La prensa ante el derrocamiento de Allende
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La prensa ante el derrocamiento de Allende

Hace medio siglo, un cruento golpe de Estado marcó la historia de América Latina. La sublevación de la Junta Militar, liderada por el dictador Augusto Pinochet, eliminó al gobierno democrático del presidente Salvador Allende Gossens, el 11 de septiembre de 1973, electo tres años antes.

El rompimiento abrupto de la democracia chilena formó parte de una estrategia internacional orquestada por Estados Unidos, con el pretexto de frenar la supuesta expansión del comunismo soviético en América Latina. El expresidente estadunidense Richard Nixon y su secretario de Estado, Henry Kissinger auspiciaron y financiaron el golpe.

Esa irrupción militar fue una tragedia humanitaria, que provocó en el país sudamericano, más de tres mil desaparecidos; otro tanto de torturados y asesinados; y muchos más obligados al exilio. Los militares cometieron asesinatos y ejecuciones sumarias, casi ninguno de ellos fue castigado.

Pero ¿qué papel desempeño la prensa chilena, la regional y la internacional en el golpe militar aquel año y luego en la estrategia de exterminio de opositores acusados de comunistas y desestabilizadores?

Aunque el gobierno allendista buscaba aplicar una política social con mayor justicia ante la voracidad capitalista, el 11 de septiembre, la junta militar emitió un comunicado donde ordenó suspender las actividades de la prensa, por lo que no hubo circulación de periódicos. El comunicado decía: “se advierte a la prensa, radios y canales de televisión que por cualquier información dada al público y que no haya sido confirmada por la Junta Militar, las instalaciones de dichas empresas periodísticas serán inutilizadas por las Fuerzas Armadas”.

La prohibición fue levantada dos días después, el 13 de septiembre. El periódico de la derecha chilena, El Mercurio, respaldó el golpe militar al cabecear su portada: “Junta militar controla el país”, acompañado con una foto donde aparecen sus tres integrantes, representando a las fuerzas armadas, presididos por Pinochet. Pero no publicó en portada imágenes de los muertos o de los detenidos.

La Tercera publicó el 13 de septiembre, en portada una foto de La Moneda en llamas acompañado del titular: “Así cayó la moneda” y “Allende se suicidó”.

El periódico El Mercurio tituló su editorial: “Hacia la Recuperación Nacional”, donde se afirma: “La intervención de las Fuerzas Armadas, vino en este caso a liberar a la ciudadanía de la inminente dictadura marxista y a salvar a Chile del aniquilamiento político, social y económico”.

En la portada, la Suprema Corte de Chile de entonces, respaldó el golpe militar. En una declaración emitida el 12 de septiembre por el presidente de la Corte Suprema, Enrique Urrutia Manzano, y publicada en El Mercurio  se lee: “Presidente de La Corte Suprema, en conocimiento del propósito del nuevo Gobierno de respetar y hacer cumplir las decisiones del Poder Judicial sin examen previo de su legalidad, como lo ordena el artículo 11 del Código Orgánico de Tribunales, manifiesta públicamente por ello su más íntima complacencia en nombre de la Administración de Justicia de Chile, y espera que el Poder Judicial cumpla con su deber, como lo ha hecho hasta ahora.”

Alrededor de las 9:10 de la mañana, del 11 de septiembre, y ya en curso el golpe de Estado, Allende pronunció por Radio Magallanes, su discurso histórico. El primer párrafo dice: “Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción, que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo.”

La redacción del periódico El Clarín también fue reprimida. Victor Pey, su propietario, describió el acontecimiento: “Las hordas militares irrumpieron en El Clarín, detuvieron al subdirector Alejandro Arellano y a varios periodistas y empleados presentes en el lugar a esa hora. Creo que fue en ese momento cuando se inauguró el periodo de terror y vergüenza de la dictadura”.

El periódico estadunidense, The New York Times publicó en portada: “Allende fuera, suicidio reportado; régimen marxista en Chile cae en violento golpe de las fuerzas armadas”.

Aquí en México el diario Excélsior, entonces dirigido por Julio Scherer, dio amplios espacios al golpe de Estado criticándolo. Y, destacó la instrucción del expresidente Echeverría al entonces embajador de México en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá para que ofreciera asilo político a la familia del ex presidente Salvador Allende, lo cual se concretó, medida que se extendió a centenares de chilenos que pudieron refugiarse en la embajada mexicana.

En Italia, el periódico L’Unitá, de tendencia comunista, criticó el golpe de Estado. El 12 de septiembre publicó en portada: “Allende asesinado”, y expresó en sus páginas escepticismo hacia la versión oficial del suicidio del presidente chileno.

Antes del golpe militar del 11 de septiembre de 1973 en Chile, en la región latinoamericana ocurrieron otros derrocamientos protagonizados por militares: Octubre de 1970: el general Juan José Torres toma el poder en Bolivia; agosto de 1971: el coronel Hugo Bánzer derroca al presidente Torres, en Bolivia; febrero de 1972: el general José Velasco Ibarra es derrocado en Ecuador, por el general Guillermo Rodríguez; diciembre de 1972: el general López derroca en Honduras al presidente Cruz. Algunos de esos levantamientos armados contaron con la anuncia de Estados Unidos o con su intervención directa.

Históricamente, la orientación editorial de la prensa y los medios electrónicos, como empresas que son, responde a los intereses económicos, políticos e ideológicos de sus propietarios, muy lejos de favorecer con sus coberturas a las mayorías en cada país.

(Redacción).

6 de septiembre de 2023