Alejandro Navarrete
En medio del contexto del juicio en Estados Unidos al exsecretario de Seguridad Pública de México Genaro García Luna, en donde fue declarado culpable por sus nexos con el crimen organizado, vale la pena también revisar el pasado y cómo medios y periodistas parecían alinearse frecuentemente en su defensa.
Recientemente, durante el juicio en Nueva York a García Luna por cargos como conspiración, sobornos del narcotráfico y declaraciones falsas, el tema de periodistas y medios de comunicación se mencionó, denunciándose por parte de testigos, presuntos servicios de éstos para el exfuncionario de los gobiernos de Felipe Calderón y Vicente Fox y/o el crimen organizado.
Por ejemplo, se mencionó, por parte de Héctor Javier Villarreal, extesorero de Tamaulipas, que García Luna pagaba una mensualidad de 25 millones de pesos al diario El Universal, para contar con una cobertura favorable y también, por un testigo protegido, que el cártel de los Beltrán Leyva pagaba a un periodista, a quien se la habría filtrado, para su difusión, la noticia de la captura del Rey Zambada.
El diario negó, desde luego, la acusación, y respecto al periodista, ha habido especulaciones, pero no se ha dado a conocer un nombre de manera pública. Sin embargo, más allá de estas afirmaciones que deben, en todo caso probarse, es útil también revisar varios episodios mediáticos en torno a Genaro García Luna y las denuncias de crímenes hacia él, cuando el funcionario estaba en lo más alto del poder político.
Revisemos los siguientes tres:
La casa incómoda de García Luna
En abril de 2009, luego de que la periodista Anabel Hernández diera a conocer, en Reporte Índigo, que García Luna construía en el sur de la Ciudad de México una casa cuyo costo superaba en mucho sus ingresos como funcionario, diversos periodistas parecieron defender al funcionario y se lanzaron además contra el medio y su director.
Ramón Alberto Garza, quien dirigía Reporte Índigo, escribió en ese momento una columna en El Universal diciendo que varios periodistas se ponían “de tapete” de García Luna, luego de que le hicieran entrevistas para su defensa que parecían poco críticas.
Uno de los que respondió de inmediato a Garza fue Ciro Gómez Leyva con una columna en el diario Milenio en donde era subdirector. Llamó a Garza “malintencionado” y “vulgar” y reiteró que tenía “dudas” sobre la pieza periodística que denunciaba la casa de García Luna.
Raymundo Riva Palacio (quien durante el juicio de este año a García Luna fue ridiculizado en redes sociales y en la Mañanera del presidente López Obrador al tratar de desacreditar en Televisa las declaraciones de testigos contra el funcionario, afirmando que no podían haberle entregado un millón y medio de dólares como soborno, porque eso –según él– pesaría una tonelada y no cabría en un maletín) fue otro de los que atacó a Garza desde su columna en Eje Central, el nuevo portal que comenzaba a dirigir en ese momento, tras su salida del El Universal.
También se unieron los compañeros de ese momento de Ciro Gómez Leyva en el programa Tercer Grado de Televisa, Carlos Marín y Joaquín López Dóriga.
El también director del diario Milenio, Marín, afirmó en su columna del mismo periódico que la página de internet de donde salió la información de la casa de García Luna “fabrica notas periodísticas”, mientras que López Dóriga, en ese momento también conductor del noticiario estelar de Televisa, afirmó que Ramón Alberto tenía un “ánimo protagónico” y usaba métodos “pueblerinos” en vez de argumentos.
En contraste a estos periodistas, Miguel Ángel Granados Chapa, desde su columna en Reforma, comentó la entrevista radiofónica que García Luna dio al mismo López Dóriga, señalando inconsistencias del funcionario y resaltando la “amenaza” de demanda que estableció contra la reportera de Reporte Índigo.
En medio de todo el asunto, quedaron también los camarógrafos y periodistas de TVC Noticias, a quienes los escoltas de García Luna habían confundido supuestamente con secuestradores cuando fueron a grabar su casa en construcción, y quienes fueron criticados por varios colegas e incluso llamados “carroñeros” en la misma columna de Carlos Marín.
La serie televisiva de García Luna
Era mayo de 2011 y la presión social y mediática contra García Luna crecía.
Televisa, mientras tanto, presumía que desde 2010 había hecho negocio haciendo de una marca, protagonista de sus telenovelas.
En el reportaje de abril de la revista Expansión sobre el “Product Placement” o “Integración de Producto” la directora de Mercadotecnia de Televisa, Gabriela González, decía: “En 2010, por primera vez, Televisa hizo a una marca protagonista de una de sus telenovelas: Ford, en ‘Hasta que el dinero nos separe’, con lo que la automotriz incrementó sus ventas en hasta 15%. Ahora replica el modelo con Avon…” Se refería a la telenovela “Una familia con suerte”, en donde la firma de cosméticos era central como parte de la historia, protagonizada por Arath de la Torre.
Pues bien. Apenas unos días después, el 9 de mayo, Televisa replicó el modelo de posicionamiento de marcas, pero ahora no con una empresa, sino nada menos que con la Policía Federal, al mando de Genaro García Luna.
El “Placement” llegaba en medio de crecientes protestas por la inseguridad al país y de un fuerte cuestionamiento social a la estrategia de seguridad del presidente Calderón.
El periodista Roberto Zamarripa, encargado de la información nacional de diario Reforma, documentó en ese momento cómo la serie había sido cambiaba de nombre y de canal para impulsarla más en esas semanas.
Súbitamente, la empresa decidió poner la serie en el Canal de las Estrellas y titularla “El Equipo”, decisiones que, como recopilaba Zamarripa, ni el propio productor supo explicar en su momento, atribuyendo todo a “un estudio de grupo de esos fantasmagóricos”, según decía.
Televisa, no obstante, ya había probado, incluso en la campaña previa al inicio de ese sexenio modelos de “producto placement” de políticos, o mejor dicho, de propaganda encubierta dentro de sus telenovelas.
En 2006, por ejemplo, la semana previa a la elección presidencial, dos personajes de la telenovela “La fea más bella” de Televisa dialogaban, cuando de repente en plena escena el afán de proselitismo político los inundó:
“Ya sé por quién voy a votar”.
– “Ah sí, ¿por quién?”.
-“Por Felipe Calderón, presidente del empleo”.
Antes, por supuesto, en 2005, en Televisa y TV Azteca habían transmitido el montaje orquestado por García Luna y su equipo de la captura de Florence Cassez e Israel Vallarta.
La marcha contra García Luna
El domingo 8 de mayo (un día antes del estreno de la serie “El Equipo”, en Televisa) el poeta Javier Sicilia encabezó una marcha multitudinaria al Zócalo de la Ciudad de México, en la que pidió la renuncia de Genaro García Luna. Era la culminación de la Marcha por la Paz y Justicia que había iniciado cuatro días antes en Cuernavaca.
“Quiero pedir la renuncia del secretario de Seguridad Pública. Queremos oír un mensaje del presidente de la República con esa renuncia diciendo que sí nos oyó”, dijo Sicilia frente a Palacio Nacional.
“¡Fuera Calderón!”, “¡Fuera Calderón”!, “¡Muera Calderón!”, “¡Muera Calderón!”, contestaron miles de personas en la manifestación.
“Que no muera, no queremos más muertos, no más odio, pedimos la renuncia (del titular de la SSP) para evitar más violencia”, replicó Sicilia y luego añadió en su discurso: “la ciudadanía no aceptará más una elección si antes los partidos no limpian sus filas, de esos que, enmascarados en la legalidad, están coludidos con el crimen organizado y tienen al estado maniatado y cooptado”.
El en ese entonces excandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador secundó, desde Zacatecas, la petición de Sicilia: “Tiene que empezarse a limpiar de arriba hacia abajo todos los cuerpos policiacos, porque los actos de corrupción se dan desde los jefes del presidente (…) Felipe Calderón hacia abajo (…) si sigue García Luna es un mal ejemplo”.
Al otro día, el 9 de mayo, de nueva cuenta Carlos Marín y Ciro Gómez Leyva, director y subdirector de Milenio, respectivamente, volvieron a coincidir en dedicar sus columnas a la defensa de García Luna y a criticar la petición de su renuncia. Para Gómez Leyva, pedir la renuncia de García Luna era “pobreza de discernimiento” y para Marín, mal agradecimiento de Sicilia por los trabajos del funcionario.
La sincronía de las defensas de Gómez Leyva y Marín fue criticada en redes sociales, donde muchos vieron sus textos como una campaña orquestada a favor del secretario de Calderón.
Periodista y consultor de comunicación