Toxicomanía, problema social y de salud visibilizado hasta principios del siglo XX
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Toxicomanía, problema social y de salud visibilizado hasta principios del siglo XX

El término toxicomanía empezó a utilizarse en las primeras décadas del siglo XX, entendido como un problema social y de salud que iba en aumento, aunque desde mediados del siglo XIX ya se conocían historias entre los sectores acomodados o en círculos médicos de personas que tenían el hábito de intoxicarse con alguna sustancia como el opio o la morfina, advirtió Lourdes Bautista Hernández.

En la década de 1820, los comportamientos en relación con las drogas en occidente se transformaron a partir de la obra de Thomas de Quincey, Confesiones de un inglés comedor de opio, que se convirtió en un libro de culto, indicó durante el IV Coloquio de doctorantes en Historia. Fuentes para la historia en el siglo XXI. Desafíos de la producción historiográfica.

Al participar en la mesa Clasificación y circulación de sustancias prohibidas a finales del siglo XIX y principios del XX, la doctorante en Historia Moderna y Contemporánea en el Instituto Mora relató el devenir histórico social y cultural de las drogas y de sus consumidores y en las políticas de salud e instituciones creadas para atenderlas.

Hasta el siglo XX el uso de estupefacientes para propósitos no medicinales fue objeto de acusaciones criminales. Estados Unidos fue el país que encabezó muchas de las iniciativas internacionales para regularlas y luchar contra las toxicomanías.

Al extenderse la moda del opio entre sus pobladores a finales de la década de 1870, esa nación buscó prohibir todo uso no médico de aquél y organizó en 1909 la primera conferencia internacional en Shanghái para poner en marcha la prohibición y en 1912 la Convención Internacional del Opio.

Sin embargo, la discusión sobre la toxicomanía y su atención inició a mediados de 1920, cuando en distintos países se generalizó la preocupación por el consumo habitual de diversas sustancias consideradas nocivas para la salud y la sociedad.

En la octava Conferencia Sanitaria Panamericana llevada a cabo en Lima, Perú, en 1927, comenzaron a sentarse las bases para la lucha contra el consumo y uso de sustancias y se recomendó a todos los países signatarios a seguir las medidas acordadas. Ahí se le definió como la tendencia mórbida de absorber por ingestión, inhalación o inyección hipodérmica tóxicos que de manera habitual eran empleados con criterios terapéuticos.

El toxicómano era considerado un problema desde el punto de vista penal y social, ya que según los doctores el número de delitos cometidos por éstos aumentaba, así como la población en los hospitales y los asilos para alienados. En la Conferencia se recomendó a los gobiernos de las naciones del continente americano la organización de la defensa social contra las toxicomanías, estableciendo medidas fiscalizadoras, represivas, terapéuticas y profilácticas.

En México, hasta principios de 1930 no hubo alguna institución especial encargada de los toxicómanos ni hospitales adecuados o personal entrenado para su atención y mucho menos un procedimiento estándar. Quienes padecían este mal eran enviados a las secciones médicas de policía, a la penitenciaría del Distrito Federal, a la cárcel de Belem, al manicomio general, a instituciones médicas públicas o privadas, o incluso a las Islas Marías.

Con la promulgación del Código Sanitario de 1926 se estableció cuáles eran las drogas enervantes: el opio en sus diversas presentaciones, la morfina, la cocaína, la heroína y la mariguana en cualquiera de sus formas. Entre las iniciativas que se tomaron en torno a éstas se estableció que el Departamento de Salubridad sería el encargado del control de esas sustancias y toda actividad relacionada con las mismas quedó sujeta a los tratados y convenios internacionales.

En el Código se señaló la necesidad de atender y curar a los habituados, así como fundar establecimientos especiales para internarlos; sin embargo, fue hasta la promulgación del Reglamento Federal de Toxicomanías de 1931 cuando se crearon hospitales para atenderlos. Este reglamento fue importante porque por primera vez se definió legalmente al toxicómano, que se diferenciaba del traficante, para dar paso a la puesta en marcha de políticas de salud encaminadas a su curación y readaptación.

Empero, los procedimientos no siempre fueron congruentes. El primer servicio que se destinó para atenderlos en forma exclusiva estuvo dentro de una prisión en el Distrito Federal, pero las malas condiciones y la necesidad de ocupar este espacio para albergar a otros presos hicieron que éste no funcionara, entonces lo ubicaron en otro establecimiento, donde permanecería hasta 1935.

En ese año se estipuló un contrato para ubicar el pabellón de toxicómanos en el Manicomio General, que se constituiría como el Hospital General de Toxicomanía y dependería del Departamento de Salubridad Pública, pero al encontrarse dentro de los terrenos del Centro Psiquiátrico La Castañeda, quedó sujeto al apoyo de la beneficencia. En 1948 este nosocomio tuvo que cerrar.

El espacio tenía como objetivo ser un establecimiento de reclusión para la observancia, tratamiento y aislamiento de los individuos afectados por las diversas toxicomanías y debía ser el organismo técnico en donde se llevarían a cabo investigaciones médico-sociales sobre la personalidad patológica de estos pacientes y los estudios referentes a la enfermedad.

10 de noviembre de 2021