Kathia Martínez Dorantes
El 17 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS), eliminó la homosexualidad dentro de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE); especialistas determinaron de manera consensuada que “la homosexualidad es una variación natural de la sexualidad humana y no se puede considerar como una condición patológica”.
En los últimos años, expertos de la OMS rechazaron las «terapias de conversión», pues aseguran “carecen de justificación médica y científica, y representan una grave amenaza para la salud y el bienestar de las personas afectadas”, al igual que las personas trans “tampoco padecen un trastorno”.
También mal llamadas “terapias de conversión” o “terapias reparativas”, son impartidas a través de sesiones psicológicas, psiquiátricas, consejería religiosa, espiritual, coaching, entre otros métodos; quienes lo ejercen, asumen que hay algo que curar desde la perspectiva médica, aún sin sustentos científicos y pese a las recomendaciones de la OMS.
De acuerdo con la Asociación Americana de Psicología, la base ideológica de los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género (ECOSIG), considera que: “cualquier orientación sexual o identidad de género distinta a la heterosexual es anormal y requiere ser corregida o curada”.
-Me dijo: “‘saliendo de aquí no vas a tener relaciones con hombres, si no, te vas a morir de sida y si vuelves a tener algún contacto con un hombre te van a matar o vas a regresar mutilado’ (…) ‘híncate y pídele perdón a él’ -haciendo referencia a que le pidiera perdón a Dios- ‘arrepiéntete y dile que vas a dejar esa vida ingobernable y que renuncias a la homosexualidad’, yo le respondí que no, porque yo no era homosexual, soy una mujer trans y no iba a renunciar. Yo solo fui a un supuesto retiro espiritual para sentirme mejor.
Para Jazz Bustamante Hernández, el proceso en su transición como mujer transexual aparentemente no fue obstaculizado. Contó siempre con el apoyo de sus familiares y los más allegados a ella, quienes jamás la cuestionaron por su orientación sexual ni su identidad de género, a pesar de nacer en el seno de una familia muy religiosa en el estado de Veracruz.
Desde chica asistió a la iglesia católica e impartió clases de catecismo, fue a los 17 años que cambió a la iglesia evangélica. Luego de unos meses, ocurrió algo singular: el pastor le pidió que pasara al frente para hacer una oración, “recuerdo que cada domingo era, ‘demonios de la homosexualidad salgan de este cuerpo en el nombre de cristo, que la sangre de cristo tiene poder’ ponía su mano en mi frente, así como un tipo exorcismo”, recuerda Jazz.
“Fue escalando: los primeros meses me sentía bien, en las últimas semanas el pastor empezó a guiarnos a un cuartito, a las llamadas ‘células de sanación’, nos hincábamos, cerrábamos los ojos, nos agarrábamos la mano y (el pastor) se ponía a hacer oración para que se curara esa desviación, para que yo ‘me curara de la transexualidad’, que no le decían transexualidad sino homosexualidad”.
Éste, fue el comienzo de una larga manipulación por parte de grupos religiosos. Sin saber, estuvo expuesta a Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género (ECOSIG) o las mal llamadas “terapias de conversión”.
“No hay nada que curar”
También mal llamadas “terapias de conversión” o “terapias reparativas”, son impartidas a través de sesiones psicológicas, psiquiátricas, consejería religiosa, espiritual, coaching, entre otros métodos; quienes lo ejercen, asumen que hay algo que curar desde la perspectiva médica, aún sin sustentos fundamentados y pese a las recomendaciones de la OMS.
En la Guía de referencia para profesionales de la salud mental en el combate a los ECOSIG, realizada en colaboración con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED), la Universidad Nacional Autónoma de México y la asosiación civil Yaaj, Transformando tu vida, A.C., se indica que el término “terapia” lo emplean para validarlas como si en verdad lo fueran, no obstante, esas prácticas no pertenecen a la medicina o la psicología, es decir, no son terapéuticas.
Organizaciones de la sociedad civil y expertos en el tema, llamaron a estas prácticas como ECOSIG, porque se limitan sólo a “esfuerzos” que intentarán mediante procesos poco éticos y tácticas violentas, a cambiar algo que la ciencia ha demostrado que no se puede modificar. Los ECOSIG, además de ser considerados como tortura, son actos de discriminación contra las personas LGBTI+ y un fraude comercial.
Con 17 años, Jazz Bustamante se mudó al Estado de México. Una de las hermanas de la iglesia evangélica de Veracruz, le recomendó buscar una nueva sede en aquel lugar para continuar con su terapia, la que ocultaban bajo el nombre de “guía espiritual”.
-“Yo iba a la iglesia obviamente por mi búsqueda espiritual, yo siempre he sido una persona muy espiritual, nunca para que me reconvirtieran ni mucho menos”, indica Jazz. Al llegar a su nuevo hogar y tras encontrar la nueva sede, relata que sucedió exactamente lo mismo: “salgan demonios de la homosexualidad, agarrados de la mano, nos hincábamos, cerrábamos los ojos”.
Su regreso a Veracruz estuvo repleto de ideas nuevas, que al contrastar con las viejas, provocaron una gran confusión y múltiples emociones. Regresó a la iglesia, luego de mirarse al espejo, cortarse el cabello y vestirse nuevamente como hombre, molesta, frustrada y quebrada emocionalmente.
“Le pregunté al pastor ¿cómo podía quitar de mi mente el que yo me veía como mujer, que yo me sentía así?” La respuesta que recibió a cambio, fueron felicitaciones, abrazos, pues aparentemente se había “reconvertido” en lo que era, “un varón de Cristo”. “Esa ocasión hubo nuevamente el llamado exorcismo, yo me tiré a llorar, me abrazaron y les dije que esto era más fuerte que yo. Ya no regrese”.
Jazz representa a viva voz, a ese sector de la población que lucha y solicita a legisladores, erradicar este tipo de fraudes.
Pequeños pasos forjan el comienzo
El 24 de julio, el Congreso de la Ciudad de México aprobó la iniciativa presentada en 2018 por el diputado, Temístocles Villanueva, su objetivo: sancionar los tratamientos de las actividades que atentan contra la libre autodeterminación en materia de género de las personas o ECOSIG, dentro del artículo 206 bis del Código Penal local.
-“Yo pertenezco a la diversidad sexual, he sido activista desde el movimiento por la diversidad sexual desde los 16 años. Encontré la forma de relacionar mi activismo social con el trabajo político dentro de Morena”, reconoció Villanueva, “así que conozco muy bien la agenda de la diversidad sexual”, detalló.
La adición al Artículo 190 Quarter, indica que cualquiera de las mal llamadas “terapias de conversión” que utilicen métodos violentos, ya sean físicos, morales o psicoemocionales e involucren tratos crueles y denigrantes contra de la dignidad humana, se sancionarán con una pena de dos a cinco años de prisión.
“Las terapias no están prohibidas en sí mismas”, afirmó Temístocles, “las terapias están prohibidas cuando se obliga a las personas a recurrir a ellas a través de cualquier tipo de violencia: moral, física o psicológica”, especificó. “Lo que quiero decir de manera muy clara, es que todos estos jóvenes que vinieron con nosotros a denunciar estas terapias y a pedir que fueran sancionadas, mencionaron que, precisamente habían sido obligados o coaccionados por sus familias y que además, en su desarrollo, se usó violencia, que también se sanciona”.
El diputado local, es consciente que uno de los grandes problemas que continúa viviendo la población LGBT+, “es el rechazo de su familias y dentro de ese rechazo, la coacción para que asistan a estas “terapias”, porque además, quienes las realizan, se aprovechan de la ignorancia de las familias” al pensar que se trata de una enfermedad.
El informe “Práctica de las llamadas ‘terapias de conversión’” realizado por Víctor Madrigal, para la Organización de las Naciones Unidas, señala que estas prácticas se realizan en al menos 68 países y obtuvo, de acuerdo con testimonios, que la mayoría asistieron a esas reuniones fueron obligados por miembros de su familia, seguido de líderes religiosos.
De igual manera, una vez dentro de cualquiera de las sesiones impartidas y con la autorización de tutores legales, las personas son obligadas a realizar o aceptar tratos que involucren crueldad, como la privación ilegal de la libertad, violaciones correctivas, violencia psicológica, electroshocks y hasta castraciones químicas.
Bienvenidos, han llegado al lugar indicado, han llegado al lugar de las debilidades humanas
A los 23 años, Jazz fue violentada y discriminada nuevamente. Asistió a un supuesto “retiro espiritual” durante tres días (que ocultaron bastante bien bajo el argumento de actividades sanas que alimentan la paz espiritual), pagó un fondo de recuperación de 500 pesos, porque estas actividades no son gratuitas.
Ya en el lugar, un hombre los recibió diciendo: “Bienvenidos han llegado al lugar indicado, han llegado al lugar de las debilidades humanas”, aparentemente no era la única que atrajeron bajo engaños, pues muchos se miraron desconcertados. Durante esos días, notó que en realidad la habían expuesto a pláticas de coaching con el fin de cambiar su identidad de género.
“Llego al retiro, me dicen vamos a ir a una hacienda (le llaman hacienda de Mina), hay caballos, hay todo, muy bonito y pues yo me lo creo”. La agresión comenzó cuando al pedirles que cerraran los ojos y repitieran una frase, surgió una especie de amenaza: “todo lo que aquí veas, haga o lo que diga no lo divulgaré, y en caso de que lo hiciese que se me regrese 70 veces”.
Fue una larga estancia, tras ser obligados a escribir cartas durante la noche, madrugada y mañana del día siguiente “con preguntas detonantes” en un lugar insalubre y poco favorable, (cabañas con techo de palma, luces encendidas, plantas de electricidad, olor a gasolina). A las 12 de la tarde, del día siguiente, sin dormir ni comer nada, únicamente les dieron agua y café.
“Yo ya no podía, les decía, nos dieron agua y café, pero yo ya tenía demasiada hambre y varios ya nos estábamos quejando, nos dan una torta a las 2 de la tarde; de ahí no comimos hasta el domingo en la noche que salimos de ese lugar. Comencé a sentirme un poco mareada, un poco mal, solo era café y café para no dormirnos, no dormimos desde la madrugada del sábado y todo el día estuvimos despiertas hasta el domingo en la madrugada”, recuerda. Cuando parecía que todo había terminado, el padrino que le habían asignado (un hombre que fue transexual), le dijo: “saliendo de aquí no vas a tener relación con hombres, si no te vas a morir de sida y si vuelves a tener algún contacto con un hombre te van a matar o vas a regresar mutilado”.
“Nunca respetaron mi identidad de género, siempre me hablaron como un hombre, aunque yo iba como una mujer trans”, recuerda Jazz. Durante las últimas horas, la obligaron a permanecer horas hincada para pedirle perdón a Dios, “arrepiéntete y dile que vas a dejar esa vida ingobernable y que renuncias a la homosexualidad”, a lo que ella se resistió y encaró el hecho de mentir sobre el verdadero objetivo del “retiro espiritual”.
“Luego nos agarramos de la mano con alabanzas cristianas de fondo, atrás había una cruz enorme rústica de madera, con un par de velas y un borreguito, no había imagen, solo esa cruz enorme, comienza el proceso de humo con copal e incienso; nos agarran de las manos y nos dicen “sacalo, aquí déjalo”. Los padrinos y madrinas que sabían lo que decían nuestras hojas nos decían lo más doloroso para que gritáramos y lloráramos, unas personas se desmayan, otras se quedan ahí tiradas en el suelo; yo me hinco abro un poco los ojos y comienzo a ver a la gente en el piso, apagan las luces y solo se veían las antorchas, fue una imagen muy tétrica”.
Al término de todo el proceso, Jazz salió y bajo nuevas amenazas por parte de sus “padrinos”, regresó a su casa enojada, “llego a vomitar, me sentía ansiosa, -yo ya iba a terapia, no por mi orientación sexual, sino, por ataques de ansiedad- y estaba un poco neurótica, depresiva. Después de eso, se recrudeció el tema de la neurosis y los ataques de ansiedad; por lo menos estuve una semana con diarrea y vómitos, no le conté a mi familia hasta dos meses después lo que había ocurrido”, finalizó.
Lo peor viene en las consecuencias
En el reporte Respuestas terapéuticas apropiadas para la orientación sexual de la APA, se muestran los resultados negativos de las personas que acudieron a un ECOSIG; entre ellas, destacan disfunción sexual, depresión y hasta ideas suicidas.
Los ECOSIG “logran también que se interiorice un sentimiento de rechazo hacia la propia orientación sexual, al vivirla con culpa y vergüenza”, señala el reporte, lo que se traduce en miedo a las pérdidas familiares, amistades, en la carrera profesional, comunidad espiritual; además de sentirse vulnerables al acoso, la discriminación y la violencia.
En la Guía de referencia para profesionales de la salud mental en el combate a los ECOSIG, se detalla quelas personas, en el intento de evitar un ECOSIG, se ven forzadas a ocultar su orientación sexual, impidiendo totalmente el libre ejercicio de sus derechos sexuales y humanos. “Reprimir la orientación sexual o identidad de género, sobre todo en adolescentes, genera aislamiento en las tres esferas más importantes del desarrollo psicosocial: la cognitiva, social y emocional”, explica.
En tanto a los maltratos potenciados por algunos ECOSIG, provocan baja autoestima e incremento de ideas suicidas. Estiman que en Estados Unidos, el 30% del total de suicidios, podrían ser de personas gays y lesbianas. De igual manera, en el “Diagnóstico situacional 2015 de personas LGBTIQ en México”, se establece que el 36% de un total de 6,596 personas, reportó haber tenido ideas suicidas, mientras que casi el 16% intentó llevarlo a cabo.
Cuando tu familia te discrimina, ¿qué otra respuesta puedes esperar del exterior?
Emiliano Contreras, 22 años
El caso de Emiliano es particular, tras una vida heteronormativa, a los 19 años se cuestionó sobre su sexualidad. Antes de exponerlo a sus familiares y amigos, asisitió a terapia en su escuela, “mientras pasaban los días me di cuenta que efectivamente tenía una atracción hacía los hombres, pero yo ya había tenido novia con anterioridad, entonces tenía la duda si era bisexual o no”, comentó.
Una vez decidido y seguro, lo externó a su amigos, “afortunadamente todos me apoyaron, todos fueron muy cariñosos”. Al abordarlo en casa, la reacción no fue la esperada principalmente por su padre: “al principio me dijo que todo estaba bien y él me iba a apoyar e iba a pagar psicólogos particulares”, explica Emiliano, “cuando yo escucho esto me imagino que es una buena reacción, sin embargo, esto me lo estaba diciendo para que dejara de pensar que me gustan los hombres, entonces no me estaba apoyando”.
Al cabo de un tiempo, el padre de Emiliano lo sometió a una fuerte presión: “me dijo que no soportaría tener un hijo gay, porque se sentiría decepcionado y que falló como papá”, señaló, “estaba poniendo literalmente su felicidad en mis manos, lo cual es una carga emocional muy fuerte para cualquiera”.
“Tiempo después me dice que quiere hacer un viaje conmigo a Cuba, solo iríamos él y yo. Inmediatamente imaginé que iríamos con trabajadoras sexuales (…) una vez que estuve con ella, le expliqué la situación, por qué estaba ahí, y ella muy buena onda en todo. Nos quedamos platicando ahí por un rato, al final, me fui. Antes de irnos de Cuba, decidí decirle a mi papá que yo me había dado cuenta que sí era gay”.
Un largo camino aún por recorrer
En 2018, una iniciativa similar a la del Congreso de la Ciudad de México, llegó al Senado: Las senadoras Alejandra Lagunes, Patricia Mercado y Citlalli Hernández Mora, promovieron modificaciones al Código Penal Federal, pero también una prohibición en la Ley General de Salud.
“Cuando conocimos la problemática me parecía fundamental e importante legislar al respecto por dos cosas: la primera porque había víctimas, sobre todo jóvenes y adolescentes y la segunda, porque quien ofrece o imparte esas terapias, está ofreciendo charlatanería, (…) se está ofreciendo la supuesta cura a una orientación sexual diferente a la considerada como normativa”, declaró Citlalli Hernández.
La nueva modificación propuesta en el Código Penal Federal, incluye la adición del “Capítulo IX al Título Octavo de Delitos contra el Libre Desarrollo de la Personalidad, para sancionar con dos a seis años de prisión y multa de mil a dos mil veces el valor diario de la Unidad de Medida y Actualización, a quien realice, imparta, aplique, obligue o financie cualquier tipo de tratamiento, terapia, servicio o práctica que obstaculice, restrinja, impida, menoscabe, anule o suprima la orientación sexual, identidad o expresión de género de una persona”.
En el apartado, denominado “Delitos contra la Orientación Sexual o la Identidad de Género de las Personas”, establece que las sanciones aumentarán al doble, cuando las conductas tipificadas se realicen en contra de personas menores de 18 años, adultos mayores o personas con alguna discapacidad, además, en caso de que sea el padre, madre o tutor de la víctima los que incurran en las conductas sancionadas, se les aplicarán las sanciones de amonestación o apercibimiento, a consideración del juez.
Las sanciones también aumentarán al doble, cuando la persona autora tuviere con la víctima relación laboral, docente, doméstica, médica o cualquier otra que implique una subordinación. De la misma manera, cuando se valga de una función pública para cometer el delito o emplee violencia física, psicológica o moral en contra de la víctima, de acuerdo a un boletín emitido en la página de coordinación de comunicación social del Senado de la República.
En tanto a la Ley General de la Salud, el proyecto de decreto también adiciona el artículo 465 Bis, con el fin de informar que “a los profesionales, técnicos o auxiliares de las disciplinas para la salud que realicen este tipo de prácticas, se les aplicarán las mismas penas, además, de ser suspendidos en el ejercicio profesional, hasta por tres años. En caso de reincidencia, se les cancelará el registro de la cédula profesional respectiva”.
La iniciativa busca enviar un mensaje importante a quienes se dedican a impartir tratamientos fraudulentos: la orientación sexual y la identidad de género distinta a la heterosexual no es un trastorno, por lo que no puede curarse, ni modificarse.
Al respecto, la senadora Citlalli Hernández explicó la importancia de llevar a cabo la propuesta, “con la existencia de estas ‘terapias’ y la propagación de su existencia a través de asociaciones civiles o religiosas, tenemos casos de tortura, de violación e incluso de suicidios en jóvenes y adolescentes que se han enfrentado o que han sido llevados a estas ‘terapias’”.
Señaló que es importante generar una conciencia social que permita hacer entender a la sociedad, que una orientación sexual diferente a la heteronormativa, no es una enfermedad, “lo que le toca a los padres y madres -sin meternos en su vida privada- más que llevarlos a tratos crueles, es tratar de aceptarlos”, comentó.
Hernández dijo que aunque Morena es mayoría, también realizan una labor de convencimiento para explicar de qué va esta propuesta, “pero poco a poco va avanzando y espero que en el próximo periodo ordinario se discuta y se apruebe esta iniciativa”.
Luego de aceptarse a sí mismo y su sexualidad, Emiliano se sintió tranquilo, pues por fin asimiló algo que reprimió por 19 años. El único obstáculo al que se enfrentaría ahora, sería a su padre, “cuando le hago saber esto a mi papá, su reacción fue ponerse muy enojado, comenzó a amenazarme que ya no iba a ser lo mismo cuando regresáramos a México”, añadió.
Una vez en México, el padre de Emiliano, convencido de que podría cambiar la sexualidad de su hijo, consigue citas con múltiples especialistas y psicólogos, “afortunadamente me decían lo mismo, que yo no estaba mal y el que tenía que ir a terapia en realidad era él”, describió. Después comenzó a limitarlo con permisos, salidas y restricciones.
“Llegó el punto máximo del ECOSIG, cuando me sacó de la universidad, me dijo que ya no podía seguir apoyándome con mis estudios y que me tenía que dar de baja. Dejé de estudiar por un tiempo; cuando estaba en mi casa, después de perderlo todo, me di cuenta que yo no tenía nada más qué hacer ahí, ya era mayor de edad y podía ver por mí mismo, podía trabajar y ya no iba ni permitir que siguiera pasando por esto. Ahí me cayó el veinte de que no estaba bien lo que yo había pasado”.
Llamar a los ECOSIG “terapias de conversión”, es un gran error, porque a parte de que no hay nada que curar, no abarca la magnitud de estos esfuerzos. “Mi historia no tiene que ver con religión, yo nunca tuve ningún retiro religioso; al final mi ECOSIG se detonó y perpetró en casa”, puntualizó.
Detractores del progreso
Comunidades religiosas, asociaciones civiles, entre otros grupos de personas, han replicado esfuerzos para evitar la aprobación de estas reformas, bajo argumentos como que la iniciativa busca en realidad aprehender a los padres de familia, que simplemente va en contra del curso natural de la vida o que no hay suficientes bases fundamentadas.
En su momento, el Frente Nacional por la Familia (FNF), luego de conocer el fallo a favor de la iniciativa en la Ciudad de México, señaló que con la tipificación como delito de las terapias de conversión se califica el trabajo de miles de psicólogos y psiquiatras que tratan la “disforia de género” como perjudicial.
De igual manera, “la iniciativa de prohibir las terapias de conversión es injustificada: parte de la presunción de que todas las terapias de conversión son malas en sí misma (…) y no hay evidencia documental al respecto”, señaló Yukary Quevedo del FNF durante una conferencia virtual días antes de la aprobación de la reforma en la Ciudad de México.
Ante esto, el diputado Temístocles Villanueva, indicó que “el Frente Nacional por la Familia, ha tenido diversas participaciones en coyunturas que han representado un obstáculo en el reconocimiento de los derechos a la diversidad sexual, es decir, son personas que se oponen de manera flagrante a cualquier avance en materia de derechos humanos, tanto para la diversidad sexual, como para las mujeres”.
“Si una persona a partir de sus creencias, decide por conciencia de forma autónoma, independiente, sin coacción, sin ser obligada a acudir a estas terapias y además es mayor de 18 años, lo podrá hacer, no hay nada que restrinja ese derecho que tiene a seguir lo que sus creencias o su fe le dicten, siempre y cuando, no lastime a terceras personas”, añadió Villanueva.
Por separado, la senadora Citlalli Hernández manifestó su creencia, que ante estas negativas existe una razón de por medio, “yo estoy convencida que esas distorsiones vienen de quien no quiere dejar de hacer negocio con estas terapias” porque aunque personas crean que las terapias pueden “reconvertir” la orientación sexual, “la realidad es que a quienes más les interesa continuar con esto es a quienes ven un negocio en este tipo de terapias” y además, utilizan el discurso religioso y la reacción primaria de las familias.
El necesario fin de los ECOSIG
Emiliano tiene claro que su contexto se basa en un ambiente privilegiado, “yo soy un chavo de la Ciudad de México, que va a una escuela privada, vivo en una zona segura de la Ciudad; no me imagino qué puede pasar en otros contextos como en el norte o el sur del país, que han demostrado ser estados bastante homofóbicos”, declara.
Contrario al caso de Jazz Bustamante, quien sufrió discriminación por parte de grupos religiosos en el Estado de México y Veracruz, “la importancia de que esta iniciativa se replique a nivel nacional es para proteger a un grupo que aún es fuertemente violentado y discriminado”, señala el joven de 22 años, que actualmente es estudiante de comunicación, además de activista y vocero LGBTIQ+.
De igual manera, Jazz, a través de su vivencia y experiencia, ahora es integrante del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio de la Red Internacional de la Diversidad Sexual y de Género con sede en Bilbao, además, es fundadora y asesora general de Soy Humano A.C.
“Las personas solo replican la educación y los prejuicios que les introdujeron desde pequeñas, desde pequeños, la realidad es eso ¿cómo lo vamos a poder contener? la realidad es con educación, entonces esa es la vía, la educación”, explicó Bustamante.
Es importante destacar, que los ECOSIG violan a los derechos humanos, además de ser un fraude comercial. La senadora Citlalli Hernández hace referencia a la malinterpretación que han dado a la iniciativa, “se ha dicho que queremos meter a la cárcel a los padres, madres, a los ministros de culto y en realidad no, lo que buscamos ni siquiera es un resultado punitivo, buscamos que se inhiban esas prácticas, que se produzca una discusión pública y que se pueda sensibilizar a las familias”.
Tanto Jazz como Emiliano reflejan la constante lucha de los que alzan la voz y los que callan. Puntualizan el hecho de que no exista información contundente y certera sobre el tema, por la falta de presupuesto a nivel federal. Si bien, el término de los ECOSIG es aún muy lejano; el caso de Jazz se desarrolló desde hace más de 10 años, mientras que el de Emiliano, comenzó hace 3 y aunque se trata de esfuerzos “para corregir” su sexualidad o identidad de género, son hechos completamente diferentes.
“Me gustaría que la sociedad se informara, que dejaran el sesgo que todos tenemos de una cultura que es machista y una educación que es homofóbica y que recurrieran a fuentes fiables y confiables, porque este es un asunto de seguridad personal; que dejarán a un lado su perspectiva heteronormada y que se abrieran a la diversidad que siempre ha existido en nuestro país y en el mundo”, agregó Emiliano Contreras.