Hay pecados que trascienden el tiempo
Mónica Hernández, logra en su primera novela Las perlas malditas del almirante (Martínez Roca), un verdadero retrato de memorias como escenario para narrar una historia en dos tiempos, en la que una maldición plagada de secretos, envidias y muerte es la protagonista del entramado entre sus páginas.
Recorriendo pasajes de la cronología de Europa que van desde la Florencia de los Medeci, hasta el derrocamiento de Alfonso XVIII de España, son descritos más de 500 años de historia, que entrelazan una trama cargada de misterio, en específico, la condena que habrá de acompañar a toda aquella persona que tenga en su poder, las enormes y preciosas perlas en forma de pendientes, que Luis XIV obsequiara en 1672 a su amante Marie Mancini, sin imaginar que esas deslumbrantes perlas pertenecieron alguna vez a Cristóbal Colón y que se rumora lo llevaron a perder la vida trágicamente.
“Se dice que las perlas eran de Cristóbal Colón, que las encontró en América, en alguno de sus viajes. La peregrina y otras grandes son, como bien sabes de Panamá, donde los herederos tenían unas tierras, las de la Veragua. Pretendía obsequiárselas a la reina, pero la Católica murió y nunca pudo entregárselas”.
Tras siglos en los que, después de haber pertenecido al descubridor de América y haber transitado por gran parte del continente europeo, enmarcando rostros de bellas mujeres que fueron reinas, princesas y también alguna que otra conocida cortesana, las perlas llegan a manos de Alix, una joven que trabaja en una casa de subastas. Es agosto de 1969, el escenario ahora es Ginebra ¿se comenzará a gestar lo que posiblemente sea el fin de la maldición de las perlas?, ¿será Alix quién sea capaz de acabar en pleno siglo XX con la cadena de tragedias que rodean a los pendientes?
Mónica Hernández. (Ciudad de México 1986). Después de bucear en el mundo profesional en las áreas de Marketing y Relaciones Públicas en corporativos internacionales en España y México, decidió dejarlo todo y empezar aquello que solo existía en su mente, escondido entre las páginas de sus muchos diarios y en docenas de libretas y cuadernos, algunos perdidos para siempre. Abandonó también su cómoda vida de lectora irremediable para dedicarse de lleno a la escritura. Las perlas malditas del Almirante es su primera novela.