José Luis Camacho López
El texto publicado por el portal de información estadunidense Propublica: “¿Entregaron los narcotraficantes millones de dólares a la primera campaña del Presidente Mexicano López Obrador?” (sobre una investigación de la Drug enforcement Aministration, DEA), carece de las bases mínimas del periodismo deontológico: rigor y objetividad.
El reportaje es una publicación sin fuentes veraces y noticias creadas por los mismos autores. Desechada por falta de elementos de pruebas y no concluyente. Carece del rigor de “un espejo plano”, que cita Camilo José Cela en su Decálogo del Periodista, como condición de un periodismo que antepone la verdad a la mentira y hace oídos sordos a los cantos de la sirena.
Ese periodismo es fatuo, especulativo, sinuoso, banal, vago, orientado para utilizarse como instrumento de propaganda política en el contexto de la sucesión presidencial que vive México.
La nota desembocó en los hashtags, especies de la aguja hipodérmica o bala mágica, que proviene de la propaganda de guerra desde hace más de un siglo.
El semiólogo italiano Umberto Eco decía que bastaba con difundir la sombra de una sospecha con noticias inexistentes fundadas en rumores o chismes para echar andar la maquinaria del fango en cualquiera de los medios de información, periódicos, radiodifusoras, televisoras o espacios digitales con el objetivo de deslegitimar, dañar y descalificar al adversario político.
La maquinaria del fango se instala en los ámbitos que el filósofo venezolano, Antonio Pascuali, llamó “democracias confiscadas por minorías organizadas cometiendo atropellantes abusos de posición dominante en comunicaciones”; de “dictaduras plutocráticas soft, nacionales y supranacionales, basadas en manipulaciones científicas del consenso y en controles globales de los medios”.
Ese tipo de información no confirmada o inducida, forma parte de los empeños de “golpes suaves” que, desde las entrañas del gobierno norteamericano, se aplicó al gobierno social-demócrata de Salvador Allende a través de la prensa local y agencias internacionales para desestabilizarlo, entre 1970 y 1973, que desembocó en el cruento y sangriento “golpe duro” del 11 de septiembre de 1973.
La publicación de Propublica con la presunción torcida e inducida: “¿Entregaron los narcotraficantes millones de dólares a la primera campaña del Presidente Mexicano López Obrador?”, tuvo versiones similares refriteadas en Deutsche Welle e Insight Crime, publicadas simultáneamente en esos tres medios trasnacionales a finales de enero.
Las tres publicaciones difundidas (Propública, Deutsche Welle e Insight Crime), encuadran en la descripción que hace el semiólogo italiano de la maquinaria del fango: detonador a su vez de esa maquinaria etiquetada o hashtag #NarcoPresidente con más de 170 millones de vistas o bots esparcidos en varios países.
El 40 por ciento de los tuits se publicaron desde territorio nacional; 28 por ciento en Argentina; 13.6 por ciento, España; 10.8 Colombia, 2.9 por ciento Estados Unidos, según Julián Macías, analista de redes sociales, quien llegó a sumar 500 mil publicaciones propagandistas de la desinformación.
El fango de esa maquinaria bañó a todo vapor la concentración del 18 de febrero de 2024 en el Zócalo de la Ciudad de México, convocada por el Frente Cívico Nacional y su gelatinosa alianza de partidos, donde el único orador fue el expresidente de Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, cuyo discurso era interrumpido por el alarido de la muchedumbre: “narco presidente” o “presidente narco”, en esa concentración de 90 mil asistentes, según el gobierno local, y hasta 700 mil según sus organizadores.
La maquinaria de ese fango periodístico alcanzó a la candidata presidencial Claudia Sheinbaum con los hashtags: “#NarcoCandidataClaudia”.
Esa misma versión difundida por Propublica, Deutsche Welle (DW) e Insight crime, se acredita principalmente a Tim Golden, un periodista norteamericano reconocido con los premios Pulitzer que, según el periodista Juan Becerra Acosta, conductor de noticiarios en el emporio radiofónico Radio Fórmula, “fue corresponsal en México de The New York Times y se volvió cercano a Otto Granados y a José Carreño, voceros de la Presidencia deCarlos Salinas de Gortari” “Encuestas y el pleito con la verdad”, La Jornada, 14 de febrero de 2024). Criterios editoriales retorcidos
En sus perfiles editoriales, los tres medios postulan criterios y políticas éticas que no coinciden con la información que publicaron ahora simultáneamente, y sin pruebas que avalaran sus dichos, perdieron fuerza cuando el gobierno estadunidense respondió que al Presidente López Obrador no se le investigaba, ya que la especie original tuvo su origen en una investigación de la DEA, cerrada desde 2011.
Por ejemplo, ProPublica declara ser “un medio independiente y sin ánimo de lucro que produce periodismo de investigación en pro del interés público” y dice dedicarse a “exponer la corrupción” y ser “una agencia de noticias independiente y sin ánimo de lucro”, cuyas oficinas se encuentran en Manhattan, Nueva York, que inició operaciones en 2008.
Sin embargo sus trabajos se difunden sin cargo en periódicos o televisiones (CNN, Newsweek, USA Today, New York Times). Para considerar su tan cacareada independencia hay que observar que sus fuentes de financiamiento provienen de Fundación Sandler, Fundación Knight, Fundación MacArthur, Pew Charitable Trusts, Fundación Ford, Carnegie Corporation y otros. En 2010, recibió 125 mil dólares por dos años de la Open Society Foundations, de George Soros, informa en su portal Propublica.
De los medios que difundieron esas publicaciones, la que más extraña es la DW por ser un medio con una política editorial sustentada como servicio público. “¿Qué pasó con la investigación a campaña de 2006 de AMLO?, publicó la periodista mexicana Anabel Hernández en la DW, una organización pública mediática de Alemania que recibe fondos del erario provenientes de los impuestos de los causantes de ese país.
Desde su entrada, Hernández afirma que “una investigación realizada entre 2010 y 2011 por la Fiscalía Federal del Distrito Sur de Nueva York y la agencia antidrogas DEA, hasta ahora secreta, obtuvo pruebas sólidas de que el Cartel de Sinaloa aportó entre 2 y 4 millones de dólares a la campaña de Andrés Manuel López Obrador cuando fue candidato a la Presidencia en 2006”.
Un párrafo adicional de esa entrega ilustra ese tipo de aparentemente “periodismo serio y de información confiable” y sin “prejuicios” en la DW: “Ese día, según supo el gobierno de Estados Unidos, AMLO habló telefónicamente con “La Barbie”, agradeció el apoyo económico a la campaña y dijo que cuando llegara a la presidencia quería que disminuyera la violencia para lo cual le pidió ayuda al narcotraficante”.
La DW fue creada en 1953 y su información se retransmite o tiene versiones en idioma regional a 60 países en 60 idiomas. Unos cuatro mil periodistas “de más de 140 países trabajan para DW en todo el mundo por un objetivo común”. Según la DW produce contenido multimedia de “alta calidad”, que se distribuye a través de televisión, radio, redes sociales e internet”.
Se jacta de sus banderas editoriales: “la libertad y los derechos humanos, la democracia y el Estado de derecho, el comercio mundial y la justicia social, la educación sanitaria y la protección del medio ambiente, la tecnología y la innovación”.
Para la DW “los medios de comunicación juegan un papel importante: contextualizan los hechos, dan un espacio público a la diversidad de opiniones y moderan eldebate. Apostamos por personas, organizaciones y comunidades que quieren un diálogo constructivo y que contribuyen a crear una sociedad civil activa e informada”.
En 2018, al celebrar sus 65 años en el Parlamento Alemán, la entonces canciller Angela Merkel, afirmó que la emisora era “sinónimo de periodismo serio y de información confiable y objetiva”. Asimismo, dijo que “Deutsche Welle es una historia de éxito y hoy es más necesaria que nunca”. En ese evento, el entonces director general de Deutsche Welle, Peter Limbourg, advirtió sobre los peligros de la “propaganda y la desinformación”. La DW, dijo, “quiere llegar a más público” a través de sus distintos canales de difusión, “en especial, a donde la gente está sometida a la propaganda y la censura”.
Para cumplir, presuntamente, con ese propósito en 2017, en su redacción en lengua rusa, la DW inició un proyecto para verificar información que permite detectar la “amenaza” de las noticias falsas: Fake News, bots y trolls en la red. En 2023, según la DW, su contenido multimedia en 32 idiomas registró semanalmente 320 millones de contactos de usuarios en todo el mundo.
El tercer medio, InSight Crime, difundió la misma información con un tratamiento de edición (darle la “vuelta” y “enriquecerla” se dice en la jerga periodística mexicana) que le imprimió Steven Dudley con el título “Operación Polanco: cómo la DEA investigó la campaña presidencial de AMLO en 2006”, una publicación a la que contribuyó Parker Asmann.
Este portal dice que su política editorial ser: “un centro de pensamiento y un medio de comunicación sin ánimo de lucro que busca profundizar y enriquecer el debate sobre el crimen organizado y la seguridad ciudadana en América Latina y el Caribe, mediante la publicación constante de informes, análisis, investigaciones y sugerencias de políticas sobre cómo abordar los múltiples desafíos que estas problemáticas presentan”.
InSight Crime argumenta de su trabajo: “…entrevistar, informar e investigar”. Luego verifica, escribe y edita, “brindando las herramientas para generar un impacto real”. Igualmente dice asegurar que “fusiona el periodismo de investigación con el rigor académico, construyendo su análisis a partir de una extensa investigación de campo, que implica hablar con todos los actores, legales e ilegales”.
Además, asegura que su organización trabaja “con una red de expertos y aliados en la región para brindar análisis de riesgos, diagnósticos y oportunidades para una intervención positiva”. Ese portal recibe apoyo financiero de Open Society Foundations, Center For Latin American & Latino Estudies, Suecia Sverige, Global Investigative Journalism Network.
Juan Pablo Becerra Acosta, en una de sus emisiones radiofónicas, fue de los periodistas mexicanos que descalificó esas publicaciones por la ausencia de solidez en su veracidad y por evidente falta de pruebas. En su artículo Encuestas y el pleito con la verdad”, Becerra Acosta fue más incisivo: escribió que Golden “publicó hace unos meses en el The New York Times dominical un reportaje acerca del general Salvador Cienfuegos, donde reproduce todos los argumentos de la DEA y ninguno de los múltiples elementos exculpatorios.
“Que no le tomen el pelo, no permita que sus simpatías políticas, sean las que sean, lo alejen de la realidad”, pidió Becerra Acosta a los lectores de esa publicación al señalar que ese tipo de periodismo cabía en la “posverdad, es decir, el prefascismo”.
Otro periodista y escritor que descalificó el contenido de los tres reportajes fue Juan Villoro, quien en su columna “La DEA opina”, publicado en Reforma (10 de febrero) cuestiona esas investigaciones basadas solamente en sospechas y en declaraciones de testigos protegidos del organismo estadunidense.
Villoro afirma que Tim Golden “es un buen periodista, sin embargo, en ocasiones se convierte en vocero de su principal fuente: la DEA. En estas mismas páginas cuestioné su reportaje sobre su reportaje sobre el general Cienfuegos”. Además, critica que la DEA otorgue verdad a señalamientos de narcotraficantes. “¿Qué grado de veracidad tienen sus palabras?”, pregunta el escritor.
Antes de concluir su artículo Villoro publica las precisiones de Carlos A. Pérez Ricart, un investigador del CIDE sobre ese material periodístico: “La filtración que dio pie a las publicaciones sobre el presunto financiamiento ilegal de la campaña de Andrés Manuel López Obrador en 2006 debe entenderse en el marco de la pésima relación que tiene la DEA con el gobierno de la 4-T”.
Villoro concluye que el reportaje de Golden sobre el posible apoyo del narco a AMLO en 2006 es una muestra de que el “uso selectivo de la información es un arma política: en temporada electoral se difunden sospechas”.
En el mismo contexto de un periodismo furioso se coloca el reportaje anunciado por The New York Times sobre las presuntas recepciones de dinero del narcotráfico que recibieron en 2018 durante su campaña presidencial gente cercana al presidente López Obrador, sus hijos y colaboradores cercanos, un golpe atroz de la misma maquinaria del fango echada andar en la sucesión presidencial de 2024. En México ese tipo de “periodismo” tiene también sus raíces en la maquinaria del fango.
Estas publicaciones forman parte del control que sobre la producción y distribución de las iDEAs, están concentradas en las manos de los dueños de la economía capitalista, que llegan a dominar el pensamiento de los grupos subordinados de los medios de información, como ya han subrayado Graham Murdock y Peter Golding (Capitalismo, comunicaciones y relaciones de clase,1977).
*Periodista y académico de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM