Aristas y retos para pensar la media accountability
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Aristas y retos para pensar la media accountability

Tanius Karam

La reciente aparición del gran manual sobre media accountability publicado por Routledge, y editado por los especialistas Susanne Fengler, Tobias Eberwein y Mattias Karmasin (The global handbook of media accountability 2022) nos llevan a la necesidad de repensar este concepto como fundamental en la calidad de la vida democrática. Esto porque uno de los indicadores de la madurez democrática es justamente, la calidad de los medios que pasa por muchos aspectos como el de contenidos, pero también y no menos importante la accountability vinculado a la gerencia, la responsabilidad, la transparencia, la rendición de cuentas.

El concepto de accountability está muy relacionado con la calidad de la democracia; sin embargo, la función democrática de los medios y el periodismo solamente puede ser desplegada si los actores periodísticos quieren y pueden aceptar su mandato social y actúan en consecuencia. La accountability hace sentido cuando los actores (creadores, guarda-barreras, fuentes) toman responsabilidad por la cualidad y consecuencias de sus publicaciones, se orientan y lo hacen de sus audiencias y otros afectados, y responden a las expectativas.

Esta alta aspiración también tiene como correlato si la prensa goza de una cierta libertad y es libre (en lo posible) de limitaciones externas, o al menos genera algún tipo de estrategia para poder co-existir con otros poderes y factores (político, económico, cultura, tecnológico) que suelen ser de notable influencia a la práctica periodística.

Repaso y matices conceptuales

El concepto accountability puede parecer más complejo de lo que se presenta inicialmente. El término accountability apareció en un diccionario en inglés en el s. XVI, pero su origen es francés; en inglés “account” viene del francés “acont” que puede definirse como “contar” o “cuenta”. Originalmente se entendía como las cuentas que tenía que rendir un gobernante y sus allegados, de esta manera se asoció a “rendición de cuentas”, significado que sigue siendo común en muchos diccionarios. La idea de “rendición de cuentas” se explicaba como dar cuenta de aquello que se había hecho con los recursos previamente otorgados y tenían que estar destinados para realizar una tarea.

Esta idea resuena de forma idónea con las democracias contemporáneas y aparecen como ejemplos concretos de accountability informes de gobierno o, en el sector privado, con reportes a cargo del presidente del Consejo ante accionistas o cualquier otro grupo de interés. Hoy día la accountability ya no se refiere solamente al pasado, sino al presente y al futuro, y esto cambia su enfoque.

El diccionario Webster nos presenta una definición sintética y define accountability como “la calidad o el estado de rendir cuentas, especialmente: una obligación o voluntad de aceptar la responsabilidad o de rendir cuentas de las acciones de los funcionarios públicos”. Otro conocido diccionario el Cambridge la define como: “El hecho de ser responsable de lo que haces y poder dar una razón satisfactoria para ello, o el grado en que esto sucede”.

La idea de asociar accountability con responsabilidad sin ser del todo falso, al parecer es impreciso. Para Octavio Aguilar —en su nota del tema en el portal de LinkeIn— señala algunas diferencias entre estos dos términos. Cuando se espera que alguien (o el mismo Estado) haga lo que tenga que hacer, hablamos de responsabilidad; en cambio la condición adicional por la que una persona toma posesión de sus acciones o decisiones sería accountability.

La responsabilidad -sigue Aguilar- se refiere a la obligación de realizar la tarea delegada; por otro lado, accountability es la consecuencia de la tarea delegada. La responsabilidad se asigna, mientras que accountability se acepta. El origen de la responsabilidad es la autoridad asignada; por el contrario, accountability surge de la responsabilidad aceptada. La responsabilidad se delega, lo que no se puede hacer con la accountability. La accountability hace a la persona accountable de las consecuencias de las acciones o decisiones tomadas por él / ella; frente a esto, las consecuencias no están necesariamente vinculadas a la responsabilidad.

Aplicación a los medios y a la prensa

Aplicado a los medios masivos, la idea de rendición de cuentas es potentes y modifica el concepto de responsabilidad que los medios y las industrias mediáticas pueden tener con distintos actores sociales.

No resulta exagerado decir que cuanto mayor sea la calidad de vida y gobernabilidad democrática habrá mejores condiciones para la rendición de cuentas y responsabilidad de los medios y la prensa. Por eso es preocupante el índice generado por la “Unidad de democrática de inteligencia económica” que en 2020 contó en el mundo solo con 23 democracias, y otras 52 democracias defectuosas, que es un porcentaje menor si aceptamos que en el mundo hay alrededor de 190 países. En otro conteo la Universidad de Gothenburg apunta a que más de la mitad de la población (54%) vive en algún tipo de autocracias, cifra record desde que comenzó a contabilizar este indicador en 2022. Esto en sí mismo daría una idea del estado del periodismo que requiere de importantes indicadores democrática para poder funcionar plenamente, pero el periodismo (las industrias periodísticas, los periodistas) no funcionan como entidad separa del resto social.

En países autoritarios o de democracia defectuosa -que al parecer es la mayoría de mundo-, las condiciones para un ejercicio pleno de la rendición de cuentas serán complejas o difíciles de alcanzar Es por ello que aunque el handbook citado de Routledge, el panorama no sea muy alentar, hay que reconocer de sobremanera los pequeños logros y alcances en algunos países, como el caso de México y la difusión lentamente extendido de los procuradores o defensores de audiencias.

Se puede también pensar que un concepto como media accountability que implica muchas cosas, las tareas son múltiples, en primer lugar, es importante definir los niveles social, organizacional y profesional que implica; así como los responsables en cada caso y qué procesos concretos se tienen que seguir para lograr las aspiraciones de la rendición de cuentas. Este concepto lo podemos desglosar en tres grandes categorías: La primera de ellas la Transparencia que es la difusión de información corporativa del medio a través de explicar su código de ético, sus decisiones editoriales de forma accesible. Justo en los últimos años la apertura y transparencia de los medios adquiere un valor especial frente a lectores y a la ciudadanía, y es de hecho un indicador que los puede diferenciar en el mercado de las audiencias.

La segunda es la participación de la audiencia que supongo un paradigma distinto a la vieja noción de audiencia como agente pasivo, o al actor periodístico solamente como lector informado y con opiniones políticas. Hoy día se facilita que la audiencia participe de muchas maneras y pende el famoso concepto del prosumidor, que como muchos conceptos de moda con frecuencia es más enunciado que analizado; pero en términos generales podemos aceptarlo como la creación de contenido audiovisual y la difusión de usuarios a través de plataformas digitales que es ahora una nueva forma de consumo donde los lectores crean, revisan y critican el contenido que reciben de los medios; el reto -que corresponde a los nuevos roles de los usuarios en el sistema más amplio de información-, es que las audiencias tienen un papel importante a través de corresponsabilizarse de la actividad de la información periodística de rendir cuentas.

La tercera categoría que ayuda a desglosar el concepto de accountability es el de Autorregulación. Esta es una dimensión que pone el énfasis en la capacidad de los medios y sus profesionales para establecer sus propias pautas de actuación y evitar la excesiva regulación por parte de los gobiernos. Una forma de concretarla es a través de códigos de conducta y otros mecanismos creados por los medios para garantizar una tarea periodística responsable.

Instrumentos del Media Accountability

Para el análisis del media accountability se tiene algunos instrumentos que forman parte del necesario desglose. Ahora bien, hay una paradoja en el estudio de la rendición de cuentas porque si bien hoy contamos con algunos extremos que antes no existían, eso mismo nos redimensiona las consecuencias de no contar con ellas y permite reconocer su ausencia en determinados contextos.

En la extensa introducción y compilación realizada por Fengler, Eberwein y Karmasin y del que inequívocamente rendimos reconocimiento en estas líneas, ofrecen un esquema de reconocimiento de los instrumentos subdivididos en dos ejes analíticos: por una parte (eje vertical) el grado o nivel de institucionalización; por la otra (eje horizontal), el nivel de pertenencia institucional al periodismo, es decir es algo que corresponde al interior del campo periodístico, al exterior de dicho campo.

Dentro de los instrumentos de menor institucionalización y “externos” a la industria periodística se citan los “blogs ciudadanos” así como la crítica ejercida por distintos actores a los medios en redes sociales, los videos de distinto formato en You-Tube, aquí cabe señalar que no es solamente la crítica al contenido específico sino sobre todo a la labor enunciativa del medio, a su comportamiento editorial, a su reacción pública ante posibles comentarios. En este mismo eje, pero como parte interna de la institución, aunque igualmente menos institucionalizado tenemos los “blogs de periodistas” y “trabajadores de los medios”.

En contraparte, con mayor institucionalización, tenemos de forma externo el trabajo, los instrumentos y herramientas (monitoreo, investigaciones) que pueden realizan organizaciones civiles, organizaciones no gubernamentales (ONG’s), asociaciones ciudadanas y que cabe señalar en el amplísimo espectro de ellas son pocas las que tienen la observación, análisis y seguimiento de los medios y sus contenidos como una de sus tareas; a nivel externo pero igualmente más institucionalizado hay que considerar el cuerpo normativo o legal que cada país tiene para regular a la industria.

Más cercano al campo institucional de la prensa podemos identificar (o reinterpretar) como herramientas de accountability a las históricas consejos de prensa (press councils), códigos de ética generado por los propios medios, programas educativos, cartas al editor, las defensorías de audiencias -acaso el instrumento de mayor visibilidad en el entorno reciente mexicano-, y todo lo vinculado a educación de la prensa o media journalism que puede incluir desde programas formales en escuela de periodismo, hasta cualquier formación destinada a sensibilidad al público en general sobre cualquier aspecto del sistema de comunicación social.

Miradas diversas

El reporte presentado por Fengler, Eberwein y Karmasin hace una extensa compilación de la situación en más de 40 países. La situación del media accountability varía. Por ejemplo en el área de los países anglosajones (Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos) aunque el sistema de medios opera dentro del sistema de prensa liberal, hay un alto grado de profesionalización del ejercicio, extensos medios que participan dentro del mercado y también una razonable confianza hacia la autoregulación.

Existen por ejemplo diferencias entre estos países respecto al apoyo que los estados dan a los sistemas de difusión pública; también el nivel de confianza de las audiencias respecto a la relación entre medios impresos y audiovisuales puede cambiar, como en Estados Unidos donde la confianza hacia la prensa escrita es mayor a la prensa audiovisual, contrario a lo que sucede en los otros países anglosajones. La situación financiera y comercial puede verse tiene muchos retos y no necesariamente es significativamente mejor al de otras regiones. Todos los medios, más los impresos enfrentan retos para consolidar su estabilidad.

En la sección de América Latina del Handbook podemos también ver las particularidades de la región. Uno de los rasgos generales que señala es el bajo nivel de convergencia deontológica entre emprendedores de medios y periodistas como una característica, pero luego vienen los detalles que siempre son muchos más, por ejemplo, en Chile donde la auto-regulación aun cuando se menciona en los cuerpos normativos, pero queda como algo “voluntario” lo que la hace carecer de cualquier tipo de efectividad ante el reto de la responsabilidad social de los medios. En Argentina hay una activa sociedad civil, pero para la especialista que aborda el capítulo (Cynthia Ottaviano) la actual situación de la regulación de los medios e instrumentos de media accountability en ese país, es mínimo.

Finalmente, unas breves palabras sobre México que pareciera paradójicamente hay buenas noticias, aunque siempre en materia de medios y comunicación es difícil ser en exceso optimista. Se reconocen los avances legislativos y el cuerpo conceptual de términos como “sistema público de medios”, los medios comunitarios y los derechos de las audiencias como derechos humanos.

Los avances también en materia de libertad de expresión son importantes, y las iniciativas para verificar noticias falsas (Verificado 2018) son experiencias formativas, pero la triste contraparte del ejercicio de prensa en el país es la violencia contra los periodistas y las hondas limitaciones de un sistema de procuración de justicia casi inexistente.

En México comienza aparecen con lentitud la creación de ombudspersons para los medios, o defensores de audiencia como uno de los principales factores. A pesar de las dificultades prácticas de aplicación, la figura aparece en el horizonte como ideal. Los grandes medios y sus grupos propietarios siempre formulan la idea que estas figuras lejos de ciudadanizar la comunicación pueden ser factores de censura o impiden la libertad de expresión.

Vemos en resumen que tenemos -emulando a Monsiváis- razones ciertamente para el optimismo y para el pesimismo. El cuerpo comparativo del manual de Fengler et al, permite ver en contexto los avances y retos. No es posible de otra forma y lo será en el campo de la prensa y la comunicación pública donde los ideales (en este caso las aspiraciones del media accountability) son como un horizonte difícil de alcanzar en su totalidad, pero que nos ayuda a andar, a caminar, a dar pasos en la dirección de una comunicación más digna, humana, ciudadana y solidaria.

*Catedrático investigador de la UACM y analista @taniuskaram

31 de agosto de 2023