Pandemia y medios regionales, la fragilidad expuesta
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Pandemia y medios regionales, la fragilidad expuesta

Patricia Maldonado Pérez

(Primera de dos partes)

Resumen

La pandemia del COVID-19 en los medios de comunicación regionales ha representado aumento en los costos de producción, problemas de circulación y de venta de publicidad así como de cancelación de proyectos, mientras que en los periodistas generó la ruptura de sus rutinas de trabajo. El siguiente es un estudio cualitativo de la operatividad que registran ocho medios de referencia del Estado de México -el más poblado del país- y sus periodistas en las modalidades pública y privada: medio público de Radio y Televisión, medio radiofónico, medio digital, periódico estatal, periódico regional, televisión por cable, televisora privada y una agencia de noticias. A este escenario se agrega el predominio de las noticias falsas.

Introducción

La pandemia del COVID-19 tuvo sus orígenes en Wuhan, provincia de Hubei, China, a finales del año 2019. La Organización Mundial de la Salud refiere para el último día de ese año que un “conglomerado de casos de neumonía tenía lugar en aquella ciudad”, los mismos que a posteriori se establecería habían sido causados por un nuevo coronavirus.

La Organización Mundial de la Salud llevaba un registro pormenorizado de la evolución de la enfermedad teniendo como otra fecha significativa al 12 de enero del año 2020 cuando China hacía pública la secuencia genética del COVID-19. Ya para enero del último año, se daba cuenta de siete mil 818 casos confirmados de personas infectadas en todo el mundo, la mayoría en China. La OMS evaluaba para entonces el riesgo en China “como muy alto y el riesgo mundial como alto” (OMS, 2020).

En América Latina, el primer caso de coronavirus se registró en Brasil el 26 de febrero (BBC, 2020). En México, el primer caso se detectó el 29 de febrero en un paciente de 35 años que habría viajado a Italia (Excélsior, 2020). En territorio mexiquense, la primera persona enferma de COVID-19, se reportó el 6 de marzo en un hombre de 71 años de edad que residía en el municipio de Huixquilucan (Dávila, 200) y como en el caso nacional, había estado en Italia.

 El tema de la pandemia en México empezó a cobrar relevancia en marzo con estadísticas sobre la incidencia de casos en Estados Unidos, y la difusión de noticias provenientes de España e Italia, donde se dio cuenta de las decisiones y acciones de gobierno y denuncias de falta de medicamentos de personal médico y acceso a los cementerios (Pacho, 2020; El Mundo, 2020).

Aquí en México, el gobierno de la república inició conferencias de prensa diarias, en punto de las siete de la noche con el subsecretario de Prevención y Promoción a la Salud, Hugo López-Gatell para dar cuenta de los datos que arrojaba el nuevo coronavirus, mientras que las medidas de mayor impacto se transmitían en la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador. En este contexto se inició la Semana Nacional de Sana Distancia con la que se adoptaron medidas de higiene y desinfección para la población, acompañadas de la suspensión de clases del 23 de marzo al 29 de abril de 2020, después se ampliaría al 30 de mayo (GOB, 2020).

La presencia del COVID-19 en territorio nacional, se trató de frenar con la Jornada Nacional de Sana Distancia que abarcaba medidas sanitarias y de restricción de actividades en tres fases sucesivas. Esto implicó, la suspensión de clases en todos los niveles escolares del 23 de marzo al 30 de abril -luego se ampliaría al 31 de mayo- y la cancelación de actividades no esenciales: artísticas, culturales, deportivas, religiosas, sociales, gubernamentales y legislativas.

La dinámica de sucesos cotidianos se vio mermada para el reporteo y proyección de la información noticiosa de periodistas y medios de comunicación, quienes recurrieron a la obtención de material periodístico de manera virtual a través de programas de video llamadas y reuniones o por medios tradicionales como la telefonía fija. La forma de trabajo conocida se convirtió en extraordinaria por lo que fue necesario replantearse las rutinas de trabajo. Los medios de comunicación y los periodistas hicieron uso además de las nuevas tecnologías de la comunicación e información para mantener el contacto con las fuentes informativas lo mismo que con las redacciones y así garantizar la publicación o difusión de información.

En este trabajo se observa cómo medios de comunicación y los periodistas afrontaron una forma distinta de trabajo dictada, según cada empresa informativa al reducir al mínimo la presencia de personal en las instalaciones y las coberturas periodísticas para resguardar la integridad ante los contagios de COVID-19. Se busca mostrar cómo las rutinas de trabajo se modificaron con base en la experiencia de propietarios de medios, directivos, editores o conductores de los mismos, todos ellos del Estado de México y con sede en la capital Toluca. El estudio de las rutinas de trabajo y el contexto de la operatividad de las empresas informativas se enmarcan en el enfoque conocido como Sociología de Producción de Noticias o Newsmaking del cual dos de los principales exponentes son Pamela Shoemaker y Stephen Reese (1996) con la postulación de condicionantes que influyen en la producción de mensajes.

Desde la perspectiva de los autores, esas condicionantes abarcan al individuo o periodista, a la empresa noticiosa, a las rutinas de trabajo, a factores externos a los medios y a elementos orgánicos ideológicos. En este trabajo se retoman precisamente las rutinas de trabajo y las condicionantes de la organización para el abordaje de los medios y periodistas regionales de cara a una pandemia mundial.

El funcionamiento de los medios regionales dista de ser idéntico a la que se desarrolla en la capital del país donde operan mayormente conglomerados mediáticos y donde el alcance y formas de sobrevivencia es compuesto (Huerta-Wong y Coaut., 2013; Aranda, 2018). En los medios regionales proliferan los medios de comunicación a cargo de particulares que dependen de ingresos del gobierno estatal y municipios para subsistir (Rosagel, 2009; Autor, 2017).

Por otro lado, se advierte que las pandemias han sido explicadas en estudios nacionales y transnacionales a partir de la audiencia sobre el tratamiento informativo de los medios como sucedió con la influenza H1N1 en una encuesta (Valdés y Coauts., 2010); el análisis de las historias publicadas por el periódico El Universal sobre de la enfermedad (Jiménez, 2012); el estudio de contenido de los periódicos El Universal y El País en cuanto a la correlación de casos de influenza registrados (Mondragón, 2015) o el examen del alarmismo causado por medios en torno a la epidemia de la gripe aviar ocurrida entre los años 2005 y 2006 (Menéndez, 2010).

Los primeros estudios sobre la cobertura informativa de la pandemia del COVID-19 arrojan la proclividad de la audiencia a informarse en los medios tradicionales. Masip y Coaut. (2020) recalcan a la sobreinformación, sesgo ideológico y sensacionalismo como elementos distintivos de la información que se dio a conocer y en ello advirtieron la necesidad de contar con información que aliente temor e incertidumbre en la población.

 El presente estudio más que investigar a la audiencia o a lo ya publicado por los medios de comunicación busca mostrar lo que precede a la difusión de información y recepción de los públicos. Es sobre la alteración de las rutinas de trabajo y las complicaciones de las empresas mediáticas para dar continuidad a la labor de informar de medios regionales de la entidad más poblada en el territorio mexicano. Temáticas de estudio que han sido abordadas desde la Sociología de Producción de Noticias que Hernández (1997) identifica como tendencia que “se centra en el polo emisor de los mensajes, y supone el análisis de los medios de comunicación como organizaciones complejas, con una lógica de producción industrial”.

Marco teórico

El estudio de las rutinas de trabajo y organizacionales tiene su antecedente en la Sociología de Producción de Mensajes, Sociología de Producción de Noticias o Newsmaking, es decir, un enfoque que concibe los diversos factores que influyen en la elaboración de los mensajes que difunden los medios de comunicación. Al respecto, uno de los modelos conceptuales más representativos es de Pamela Shoemaker y Stephen Reese (1996). Los investigadores identifican cinco niveles a considerar en la explicación del origen y proposición de las noticias mediante niveles. Estos últimos de tipo a) individuales o sociodemográficos de quienes tienen a su cargo la recolección y procesamiento de la información y entre los que se halla el sexo, edad, clase social y valores sociales b) de rutinas de trabajo que abarcan aspectos como los horarios y cargas laborales, el transporte de los periodistas, los canales rutinarios para la consecución de información, los roles profesionales y de ética y seguidamente aquellos que involucran a la c) organización o medio de comunicación destacándose la política interna, los recursos, tiempo y espacios asignados, la infraestructura, los servicios informativos así como las condicionantes individuales de los dueños o directores para posteriormente sumar aspectos d) externos al medio de comunicación relativos a la política, la economía y competencia de los otros medio y concluir con los factores coyunturales para el caso e) ideológicos como el neoliberalismo, la democracia, el pluralismo y la modernización vs la cultura popular (Shoemaker y Reese, 1996).

En esta óptica se asume que los periodistas realizan por tanto una actividad habitual y cotidiana que sin embargo, puede verse modificada en situaciones excepcionales o insólitas como es una pandemia mundial (Masip, 2020). Medios y periodistas llevan a cabo regularmente coberturas de sucesos fortuitos o súbitos de actividades programadas -por parte de los diversos sectores: político, económico, social-, de eventos de asociaciones no gubernamentales y de iniciativa propia mediante el análisis de los temas que trascienden en la agenda pública. Según Salvador De León, producir noticias es parte de la cotidianeidad de un medio y periodista si bien conlleva cierta lógica y estructura (De León, 2004).

Hasta antes de la pandemia del COVID-19, los medios de comunicación solían por consiguiente, enviar a los periodistas, y estos hacerlo por su cuenta, a las calles, oficinas públicas y comerciales para conseguir información del acontecer diario o reacciones a temas de interés público (Frankenberg y Coaut., 2010). De esta manera, se recurría a herramientas de trabajo como grabadora, teléfono móvil y/o a cámaras de video y fotográficas para resguardar los testimonios, no obstante algunos de aquellos ya hacían uso de internet y plataformas de software de video para llevar a cabo entrevistas. Sin embargo, se intenta averiguar cómo la pandemia mundial transforma los patrones de rutinas en el conjunto de la empresa informativa. La empresa a la que Aguado y Coaut. (2008), definen como el conjunto organizado de recursos humanos y materiales que pretende lograr un producto o servicio comunicativo a disposición de un consumidor, y que para ello aplica ciertas rutinas y procesos. Sobre el particular, la empresa informativa u organización noticiosa supone por ende, una estructura delimitada, funciones y actividades que se interrelacionan, dividen, asignan y coordinan, tanto de forma horizontal como vertical y resultan en un producto periodístico (Aguado y Coaut., 2008). En el caso de las empresas informativas del estado de México, se debe considerar que la mayoría corresponden a medios impresos, seguidos de los medios radiofónicos y televisoras (Autor, 2017).

Marco metodológico

Para el presente estudio sobre las rutinas de trabajo y nivel organizacional de las empresas informativas o medios de comunicación en el Estado de México, se procuró su soporte en ocho entrevistas con propietarios, directivos y/o conductores de medios de comunicación con sede en Toluca para conocer de qué manera se modificó el funcionamiento empresarial y las rutinas de trabajo de los periodistas en el contexto de la pandemia mundial de COVID-19. Es decir, los medios de comunicación impresos El Sol de Toluca (periódico estatal) y El Valle (periódico regional), de radio Grupo Acir Toluca (medio radiofónico), de televisión el sistema de noticias Megacable (televisión por cable), Televisa Toluca (televisora privada) y el Sistema de Radio y Televisión Mexiquense (medio público), la agencia de noticias MVT y el portal de noticias Digitalmex.mx.

Las entrevistas se formularon con cuestionario semiestructurado que recogió el relato de cómo les estaba afectando la pandemia en términos de operatividad, para pasar a los cambios y dificultades que debieron sortear hasta el momento y la manera en que la pandemia impactaría el quehacer y ser de los medios de comunicación. Cabe aclarar que, a diferencia de otros estados de la república mexicana, el Estado de México no registra la violencia contra medios y periodistas y por tanto, sus rutinas de trabajo y actividad empresarial que sí tienen lugar en otros entornos regionales (Del Palacio, 2015) a los que pudiera enmarcarse la cobertura del COVID-19. Aunado a esto, el estudio de la pandemia en un contexto de violencia e inseguridad en México tuvo como situación particular que el crimen organizado hizo llegar despensas de apoyo a quienes se habrían quedado sin ingresos o trabajo pero no en el Estado de México (Ruiz, 2020).

Las entrevistas realizadas para este trabajo, se realizaron durante mayo del 2020, y se buscó privilegiar testimonios vivenciales por tratarse de una situación inédita y de la que aún estaban por venir los días o periodo más complejo denominado Fase III y la de semáforo rojo (Hernández, 2020).

Con las entrevistas semiestructuradas, los entrevistados fueron seleccionados al azar con base en su reconocimiento público y los medios representativos a los que pertenecen. Del total de los entrevistados sólo en dos casos correspondieron a mujeres. A su vez, las entrevistas se realizaron mediante el uso de la aplicación Zoom con un promedio de 30 minutos cada una a mediados del mes de mayo de 2020.

Para Díaz-Bravo y Coaut., (2013) la entrevista semiestructurada plantea mayor flexibilidad que sus homónimas, la entrevista estructurada y la entrevista no estructurada, puesto que las preguntas pueden ser más adaptativas a las circunstancias del entrevistado y a las necesidades del entrevistador. Asimismo, el citado autor menciona que la entrevista semiestructurada se caracteriza porque motiva al interlocutor, posibilita la aclaración de términos, presenta la oportunidad para dar claridad a las ambigüedades y reduce los formalismos. En este caso, las entrevistas se distinguieron precisamente por la espontaneidad de las preguntas y declaraciones si bien sin la interacción personal y con la posibilidad de fallas eléctricas y de conexión digital.

10 de marzo de 2021