Las primeras reporteras mexicanas
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Las primeras reporteras mexicanas

Elvira Hernández Carballido

-Señorita Vargas, me dijo, sacando aquella copia que yo ya conocía, usted ha dicho todas estas men­tiras en El Nacional de hoy.

– No me diga… respondí como sorprendida. A ver, enséñeme.

– Sí, siéntese usted, vamos viendo punto por punto, porque usted tiene que rectificar.

Eran ocho o diez puntos, todos del mismo tenor: que no es cierto que los obreros vivan en chozas, que no es cierto que hay fangos y basura; que no es cierto esto y lo otro y todo; y que en honor a la verdad la reportera escriba desmintiendo su artículo en todas sus partes.

– Bueno, le dije, ¿qué es lo que en concreto quiere usted?

– Pues que rectifique en el acto. Allí está el telé­fono, puede usarlo.

– No para eso, señor Long. Ni una sola palabra rectifico. ¿Cree usted que yo estoy jugando?

– Es que, interrumpió, si usted escribiera de otro modo, la empresa se daría por bien servida…

– Pues, dije levantándome, diga a su compañía que puede darse por mal servida… Buenas noches…

Elvira Vargas demostró con este diálogo que su compromiso de reportera era absoluto. Ella, junto con Magdalena Mondragón y Esperanza Velázquez Bringas, empezaron a ir al lugar de los hechos y trabajar con la noticia. En este texto haremos un recorrido por el trabajo de estas primeras reporteras.

Las pioneras

Antes de que las mujeres lograran ser reporteras, fue hasta finales del siglo XIX cuando las mexicanas pudieron fundar sus propias publicaciones. En una de ellas, Las Hijas del Anáhuac po­demos leer:

Todavía no se puede colocar nuestro perió­dico en el número uno de los otros muchos que honran la pren­sa mexicana; pero…

Elvira

Elvira Vargas

¡Quizá más tarde!… ¡Tal vez en la decadencia de nuestra vida, se recorda­rá con placer, que unas pobres hijas de México, deseosas del progreso de tu país; no descuidaron (aún a costa de muchos sacrificios) Contribuir con sus humildes líneas para lograr en su patrio suelo, esa regeneración sublime del sexo femenino, que se llama la emancipación de la mujer! Quizá entonces, este periódico que es hoy un insignificante botón de la corona que ciñe la literatura de nuestra patria, forme una de sus más fragantes flores. Tal vez dentro de algún tiem­po, habrá otras jóvenes que, siguiendo nuestro ejemplo, se lancen al difícil camino del perio­dismo, afrontando todas las espinas que en él se encuentran.

Y mientras ellas invitaban a otras mujeres a inte­grarse al mundo periodístico, los hombres periodistas mexicanos empezaban ya a perseguir la noticia. Destacó Manuel Caballero, considerado el primer reportero mexicano, cuya trayectoria se desarrolló entre 1876 y 1880.

Al empezar el siglo XX el incremento de la mo­dernización en los periódicos creció, por ello, las mujeres que deseaban un espacio periodístico se tuvieron que integrar a estos diarios. Los jefes de información daban las órdenes del día a sus repor­teros que salían a buscar el suceso noticioso, mien­tras que las colaboraciones femeninas se limitaban a la columna o el artículo para abordar temas de interés general.

Al revisar las páginas de Excélsior y El Univer­sal, resulta sencillo encontrar nombres femeninos, pero solamente en la página editorial. Sin embargo, después de una minuciosa búsqueda aparecen los de aquellas primeras que por los hechos noticiosos manejados y los géneros periodísticos empleados podemos llamarlas reporteras. Sus nombres son: Esperanza Velázquez Bringas, Elvira Vargas y Mag­dalena Mondragón.

La entrevista, un género periodístico practicado por una mujer

Una de las primeras mujeres mexicanas que empezó a practicar la entrevista en el periodismo nacional fue Esperanza Velázquez Bringas. Su interés por hacerlo, fue explicada por ella misma:

Durante mis épocas de diarismo intenso, yo gusté de acercarme lo mismo al pensador ilustre, que, al concertista, a la gran actriz y al farandulero que pasa. Pues en la unidad social todas las vidas son sagradas, desde las de más altos ideales hasta las más humildes o aparentemente absurdas. Por distintos caminos, cada quien sigue en su pequeño mundo, el círculo del infinito. Así, todos mis entrevistados fueron para mí motivos de observación, puesto que los traté en la realidad de la vida misma: fuera del ambiente en que el público los veía moverse. Sus pensamientos íntimos, sus ensueños, sus triunfos y sus fracasos, me fueron revelados en amenas pláticas.

Elvira Vargas desde muy jovencita, al mismo tiempo que estudiaba la carrera de Derecho, entró a trabajar por necesidad al periódico El Nacional. Su primera tarea fue corregir los textos, luego se encargó de los encabezados, más tarde de formar la primera plana, des­pués redactaba algunos textos, hasta que por iniciativa propia empezó a reportear.

Esperanza Velázquez

Ella fue abogada, funcionaria, escritora, cronista y periodista. Después de la Revolución Mexicana, fue contratada por el periódico El Universal como editora de la página infantil, poco después colaboró en la sección editorial y finalmente tuvo la idea de entrevistar persona­jes, principalmente de la élite político cultural. Sus mejores entrevistas fueron reunidas en el li­bro Pensadores y artistas (1922).

Además de ofrecer datos biográficos de las personas que entrevistó y describirlos con detalle, trataba que le explicaran su obra, de dónde surgía su inspiración, que dieran a conocer sus deseos y planes, su opinión general sobre sus oficios o profesiones, así como el lado hu­mano que les podía caracterizar.

Sus preguntas siempre eran breves, sus comen­tarios intentaban invitar o provocar la respuesta de inmediato. Siempre buscó y logró mantener una conversación periodística con sus personajes, de­mostró capacidad para interrogar, su perseverancia para obtener información y la constante búsqueda de respuestas en voz de sus entrevistados.

Cada plática la expresó con elementos creativos para acercar al lector a recrearle el encuentro a través de descripciones y evocaciones, tanto de ella como de los personajes con los que conversó. Desgracia­damente, al iniciar la década de los treinta dio más prioridad a su carrera de funcionaria y escritora, por lo que el periodismo poco a poco desapareció de su vida. Murió en mayo de 1980.

La muchacha atrevida es reportera

Elvira Vargas desde muy jovencita, al mismo tiempo que estudiaba la carrera de Derecho, entró a trabajar por necesidad al periódico El Nacional. Su primera tarea fue corregir los textos, luego se encargó de los encabezados, más tarde de formar la primera plana, después redactaba algunos textos, hasta que por iniciativa propia empezó a reportear.

En algunas entrevistas o semblanzas la descri­bieron como una mujer de carácter fuerte, como una muchacha atrevida dispuesta a lograr lo que se propusiera.

Constantemente escribió para denunciar situaciones injustas, que violaban los derechos humanos de la gente. Por ejemplo, durante la campaña de alfabe­tización que lanzó Lázaro Cárdenas, muchos maestros fueron atacados en poblaciones acusados de co­munistas. Vargas hace una emotiva crónica sobre un caso lamentable de violencia:

María Guadalu­pe Río de la Gar­za, maestra rural en San Jerónimo, Jalisco, modestamente vestida, la cabeza cubierta con un chal negro, aun impotente para contener las lágrimas nos dijo:

-Mi hermana María Elena y yo fuimos víctimas de doscientos bandoleros que atacaron nuestra casa, la que defendimos hasta el último momento; pero al fin, durante la noche, nos sacaron y golpearon, diciéndonos que éramos ateas, con tratos con el diablo, nos llevaron al monte.

Mi hermana estaba a punto de ser madre. Después de golpearnos y humillarnos, se ordenó que nos fusilaran. La obscuridad me protegió y pude correr entre la hierba, herida. Mi hermana fue asesinada, la mutilaron horriblemente.

María Guadalupe no puede, cuando relata estos hechos, contener los sollozos. Alrededor de ella, un grupo de periodistas y de maestros rurales sentimos la tragedia viva de estos apóstoles de la Revolución.

En 1953 empezó a escribir en Novedades, crítica como siempre, muchas veces fue amenazada, pero con toda tranquilidad respondía a sus agresores: “Escriba lo que me dijo, fírmelo, me lo envía y yo lo publico con mucho gusto”. Murió en 1967, nunca se casó, no tuvo hijos, su vida fue absolutamente dedicada al periodismo.

La malicia al reportear

Magdalena Mondragón fue secretaria en el periódico El Siglo de Torreón y al dar a conocer sus inquietudes por escribir, el director del diario le dio la oportuni­dad, fue así como publicó la columna Sin malicia. La buena experiencia que tuvo fue suficiente para que buscara un espacio en la Ciudad de México, y gracias al apoyo de su amigo Miguel Gil, periodista de la época, entró a trabajar a La Prensa. Como la línea de ese periódico era la nota roja, se le asignó la fuente policiaca.

Ella misma confiaba que nadie de sus compañeros esperaba que permaneciera mucho tiempo, pero su carácter y vocación fueron más fuertes que cualquier prejuicio sexista, y sin ningún temor cubrió duelos, crímenes pasionales o asesinatos. Pero ella no se conformó con cubrir ese tipo de sucesos y en una ocasión logró una entrevista con el presidente Lázaro Cárdenas. De acuerdo con el mismo periódico, los ejemplares se agotaron y fue un gran éxito editorial.

Otra entrevista que le hizo ganar también la pri­mera plana fue la que le realizó al presidente de Estados Unidos, Franklin Roosevelt. Es curioso que todo surgió debido a un castigo, pues cuando se creyó que fue hundido el barco “Potrero del Llano”, a Mondragón le tocó cubrir la nota, pero no la dejaron pasar, entonces inventó algunas declaraciones. Se le suspendió y para recobrar su prestigio consiguió esa exclusiva:

Magdalena Mondragón fue secretaria en el periódico El Siglo de Torreón y al dar a conocer sus inquietudes por escribir, el di­rector del diario le dio la oportunidad, fue así como publicó la columna Sin malicia.

Era la única periodista mexicana, estaba muy nerviosa, imaginaba en ese momento mil cosas. Me temblaban hasta las piernas. Me impresionó mucho verlo llegar en su silla de ruedas. Nunca se borró de mi mente su aspecto pálido y enfermo. Poco a poco el presidente fue acercándose a los periodistas y pude vislumbrar con claridad su cara, una cara poblada de arrugas. Por fin lo tuve muy cerca de mí y me di cuenta de cada uno de sus movimientos. Frío, calculador pero agradable. Los periodistas comenzaron a lanzar gran cantidad de preguntas. Yo… esperé. Al llegar mi turno hice tres preguntas sobre el petróleo y la expropiación, era el tema que más interesaba a México.

Durante treinta años trabajó en La Prensa. Recibió el Premio Nacional de Periodismo en 1983. Nunca se casó, no tuvo hijos, dedicó toda la vida a su trabajo periodístico. Murió el 5 de julio de 1989.

Las primeras reporteras

Esperanza Velázquez Bringas, Elvira Vargas y Magda­lena Mondragón son tres figuras de nuestro pasado periodístico. Tres mujeres que por iniciativa propia hicieron de la noticia su material de trabajo. Tres mujeres que forman parte de la historia de nuestro periodismo.

Magda­lena Mondragón
Numero 229, Marzo 2019
8 de marzo de 2021