámbito político; cada uno de los actores sociales involucrados (Estado, sociedad civil, ciudadanos) juega un papel determinante. Las radios de servicio público en México podrían coadyuvar a emprender esta tarea junto con el resto de la sociedad, porque son escenario natural para que los ciudadanos ejerciten esa capacidad discursiva. Además, la radio pública -sobre todo cuando potencializa la conversación en la vida pública- puede ser un medio para la organización social.

El filósofo Kwame Appiah (2007) propone el ejercicio de la conversación para empoderar simbólicamente a los ciudadanos; a través de ella se puede generar el entendimiento mutuo y mostrar respeto hacia los demás.

En este contexto, las radios de servicio público se convierten en uno de los múltiples canales de la comunicación pública que provee el Estado, a través del cual la conversación para muchos ciudadanos en sociedades contemporáneas puede ser posible (Appiah, 2007: 85).

Particularmente en México cada día es más difícil alcanzar consensos y, a falta de acuerdos nacionales, la radio estatal y cultural puede ser un vehículo genuino para proporcionar información y expresiones culturales (como la música), que pueden facilitar el entendimiento acerca del otro y de los distintos mundos de vida.

Lenin Martell*

*Catedrático de la Universidad Autónoma del Estado de México y analista de medios de comunicación y del derecho a la información.

13 de febrero de 2024