La evaluación educativa y sus instrumentos en tiempo de pandemia
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La evaluación educativa y sus instrumentos en tiempo de pandemia

Luz Elena Pereyra Rodríguez

Sólo un buen maestro puede llevar a cabo la evaluación más importante de cada alumno.

Felipe Martínez Rizo1

Da fin el receso escolar en tiempos de pandemia, por lo que es momento de poner manos a la obra y reflexionar, entre otras cosas, el tema de la construcción de instrumentos de evaluación académicos, en un contexto en el que se debate el regreso a las aulas o la continuidad de los programas de enseñanza aprendizaje a través de los espacios virtuales; más allá del debate respecto a la calidad educativa, la cual se refleja en alta reprobación de materias por parte de los alumnos de cualquier nivel escolar. Luego entonces, una pregunta obligada por parte de los docentes, y también de la institución educativa en todas sus formas de organización (pública o privada) es cómo planear, conducir, usar y valorar las evaluaciones escolares, las cuales adquieren sentido cuando de elevar la calidad educativa se trata, así como de evitar la deserción y motivar a los estudiantes para su permanencia y desarrollo; al tiempo que se retoma el rumbo de las actividades académicas con un nuevo reto en la construcción de espacios de convivencias presencial o virtuales.

Instrumentos de evaluación y criterios para su elaboración

A efecto de observar la calidad y pertinencia en la construcción de instrumentos de evaluación, se hace fundamental revisar quiénes, cómo, a quién y para qué se están aplicando las evaluaciones; qué instrumentos se utilizan, si se siguen normas para su construcción; cómo y cuándo se aplican; si los instrumentos están (en caso necesario) siendo validados en los centros de enseñanza por algún grupo colegiado; si existen, entre otros, elementos mínimos para mejorar la confiabilidad y validez del proceso de evaluación y, muy importante, si éstos corresponden al contexto en el que los procesos educativos se están llevando a cabo.

            Lo anterior permitirá asegurar, o rebatir, la confiabilidad, existencia o validez en la construcción de un instrumento de evaluación.

Asimismo, el análisis de un instrumento permitirá determinar la consistencia-exactitud-precisión de los resultados, es decir, su confiabilidad; al tiempo que brindará elementos suficientes para constatar el grado en que mide cada una de sus variables –previamente establecidas–, alcanzando su utilidad. Porque como señala Salcedo[1], un instrumento de evaluación ha de ofrecer evidencias acumulativas: teóricas, estadísticas, empíricas y conceptuales que determinen el uso que se dará a los instrumentos de evaluación.

Puede asegurarse entonces que si un instrumento de evaluación no contempla los siguientes pasos (tomados de Edward Thorndike), estaría incurriendo en una “mala construcción”:

  1. Identifica y define el atributo a ser medido: qué se va a medir.
  2. Determina un conjunto de operaciones, por los cuales el atributo quedará perceptible y manifiesto: cómo evaluar.
  3. Establece un conjunto de procedimientos que permiten traducir los resultados en términos cualitativos y cuantitativos.
  4. Selecciona la técnica y el instrumento de evaluación pertinente al momento de la misma.
  5. Reconoce los lineamientos para elaborar Ítems y/o preguntas.
  6. Establece la aplicación y reporte de la evaluación.

Así, la preparación de un buen instrumento de evaluación, como se ha señalado más arriba, deberá ser confiable; pero logrará ser completo si observa elementos de validez, es decir, atiende a los objetivos de ofrecer a los alumnos la posibilidad de: 1) construir una visión general de lo que aprenden como resultado de su escolarización formal, 2) conocer los puntos fuertes y débiles de su aprendizaje, y 3) permitir comparaciones del rendimiento escolar y las tendencias de aprendizaje a lo largo del tiempo (inee, 2006:207)[2].

            En este marco es evidente la variedad de métodos aplicados a la elaboración de pruebas en la escuela y en las aulas, sin embargo, lo fundamental es que éstos “sean relevantes y representativos a los contenidos evaluados”[3] y al contexto educativo actual, que se apliquen en función de su contexto y apelando a que “la validez de la información, interpretaciones y consecuencias de la evaluación del aprendizaje en el salón de clase implicaría (implique) una validez ‘axiológica’, ‘curricular’ e ‘instrumental’”. (De la Orden (2011[4]).

            Operar el procedimiento para la elaboración de instrumentos de evaluación es responsabilidad de los docentes y debiera ser el criterio base para la elaboración de un buen instrumento por parte del profesor, pero también de las instituciones y del sistema educativo, cuya función (en una etapa individual y otra grupa, así como en un contexto presencial y virtual) es evaluar los reactivos (preguntas, valoraciones, problemas, acciones) que integran un examen.

Vale la pena considerar en este espacio el planteamiento que hacía el INEE[5] (antes de su disolución) cuando señalaba la importancia de reconocer el proceso normativo para elaborar los instrumentos de evaluación, porque éste permitiría al docente poner en práctica sus propuestas y evaluarlas simultáneamente, al implicar la actividad de: a) leer y responden los reactivos, b) responder los formatos de validación de reactivos, identificando i) el grado en que el reactivo representa el contenido curricular especificado, ii) la ausencia de sesgo y de género, y iii) los problemas técnicos de construcción.

Finalmente, un criterio de cierre daría pauta al profesorado para colocarse en la tarea de justificar los errores o problemas identificados en el reactivo para finalizar con la argumentación de su valoración a partir del agregado de señalizaciones, correcciones o comentarios positivos del proceso.

El procedimiento arriba expuesto es, precisamente, el que le da confiabilidad y validez a un instrumento y al proceso de evaluación en su conjunto, pues todo apuesta metodológico tiene como sustento el eje argumentativo que parte de la vinculación de la teoría con la práctica y que impone la reflexión crítica necesaria en todo proceso de conocimiento.

            Resulta por lo tanto indiscutible que la evaluación del aprendizaje “debería servir al propósito de ser un mecanismo que, desde una perspectiva sistémica, vigile las diferentes ‘relaciones de coherencia’ entre insumos, procesos, productos, contextos y propósitos/metas en aula, a través de la dotación de ‘significados’ pertinentes y dirigidos –a los diferentes actores implicados– en pos de su actuación para la mejora continua” (De la Orden[6]).

            Y es precisamente ahora, al inicio de las actividades escolares, que es imperante observar la evaluación en sus etapas diagnóstica, formativa y sumativa como parte inherente a la planeación y operación de cualquier programa docente, asumido en la responsabilidad del profesional de orientar la aplicación que se haga de teorías, métodos, técnicas y conocimiento en general, para pensar y poner en práctica una educación en libertad y como fuente de desarrollo y realización.

Fuentes

INEE. (2013). Panorama educativo de México. Indicadores del Sistema Educativo Nacional 2012.

Educación básica y media superior. Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. Recuperado de http://publicaciones.inee.edu.mx/detallePub.action?clave=P1B111

Martínez Rizo, Felipe (2009). Evaluación Formativa en el aula y evaluación a gran escala hacia un sistema más equilibrado. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 11 (2). Recuperado de: https://redie.uabc.mx/redie/article/view/231/388

Medina Gual, L. (2013). La evaluación en el aula: reflexiones sobre sus propósitos, validez y confiabilidad. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 15(2), 34-50. Recuperado de http://redie.uabc.mx/vol15no2/contenido-medina.html

Tiana Ferrer, A. (2013). La evaluación de la enseñanza por competencias y el uso de sus resultados para promover el aprendizaje. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Recuperado de: http://www.seminariointernacional.com.mx/sites/default/files/alejandro_tiana_ferrer_01.pdf


[1] 4 Salcedo Pech Carlos Manuel, “Elaboración de instrumentos de evaluación”, Open class/UTEL.

[2] s/a, Los Excele, qué son y qué evalúan. Recuperado de: http://publicaciones.inee.edu.mx/buscador-Pub/P1/C/147/P1C147_04E04.pdf

[3] Citado en Medina (2013), p. 7.

[4] Citado en Medina (2014), p. 8.

[5] INEE. (2013). Panorama educativo de México. Indicadores del Sistema Educativo Nacional 2012. Educación básica y media superior. Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. Recuperado de http://publicaciones.inee.edu.mx/detallePub.action?clave=P1B111

[6] Citado en Medina, 2014.

14 de agosto de 2021