El movimiento estudiantil en Guadalajara 1970-1973 ¿Impactó educativamente a la Universidad?
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El movimiento estudiantil en Guadalajara 1970-1973 ¿Impactó educativamente a la Universidad?

Israel Tonatiuh Lay Arellano

Introducción

Guadalajara, Jal.- En 2002, la profesora normalista Armida Arellano Cerritos presentó su tesis de maestría, dentro del programa del Instituto Superior de Investigación y Docencia para el Magisterio (ISIDM), de la Secretaría de Educación de Jalisco, con el título El movimiento estudiantil de 1970-1973 en Guadalajara y su impacto educativo en la Universidad de Guadalajara, cuyo objetivo fue demostrar cómo la ideología implícita en las propuestas educativas del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) influyeron en la orientación ideológica de la educación media superior y superior de la Universidad de Guadalajara (UdeG).

Esa tesis planteó la hipótesis de que la disidencia estudiantil conformó el movimiento no sólo con el rechazo a las acciones de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), sino también con postulados que fueron recuperados e incorporados en las reformas universitarias de los años ochenta.

Si bien, con el rigor académico que merece una tesis de posgrado es posible debatir sobre su construcción y conclusiones, rescatar las fuentes de consulta y las entrevistas realizadas abre una veta de información y de acceso al conocimiento histórico sobre esa etapa en nuestra universidad, muy apartada quizá, de las visiones de los intelectuales orgánicos de esta casa de estudios y de los sesgos oficiales.

Antecedentes

Aunque no es el objetivo de este ensayo retomar la historia de la FEG, o del FER, ni de sus antecedentes, sí es importante resumir que la nueva Ley Orgánica de 1947 reaccionó contra la radicalidad de la Ley de 1934 (en la cual el marxismo-leninismo era la doctrina orientadora de la universidad), además de que en uno de sus artículos transitorios otorgaba al entonces gobernador Jesús González Gallo “la facultad de nombrar a todos los maestros de la universidad cesando a todos los anteriores, oportunidad para una entrada masiva de maestros de ideología distinta a la anterior”. (Arellano, 2002:37)

En este sentido, el Frente de Estudiantes Socialistas de Occidente (FESO) –al que mucho se le debe en la reapertura de la universidad en 1937 gracias a que así se lo solicitó al presidente Lázaro Cárdenas a cambio de respaldar su política- fue desconocido por la nueva Ley Orgánica, además de que sus miembros comenzaron a ser reprimidos y el movimiento fue perdiendo fuerza.

Ante esta situación surgieron varios grupos con el objetivo de mantener a los alumnos unidos: la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), la Federación de Estudiantes Jaliscienses (FEJ) que aglutinaba a los miembros de la Universidad Autónoma de Guadalajara, y la FEG, la cual reunió a diversos grupos minoritarios, quedando formalizada el 23 de enero de 1948.

Si bien personajes propios de la FEG, como su fundador Carlos Ramírez Ladewig, o Tonatiuh Bravo Padilla, ex presidente de la FEG y ex rector de la UdeG, señalaron que este nuevo organismo inició con una lucha clara y abierta para reformar la Ley Orgánica de 1947, su objetivo fue reconquistar la vida democrática de la universidad, (Ramírez, 1977 & Bravo, 1988).

Para Gabriel Vargas, “la FEG nació como un organismo de control del gobierno en la universidad, sin embargo, debido a su permanencia, poco a poco logró el control absoluto de la universidad y una cierta autonomía con respecto a los gobiernos priistas”. (Vargas, 1998).

La impunidad y cinismo de los miembros de la FEG llegó a tal grado que no sólo controlaba parte del ingreso de estudiantes a la universidad e impedía que elementos ajenos a su ideología pudieran competir democráticamente por los comités estudiantiles, sino que en franca actitud gansteril “llegaron al extremo de robar y saquear los edificios escolares de la propia universidad” (Excélsior, 1973).

Ante estas condiciones, señala Arellano, hubo gran inconformidad de grupos cada vez más numerosos de estudiantes, cada día la presión de la FEG sobre ellos se agudizó surgiendo así el FER.

El parteaguas en la investigación es el Movimiento Estudiantil de 1968, en el que la FEG no sólo se había negado a participar, sino que, como aliado gubernamental en ese momento, se dice que agredió y persiguió a los emisarios que acudieron a Guadalajara en busca de simpatizantes para su causa. Caso contrario ocurrió entre los jóvenes y estudiantes residentes en los barrios de San Andrés, San Rafael y Oblatos, al oriente de la ciudad, algunos de los cuales hospedaron a los visitantes y se convirtieron en voceros del movimiento que se encontraba en proceso en la capital del país.

“Algunos de los estudiantes de San Andrés, podríamos decir que los más inquietos, se trasladaron a la Ciudad de México porque la mayoría desconocía lo que había ocurrido realmente ya que los medios de comunicación se ocupaban del evento de las Olimpiadas y el Estado había prohibido hablar de los sucesos de Tlatelolco. Estos muchachos fueron los que trajeron la información, así como impresos que empezaron a circular por las casas de San Andrés y barrios aledaños, al tiempo que los de la FEG golpeaban o amenazaban a los que hablaban del Movimiento Estudiantil de México”. (Arellano, 2002: 22)

Como recompensa por su alianza contra el Movimiento Estudiantil del 68, el gobierno permitió que los dirigentes fegistas asumieran los altos puestos directivos en la universidad: la Rectoría, Secretaría general, Oficialía mayor, etcétera. (Arellano, 2002: 48). Esta suma de situaciones orilló a la fundación del FER en septiembre de 1970. El pliego petitorio de esta naciente agrupación hacia las autoridades universitarias y gubernamentales se resume en los siguientes puntos:

1. Democratizar desde su base el movimiento estudiantil y pasar por la democratización de toda unidad universitaria.

2. Expulsar de las aulas universitarias a la pandilla fegista, incluyendo al rector Ignacio Maciel Salcedo.

3. Luchar por una educación popular y científica, abriendo la universidad a la juventud trabajadora y poniendo al día a los estudiantes universitarios en consonancia con los avances científicos y técnicos de la época. (Sepúlveda, 1990).

Las propuestas educativas del FER

Si bien el FER enarboló una lucha ideológica además de realizar propuestas en aspectos educativos, la violencia estuvo presente. Algunos intelectuales orgánicos de la propia universidad señalaron:

“Los vikingos , una de las pandillas más importantes y numerosas que en un proceso de politización pasó a constituir junto con otras organizaciones el Frente Estudiantil Revolucionario, con el objeto de disputarle a la Federación de Estudiantes de Guadalajara, por la vía de las armas, la representación de la comunidad estudiantil y de la UdeG”. (Tamayo, J. 1986)

Sin embargo, nunca fue el objetivo del FER tomar la FEG por la vía de las armas, sino a través del diálogo en los mítines y del sufragio democrático (Arellano, 2002: 52), aunque la FEG no permitiría acciones de este tipo y respondería con violencia. Un ejemplo de ello es el acontecimiento del 29 de septiembre de 1970 en el Politécnico, donde después de una agresión armada y la respuesta a ésta, resultó muerto el presidente de la FEG y sobrino del entonces gobernador Fernando Medina Lúa.

El FER no sólo pedía un cambio político o social, sino una modificación en el seno mismo del aula, “vivir una transformación tanto en el estudiantado como en los catedráticos, consecuentemente con la evolución del proceso pedagógico dentro de la Universidad de Guadalajara” (Arellano, 2004: 56). Lo anterior era congruente con la opinión expresada, en ese contexto, por Salvador Hernández Barba:

“Tenemos profesores que no saben siquiera lo que es la Universidad, otros que no estudian sino lo indispensable para dar las clases cuyo compromiso adquirieron, pero que permanecen estancados por falta de espíritu de superación (…) algunos con grandes ideales y otros ninguno (…) hay quienes concurren puntualmente a sus clases y otros no asisten a ellas por falta de responsabilidad”. (Hernández, 1965)

En una de las demandas que el FER elaboró, exigía en su quinto punto “Garantía absoluta de no injerencia de la Universidad por parte de las autoridades estatales a fin de lograr el clima de paz y tranquilidad único en el que se puede desenvolver la ciencia y los propósitos académicos” (Arellano, 2002: 60). De acuerdo con la autora, la similitud de las propuestas tanto del FER como de la FEG en 1972, son las siguientes: “La filoso fía de la reforma educativa de 1972”, resumida en la siguiente tabla:

De acuerdo con Arellano, las propuestas del FER concordaban con las de Guadalupe Zuno Hernández, con respecto al proyecto para la Universidad de Guadalajara, inspirado en el Manifiesto de Córdoba (Argentina 1918), el cual privilegia el enlace entre la sociedad y la cultura y en donde se sustentaba la exigencia de:

1. Asistencia a clases como medio de boicot a los malos profesores.

2. Docencia libre, que pretende enfrentar al profesor burocratizado con profesores ajenos a la cátedra.

3. Sustitución de la clase por la enseñanza en laboratorios y seminarios abiertos a las inquietudes científicas y sociales.

4. Participación de los estudiantes en el gobierno de la universidad y demás centros de enseñanza como medios de democratización del sistema educativo

5. Extensión universitaria como medio de vinculación entre universidad y sectores obreros y populares.

6. Autonomía universitaria en defensa de la Universidad en contra de la intromisión de los gobiernos oligárquicos y reaccionarios. Si bien la autora no logra consolidar una conclusión contundente sobre el impacto educativo del FER en la Universidad de Guadalajara, su contribución es dar pistas, o incluso provocar la discusión sobre su hipótesis y sus afirmaciones.

Si no se puede afirmar que la reforma de 1972 y las posteriores retoman el espíritu de las propuestas de esa organización, tampoco podemos negarlo si se toma en cuenta un contexto en el que después de una grave represión gubernamental, se decidió encauzar una política de mayor inclusión social y objetivos académicos, en un símil con la reforma electoral de Luis Echeverría.

Rescatamos, como se señaló al inicio, el tejido entre las fuentes recuperadas y los testimonios y entrevistas realizados a más de ochenta universitarios contemporáneos a esos sucesos en los años setentas, contribuyendo a una óptica más de la historia de la universidad, en esos años de suma polémica. Finalmente, por influencia o no del FER, sus propuestas continúan siendo vigentes a casi cincuenta años del surgimiento de ese movimiento estudiantil.

Arellano, A. (2002). El movimiento estudiantil en Guadalajara 1970-1972 y su impacto educativo en la Universidad de Guadalajara. Tesis de Maestría. ISIDM. Bravo, T. (1988). Discurso (en la candidatura por el PRI de Carlos Salinas de Gortari a la Presidencia de la República), febrero de 1988. Excélsior. (1973). La FEG, “mafia” tapatía, escalón político. 3 de abril de 1973. Hernández, S. (1965). Ideal Universitario, en “Horizonte Universitario”. Publicación de la Federación de Profesores Universitarios. Abril-mayo 1965. Pp. 7-18. Ramírez, C. (1977). Discurso, en “Primera Jornada de Ideología Universitaria”, Editorial UDG. Sepúlveda, C. (1990). El FER, la historia, las sombras, en “Diez, semanario de política y cultura”. Septiembre de 1990. Tamayo, J. (1986). “Perspectivas de los movimientos sociales en la región centro-occidente”. Editorial Línea. Vargas, G. (1998). El movimiento estudiantil del 68 en la Universidad de Guadalajara, en “Memoria. Revista mensual política y cultural”, número 115, septiembre de 1998.

2 de octubre de 2021