La radio comunitaria continuará como un espacio de expresión cultural, cohesión y lucha por el derecho a la comunicación y la información, aseguró la doctora Patricia Ortega Ramírez, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La coordinadora –junto con el doctor Jerónimo Repoll– del libro #Radio Comunitaria. Participación ciudadana sin límites, presentado de manera virtual, sostuvo que dichas emisoras se han impuesto a la realidad nacional y latinoamericana, pues su presencia y utilidad social y política han significado para las poblaciones rurales, indígenas y urbanas la única posibilidad de dar visibilidad a las contradicciones, las injusticias y las diferencias en su contexto.
Con la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones y radiodifusión de 2013 y la nueva Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión de 2014, se dio reconocimiento a esas emisoras, que “ayudan a introducirnos a una discusión de su relevancia en el ecosistema mediático y su presencia en el desarrollo democrático de la sociedad, destacando su capacidad de afianzar y desplegar esa noción de pluralidad, entendida no sólo como el número, la multitud o el aumento de medios, sino también como inclusión, cohesión, convivencia y reconocimiento”.
El doctor Repoll explicó que el libro no pretende reconocer ni ubicar lo comunitario en los márgenes, entendiéndose como lo marginal, sino por hacerse escuchar y generar espacios para la propia comunidad.
La radio comunitaria es “un montón de experiencias; no se trata de tener una definición única, pero sí de problematizar de manera teórica las implicaciones de nombrar sus procesos; además se despliega una agenda para documentar las historias de este movimiento social: las estaciones que siguen ahí, otras que han desaparecido o se han transformado y en esa línea hay mucho trabajo por hacer desde los propios hacedores y desde la academia”.
La emisora debe entenderse como un lugar que puede convivir, instalarse e insertarse en un ecosistema de comunicación que integra Internet y las lógicas multi y transmediales, dijo el coordinador de la Maestría en Comunicación y Política de la Unidad Xochimilco.
La maestra Aleida Calleja Gutiérrez, directora del Instituto Mexicano de la Radio (IMER), recalcó que las radiodifusoras comunitarias emprendieron un movimiento disruptivo que puso en jaque a muchos sistemas mediáticos privados ya establecidos que se resistieron y trataron de evitar su reconocimiento, y ahora enfrentan al reto de repensarse ante las nuevas expresiones y formas de comunicación.
La obra editada por la Unidad Xochimilco brinda una suerte de fotografía a partir del análisis de casos que dan muchas pistas para seguir estudiando el tema, como un “movimiento social de gran calado” que vale la pena revisar desde las condiciones de gestión, evolución, vías de inclusión y colaboración ciudadana.
La maestra Magdalena López Rocha, integrante de la Corporación para el Estudio de las Desigualdades de Género, apuntó que el texto “ofrece la sustancia histórica y conceptual del desarrollo de la radio comunitaria, tanto en México, como en otros países, en particular de Argentina y Colombia, y aun cuando cada pieza persigue objetivos diversos hay dos cuestiones debidamente planteadas: estadísticas, fechas relevantes, nombres de personas, lugares y leyes que han hecho posible la existencia, el cambio y la supervivencia de esos medios de comunicación”.
La investigadora consideró que al incorporar en el título la frase “participación ciudadana sin límites” se hace un digno reconocimiento a quienes han hecho posible la existencia de elementos que se ha nutrido del conocimiento, la creatividad y la voluntad política electora.