La radio mexicana: cien años de contar historias de sonidos, palabras y silencios… frente a un modelo comunicativo comercial que persiste
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La radio mexicana: cien años de contar historias de sonidos, palabras y silencios… frente a un modelo comunicativo comercial que persiste

Este 2021 se festeja el centenario de la radio en México. Hablar de este medio de comunicación en el contexto de la pandemia del Sars Cov 2, obliga a revalorarlo. En tiempos de confinamiento, la radio, con sus narrativas e historias, es la ventana que permite a millones de hombres y mujeres del mundo recuperar los ritos de la vida cotidiana que dan sentido a lo humano.

Hablar de la radio en sus cien años se vuelve complejo pues hay mucho que decir. Es un medio generoso que a pesar del tiempo y del desarrollo tecnológico y digital sigue siendo la mejor compañía. Esa enunciación suena nostálgica, ciertamente, pero es la esencia del medio, acompañar, ser empático con quien presta oídos a sus palabras. La relación entre el receptor y la radio es íntima; el medio le habla al oído a quien suele escucharlo.

El objetivo de este artículo es centrarnos en los primeros momentos de la historia de la radio en México, para dar cuenta que esos patrones de comportamiento entre los protagonistas: concesionarios, Estado mexicano, publicistas y audiencia marcarán una forma de hacer comunicación en este país, modelo que prevalece en el ecosistema mediático contemporáneo.

1921, Radio mexicana: entre el modelo comercial y de servicio público

Son cien años de la radio en México. Son cien años de acompañar a los escuchas con canciones, noticias, programas deportivos, conciertos, concursos y diálogos.

El nacimiento de la radio en México tiene dos momentos cumbres: en septiembre de 1921 cuando el doctor Adolfo Enrique Gómez Fernández con su hermano Pedro, realizan el primer programa de radio en la Ciudad de México; y el 9 de octubre, con la transmisión radial del ingeniero eléctrico Constantino de Tárnava en Monterrey, Nuevo León. ¿En qué radica la diferencia? Mientras el doctor Gómez Fernández sólo realizó un experimento, el ingeniero inicia transmisiones de manera regular de un programa con formato estructurado y con patrocinador.

En 1922, en Inglaterra, un año después del inicio de la radio en tierras mexicanas, John Reith funda la British Broadcasting Company, la famosa BBC de Londres, primera radio de servicio público en el mundo. Los contenidos sociales, experimentales y culturales eran la esencia de este modelo radiofónico que intentaban dar respuesta a las necesidades de la sociedad, además de ser una esfera abierta y plural para la deliberación de los ciudadanos.

Para estos años, la radio de los Estados Unidos ya se había consolidado con programación comercial, en particular con la transmisión de radionovelas patrocinadas por jabones de tocador y cremas dentales. México, tenía frente a su mirada dos modelos de comunicación a seguir: el estadunidense con una tradición comercial y el inglés con una función social de servicio público. La decisión la conocemos, pues es la que sigue imperando con fuerza en este país: los concesionarios optaron por el modelo de la radio comercial.

Este hecho fundacional marcará a la radio, pero también a otros medios que llegarán años después, entre ellos la televisión. Con el modelo comercial nació la radio en México y sentó las bases para que el ecosistema mediático continuará y se fortaleciera con ese esquema hasta llegar a esta sociedad multiplataforma.

Nos permitimos acotar que ejemplo de ello es la CYB (actualmente XEB, la B grande de México), emisora de 1923, patrocinada por la firma cigarrera francesa, El Buen Tono, y por supuesto, la XEW, propiedad de la familia Azcárraga Milmo quien creo una industria del entretenimiento que marcó la manera de sentir (con los radiodramas) y cantar en este país.

La mayor parte de las emisoras radiofónicas de este país en sus primeros años son comerciales. Además, las caracterizará su estrecha relación con los grupos de poder, en particular con el Partido Nacional Revolucionario, convertido después en Partido Revolucionario Institucional.

De esta manera la radiodifusión comercial mexicana de la primera mitad del Siglo XX comenzó a crear su identidad: era un medio con fines de lucro, controladora y monopolizadora de la información, y cercano al poder político. Producir contenidos sociales y culturales para las audiencias mexicanas no fueron su prioridad.

De las narrativas tradicionales a ser creadora de los profesionales de la industria audiovisual

Foto: Noticias Vital

Las décadas de los veinte y treinta del siglo pasado estuvieron marcadas por las vanguardias artísticas europeas: futurismo, dadaísmo y surrealismo. Artistas como Luigi Russolo, Filippo Tomasso Marinetti, Hugo Ball, Antonin Artaud realizaron aportaciones para hacer de la radio un medio de vanguardia. La poesía sonora, el filme acústico, el collage sonoro y las dramatizaciones irreverentes formarían parte de las parrillas de programación de las radios de servicio público de algunos países de Europa Central. La radio era el medio sacudidor de conciencias. Bertolt Brecht escribía Madre Coraje, Artaud grababa Para acabar con el juicio de Dios y Walter Ruttman transmitía el primer filme acústico de la historia. Artistas y radio eran uno.

¿En México que pasaba? ¿Cuáles eran sus contenidos? ¿Qué relataba?

En los primeros quince años la radio era una industria en construcción a la cual le resultaba más fácil emular al teatro y al libro antes que crear su propio lenguaje. Más tarde, encontrará en el género de la dramatización un campo para desarrollar sus potencialidades y su propia nomenclatura. No olvidemos que en Europa dramaturgos de la República de Weimar crearon el concepto de escenografía sonora para denominar lo que en México se llamaría musicalización (hoy diseño sonoro) y Marinetti ya había publicado su famoso manifiesto: La Radia, donde con maestría señalaba qué debía ser la radio y qué no.

Estas influencias, además de la incursión de personajes del cine a la radio posibilitarán a los concesionarios apostar por las radionovelas, radioteatros y radiocuentos. Géneros sonoros de la cultura popular que “engancharán” a las audiencias. Por tanto, el género de la dramatización será una de las aportaciones de la radio más significativas en el territorio de los medios, misma que será retomada en el campo audiovisual.

Empero, más allá de los contenidos, la radio y los diversos subgéneros de la dramatización sentaron los cimientos de lo que se denominará: equipo de producción radiofónica. Esto es, a los profesionales del medio que antes no existían: el guionista, productor, musicalizador, efectista, actores radiofónicos, operadores, ingenieros de audio y otros personajes claves para producir relatos sonoros.

Los Tres Mosqueteros (Alejandro Dumas), con una adaptación de Marco Aurelio Galindo y realización del que posteriormente será conocido como ícono del cine mexicano: Alejandro Galindo, será la primera radionovela de la XEW (1930), emisora propiedad de Emilio Azcárraga Vidaurreta.

La XEW, La Voz de la América Latina desde México, es un partegüas en la comunicación en este país. Es constructora de lo que hemos denominado el star system radiofónico. Los actores del cine y del teatro del género chico, conocido como carpa, engrosarán las filas de la radio. De esa radio propiedad de la familia Azcárraga Vidaurreta, emanará una pléyade de cantantes (Emilio Tuero, Pedro Infante, Agustín Lara, Pedro Vargas), actores (Arturo de Córdova, Eulalio González “El Piporro” ), cómicos (El Panzón Panseco, Manuel Bernal, Paco Malgesto, ) y locutores (Manuel Bernal, Paco Malgesto), que marcarán una forma de hacer radio. Esto es, de hablar frente al micrófono, de usar las convenciones de continuidad y ritmo (fondos, chispas, planos), de dramatizar y musicalizar.

Con la XEW y después con la XEQ (1938), el star system se amplío, pero la difusión de los programas llegará a todo el país con el proyecto Radio Programas de México con la alianza Azcárraga Vidaurreta con Clemente Serna Martínez, estábamos frente el desarrollo de una industria cultural radiofónica fortalecida.

Es verdad que para la década de los cuarenta muchos de los géneros y formatos provenían de la radio estadunidense, sobre todo el magazine, los misceláneos, los informativos y los dramatizados, pero también hay que decir, la radio comercial comenzaba a crear su propia identidad. Emisiones como Cri cri El Grillito Cantor y los cuentos de terror narrados por Manuel Bernal son ejemplo de la creatividad mexicana.

La radio comercial, social y pública

Mientras en Europa, las radios de servicio público, como en Francia (Radio France); Italia (EIAR-RAI); Alemania (DW) ofrecían programas sociales, deportivos, musicales y experimentales, en México con la XEW (1930), XEQ (1938), Radio 620 (1946), XEOY (1946), y muchas más, establecían una comunicación vertical: los oyentes eran vistos como consumidores a los que se les vendía la radionovela El derecho de Nacer, Kalimán o Una flor en el pantano acompañada de múltiples spots.

Es importante mencionar que la publicidad radiofónica de este país, se distinguía por su creatividad. Productos como Jabón Palmolive, Aceite 1-2-3, Sal de uvas Picot, Mejoral, Jarritos, Calcetines Donelli, entre muchos otros, se producían con ingenio. Los teníamos cantados (jingle), dramatizados, dialogados, a dos voces. Lejos estábamos de pensar en los derechos de las audiencias y la comunicación horizontal e intercultural, a la que se le apuesta en este 2021. Lo que es cierto: la publicidad radiofónica forma parte de la biografía de muchos mexicanos.

Frente a este discurso cabe el cuestionamiento: ¿Y qué sucedía con la radio social? Cierto, este país también tuvo experiencias radiofónicas con modelos de comunicación diferentes al comercial. En 1924 surgió la CZE (actualmente, XEEP, Radio Educación), perteneciente a la Secretaría de Educación pública, pionera de la radio educativa. En 1937 nace la XEXX de la Universidad Nacional Autónoma de México (Radio UNAM), segunda radio universitaria en América Latina (la primera es LR11 Radio Universidad Nacional de la Plata en Argentina, 1924). Ambas emisoras son paradigma de la radio popular y universitaria en el continente americano y algunos países europeos, como Italia y Portugal.

En lo que se refiere al tercer sector o radios comunitarias las primeras experiencias datan de 1965 con Radio Teocelo y Radio Huayacocotla, en Veracruz, inspiradas en las experiencias colombianas y ecuatorianas. Recordemos que la primera emisora comunitaria de la región es Radio Sutatenza de Colombia creada en 1947 por monseñor José Joaquín Salcedo.

Por décadas las radios denominadas educativas, culturales, universitarias fueron castigadas por el gobierno mexicano asignándoles presupuestos endebles, sin importar la producción de contenidos de calidad y sueldos decorosos a los profesionales del medio. En tanto, las emisoras comunitarias e indígenas fueron perseguidas y criminalizadas por el Estado Mexicano. De ahí que era imperante contar con un marco jurídico democrático que las cobijara, y que no continuará privilegiando a los concesionarios comerciales como se hizo durante más de ochenta años.

Esa ley llegó en 2013. Primero con la reforma constitucional en Telecomunicaciones y Radiodifusión, y un año después la ley secundaria. Sin duda, la ley tiene avances respecto a los objetivos enunciados líneas arriba, pero aún se tienen muchas deudas con la sociedad mexicana, en particular con los pueblos originarios. Es un marco jurídico que continúa siendo generoso con los concesionarios comerciales, y mezquino con los concesionarios públicos y de uso social. La realidad de la comunicación no ha cambiado mucho en esta nación, la radio nació comercial y en pocas manos, y así continúa. Pocos son los avances y apoyos que se dan a las radio de servicio público y comunitarias e indígenas.

¿Qué sucede en el ecosistema de medios de este país? ¿Por qué los años pasan y la situación en materia de medios parece no cambiar? Difícil dar una respuesta contundente en un texto que ya no tiene más espacio, es materia para otro artículo. Pero si me gustaría concluir con la siguiente reflexión.

El sociólogo alemán Norbert Elías, en su libro: Establecidos y marginados (1965), menciona que los nativos de un lugar suelen generar cohesión y alianzas solidarias; en tanto, los marginados en vez de ser empáticos con sus pares, son agrestes e intentan formar parte del grupo de los establecidos. Siempre he pensado que las reflexiones de Elías son aplicables a los medios de comunicación mexicanos. Si analizamos, los concesionarios comerciales trabajan unidos (cierto, con intereses lucrativos, pero cohesionados), en tanto los medios de servicio público y comunitarios que llegaron años después a un territorio ya habitado, les falta unidad y solidaridad. Esto ha cambiado en los últimos años, pero aún falta trabajo.

En síntesis: la radio en su esquema tradicional, digital, por Internet, intercultural, insurgente, descolonizadora, comunal, popular, experimental, pública, universitaria tiene un objetivo: construir narrativas que contribuyan al bienestar común de la población, las comunidades y los territorios. La radio mexicana vive y vive cada vez más fortalecida.

Graciela Martínez Matías*

*Doctora en Comunicación de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México

13 de febrero de 2024