Candidatos y suspirantes: los likes en redes sociales no dan votos
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Candidatos y suspirantes: los likes en redes sociales no dan votos

Claudia Benassini Félix

Las últimas entregas de este espacio se han destinado al seguimiento, análisis y reflexión sobre la presencia de suspirantes y aspirantes en la arena pública de las redes sociales. Cualquier eufemismo -asambleas informativas, recorridos por el territorio o encuentros con los simpatizantes- lleva directamente a gira proselitista y actividades de campaña. Este proceso, que se inició hace más de dos años por diversas vías que van desde las declaraciones presidenciales hasta los destapes adelantados, ha incrementado de manera importante la presencia de suspirantes en las redes sociales.  

Partidos, bandos políticos, coaliciones y hasta uno que otro independiente han tomado Facebook, X, Instagram y TikTok como sus casas de campaña. Independientemente del resultado electoral, lograr adeptos a través de estos medios no es sencillo y, por lo mismo, no siempre se consigue. El resto de este espacio ofrece al lector una actualización de la presencia de candidatos y suspirantes en las redes sociales, que da paso a una reflexión sobre sus implicaciones.

El rumbo son las redes sociales

Como tal, la presencia de los candidatos mexicanos en las redes sociales cobró forma durante las campañas de 2012[2]. Entonces los estrategas de Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota encargaron a sus respectivos community managers la gestión de las redes sociales. Las promesas, mensajes y buenos deseos de los candidatos hacia los mexicanos se acompañaron rápidamente de bots, trolls y estrategias desinformativas. Quizá el resultado más importante de esta primera incursión fue el giro de la comunicación política y la eternización de suspirantes a puestos de elección.

Seis años más tarde, aparentemente sin recurrir a estrategia alguna, las benditas redes sociales contribuyeron al triunfo de Andrés Manuel López Obrador. En suma, de manera gradual pero decidida la propaganda político-electoral se ha sumado a los contenidos de las redes sociales junto con la información y las fake news, los bots y los trolls, la publicidad, las promociones, más todo lo que desfila apaciblemente por las líneas de tiempo de los usuarios.

Un recorrido por las redes

Como ya se comentó en la presentación, desde hace al menos dos años los suspirantes a ocupar cargos de elección sentaron sus reales en las redes sociales. Algunos lo habían hecho desde antes, tanto por sus actividades en la esfera pública como por su interés soterrado en la presidencia, gubernaturas, jefatura de gobierno, alcaldías… o de perdida un escaño o una curul.

Pensemos en Santiago Creel, Miguel Ángel Mancera o Silvano Aureoles, con mucha presencia en redes y siempre dispuestos a salvar al país. No contaban con que Xóchitl Gálvez, entraría por la puerta de la Mañanera rumbo a la candidatura por el Frente Amplio Progresista. A ellos se sumó un beligerante Enrique de la Madrid, con su actitud parsimoniosamente crítica hacia el gobierno de la 4T, quien terminó por aceptar que estaba listo y dispuesto a ocupar la silla presidencial. Santiago y Enrique continúan en campaña -por lo que se ofrezca- y siguen llenando sus redes de críticas salpicadas de fotos familiares y en eventos proselitistas. El lado de la 4T no se queda atrás con el siempre aspirante Marcelo Ebrard -también todavía en campaña- o Ricardo Monreal dispuesto a sacrificarse, o Claudia Sheinbaum de alcaldesa de Tlalpan a Jefa de Gobierno y actual coordinadora de los comités de defensa de la 4T.

En las redes sociales también habitan quienes aspiran a las ligas intermedias, como Sandra Cuevas, convencida de su buena gestión en la alcaldía Cuauhtémoc y dispuesta a replicar su modelo en el resto de la capital. Santiago Taboada que aspira a lo mismo, pero desde la alcaldía Benito Juárez, o Lía Limón desde Álvaro Obregón, mientras Adrián Ruvalcaba levanta la mano desde Cuajimalpa. Alessandra Rojo de la Vega, influencer feminista que busca servir a la comunidad de la alcaldía Cuauhtémoc. Por la 4T, Omar García Harfush, usa las redes para limpiar su abollada reputación y vender un plan de gobierno para la capital, mientras Clara Brugada desde Iztapalapa comenta su propuesta en su oficina, donde muestra sus fotos junto a Claudia Sheinbaum para que no quepa duda, además de resultados de encuestas donde aparece favorecida. ¿Y qué tal Hugo López Gatell buscando humanizar la ciudad de México?

Esto es lo verdaderamente triste de este recorrido que, por lo demás, muestra el enorme desperdicio invertido en community managers. Para empezar, no conocen su trabajo: suben el mismo contenido a todas las redes, sin considerar que un usuario puede tener cuenta en Facebook, Instagram, X y TikTok, con la consecuente repetición de proselitismo. Las mismas imágenes, los mismos textos redactados como guiones y quizá desconocidos por los titulares de las cuentas que siempre lucen su mejor avatar.

Al respecto Jodi Dean, politóloga estadunidense, se muestra escéptica ante este escenario: En las redes sociales, algo bien argumentado, verdadero e importante para un asunto de verdadera preocupación rara vez se registra porque el flujo de contribuciones es interminable y constante. Algo más que es verdadero e importante no aparecerá mañana, sino que aparecerá al mismo tiempo, en el mismo feed, reclamando la misma atención (Dean, 2021, p. 5).

Basta con echar un ojo a los comentarios hechos a cada publicación, en los que se entremezclan alabanzas, descalificaciones, voces de júbilo emitidas por seguidores casuales que dejan su comentario junto al de los bots y a los de quienes podrían estar comprometidos con una causa. Yo invito al lector a que se dé una vuelta por estos perfiles para que pueda formarse una opinión al respecto.

En este paisaje homogeneizador lo que sucede con Tik-Tok no tiene desperdicio. Nuestros suspirantes de han asentado aquí porque la red está calificada por estrategas de la comunicación como un nicho de jóvenes. Pero, insisto, ahí están las mismas publicaciones que en otros sitios. Nada más que aquí mientras García Harfush hace proselitismo, en otros perfiles las harfushlovers destacan sus atributos mientras suben videos mostrando cómo se roban sus fotos de las parades de la capital. Enrique de la Madrid es objeto de críticas por parte de Jorge Suárez, mientras Mel Bugarini afirma que no lo tomará en cuenta para la presidencia ya que no está haciendo el ridículo “aquí en TikTok”, o al borde del coraje por las críticas de Viri Ríos en Canal Once.  

O una Xóchitl Gálvez mal recibida en Tabasco, mientras en otro perfil circulan audios descalificando a los pobres y en otro más Paola Elizabeth Chávez, aspirante a consejera por la Comisión Reguladora de Energía, la reprueba en física y le recuerda que es senadora por dedazo. O Claudia Sheinbaum en un semi vacío estadio azul mientras Mario Delgado regaña a la militancia de Morena. Todos estos pasajes -y muchos más- con más likes y comentarios que los perfiles de los suspirantes.  

Pero lo que verdaderamente los pinta de cuerpo entero es su oportunismo frente a la tragedia que atraviesa Acapulco. Sheinbaum, Brugada, Enrique, Omar y todos los demás deciden hacer un alto a sus actividades para sumarse a las colectas o de perdida a los buenos deseos por el pronto rescate del sitio turístico más importante de México a nivel mundial. Ni hablar de Xóchitl Gálvez, quien llega a la Cruz Roja acompañada de reporteros, con su camioneta llena de artículos para los damnificados. El proselitismo de cara a la tragedia es una de las costumbres más arraigadas en los políticos mexicanos de todos los partidos.

Hacia la reconfiguración de la esfera pública por vía de las emociones

Los mensajes proselitistas no llegan a los destinatarios tan nítidamente como lo esperan los estrategas de campaña y los community managers. Más bien desfilan parsimoniosamente por las líneas de tiempo de los usuarios, alternados con fotos, selfies, mensajes de amigos, videos y noticias sobre temas de su interés. No estoy diciendo nada nuevo: reitero que estos escenarios deberían tomarse en cuenta en la planeación de la estrategia. Pero, sobre todo, debe tomarse en cuenta que hoy por hoy las redes sociales son el nicho de los afectos y las emociones.

Para Megan Boler y Elizabeth Davis (2021), en un escenario como el descrito es necesario redefinir la estrategia de la propaganda para hacer frente a cámaras de eco, campañas virales y las emociones entretejidas: odio, estima, indignación, amor, resentimiento, pertenencia…: La política contemporánea facilitada por las redes sociales está alimentada por la incitación y circulación de afectos y emociones que están centralmente ligadas a los discursos de identidad. Los políticos y anunciantes modernos siempre han dirigido sus mensajes basándose en la demografía, pero el entorno de los medios digitales ofrece nuevas capacidades para dirigirse a los usuarios en lugar de vecindarios, códigos postales, canales de televisión u otros grupos (Boler y Davis, 2021, p. 22).

Éste es el ángulo elegido para continuar analizando los escenarios rumbo al 2024. Seguimos…

*Profesora Investigadora, Facultad Mexicana de Arquitectura, Diseño y Comunicación, Universidad La Salle Ciudad de México.

Bibliografía

Boler, Megan y Davis, Elizabeth (2021). Propaganda by other means. Boler, M. y Davis, E. (eds.) Affective politics of digital media, London, Routledge.

Referencias:  

La presencia de los aspirantes mexicanos en redes sociales inició tímidamente a partir de 2006, durante los primeros años de la web 2.0. 2012 marca un momento de consolidación de las campañas en Facebook y Twitter.

15 de noviembre de 2023