El desplegado firmado por analistas, académicos y periodistas titulado Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia, publicado a mediados de julio, desconcertó no por los firmantes, casi todos opositores al Presidente Andrés Manuel López Obrador antes de que este ganara la Presidencia en el 2018; sino por la carencia de argumentos sólidos que le dieran motivo real de publicación, y que lo hiciera útil para el debate político.
El primer párrafo, por ejemplo cuestiona lo que por ley se permite: “Morena y sus aliados lograron que una minoría de votos se convirtiera en una mayoría de escaños en el Congreso”. Es decir “denuncia”, lo que ocurre desde hace décadas en el congreso: las alianzas políticas. Y, sin aportar pruebas, se agrega: “Además amplió el número de diputados de su grupo me – diante la compra de representantes electos de otros partidos”.
Los 30 firmantes, en sus respectivas actividades, han ejercido la crítica y el análisis de la realidad nacional presente y pasada, pero le niegan ese derecho a López Obrador, e invocando al autoengaño, aseguran que el Jefe del Ejecutivo “toma decisiones unipersonales, polariza a la sociedad en bandos artificiales, desacredita la autoridad de los órganos especializados como el INE y ataca toda forma de expresión que no identifique con su visión política. Es decir, que a esos órganos especializados, no se les puede criticar o reformar a pesar del polémico desempeño documentado en varios aspectos a través del tiempo.
Según los signantes lo anterior representa “retroceder los avances democráticos”. Y, llaman a constituir una alianza ciudadana para que con los partidos de oposición, se construya un bloque para reestablecer “el verdadero rostro de la pluralidad”. A pesar de la debilidad de los argumentos del panfleto de marras, el Presidente dio una respuesta insólita, y en un ejercicio de transparencia y pluralidad, al otro día de la publicación, el contenido fue leído en la conferencia mañanera. Aunque el mandatario no dejó de ejercer su derecho de réplica.
En un breve texto, titulado Bendito Coraje, López Obrador respondió: “Celebro que escritores y periodistas que han defendido desde siempre el modelo neoliberal o neoporfirista se agrupen, se definan y dejen de lado la simulación para buscar restaurar el antiguo régimen, caracterizado por la antidemocracia, la corrupción y la desigualdad. La historia nos enseña que cuando se pone en práctica un proceso de transformación, siempre se produce una reacción conservadora.
“Quizá lo único que pueda reprocharse a tan famosos personajes es su falta de honestidad política e intelectual, manifestada en el mismo contenido de su proclama. Bastaría con preguntarles: ¿cómo contribuyeron a “los avances democráticos… para salir de un sistema autoritario y establecer la de – mocracia” si casi todos ellos defendieron o guardaron silencio cómplice ante los fraudes electorales de la historia reciente del país?
En un análisis acerca del papel de los intelectuales y el poder, el italiano Norberto Bobbio, escribió: “Nuestro problema no está en saber si los intelectuales son rebeldes y conformistas, libres o serviles, independientes o dependientes, sino en intercambiar algunas ideas sobre aquello que los intelectuales que se reconocen en una determinada fracción política desearían o deberían hacer”.
Cabe preguntarse, entonces, ¿De qué lado están los firmantes de aquel panfleto?
