Grupos conservadores continúancontrolando a la UNAM: Imanol Ordorika
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Grupos conservadores continúancontrolando a la UNAM: Imanol Ordorika

Gracias a las movilizaciones estudiantiles de 1986-1987, en defensa de la gratuidad en la UNAM, se
logró detener su privatización, sin embargo, las autoridades encabezadas por el Rector José Sarukhán
impidieron que durante el Congreso Universitario (1990), se acordara democratizar las formas de
gobierno de la institución, que 35 años después los grupos tradicionales que la controlan continúan
impidiéndolo, lamenta el doctor Imanol Ordorika.

Carlos Padilla Ríos

El doctor en Ciencias Sociales y exdirigente estudiantil, Imanol Ordorika, participó a finales del 2023 en el proceso de selección del nuevo rector para impulsar un “proceso de cambio profundo de sus formas de gobierno, estructura y modernización universitaria. Sin embargo, “los grupos que dominan la UNAM son profundamente conservadores reacios al cambio”, advierte en entrevista.
El doctor recapitula acerca de una de las demandas enarboladas por el Consejo Estudiantil Universitario (CEU) en los años 1986-1987: la democratización de las estructuras de gobierno: “el Consejo Estudiantil Universitario logró construir una gran legitimidad ante la opinión pública y la sociedad al afirmar que la Universidad tenía muchos problemas pero no eran atribuibles a los estudiantes. Gracias a la cohesión que logramos, la huelga que estallamos en 1987 derrotó rápidamente a las autoridades, quedando suspendidas las reformas de Jorge Carpizo y se abriera paso a una reforma universitaria participativa en el Congreso Universitario.
El Congreso Universitario tardó en realizarse, hasta 1990, tres años después. Para entonces, había disminuido la fuerza del movimiento estudiantil, ya el sexenio de Salinas, con un rector profundamente autoritario y con una visión muy pequeña de la Universidad como Grupos conservadores continúan controlando a la UNAM: Imanol Ordorika lo fue José Sarukhán. En el Congreso Universitario, las posturas más conservadoras bloquearan cualquier iniciativa de cambio. Se debatieron temas como la democratización de la Universidad; las condiciones del personal académico cambiando el Estatuto del Personal Académico y muchos otros que no se atendieron, se reflejan en la universidad que hoy tenemos.


-Pero no se aplicaron los cambios que propuso el Rector, que motivó la irrupción del CEU.
-No, no se aplicó la mayoría de los cambios restrictivos. La Universidad mantuvo su gratuidad, a pesar de que hubo otros intentos de incrementar las colegiaturas, en otras dos ocasiones en 1992 si no me equivoco y luego en 1999. Pero la fuerza del estudiantado, la mantuvo gratuita. Hoy podemos decir que esas movilizaciones resultaron triunfantes cuando vemos que el artículo tercero establece con toda claridad la gratuidad de la educación superior pública en todo el país.
Se logró defender el pase de las preparatorias y los CCH a la Universidad aunque años después pusieron algunas restricciones pero esencialmente los estudiantes que entran al bachillerato universitario pueden acceder a la UNAM. En los temas que no se logró avanzar fue precisamente en la necesidad de democratizar de modernizar las formas de gobierno que tiene la institución que preservan formas y mecanismos anquilosados, obsoletos que permiten la reproducción de los grupos tradicionales de poder universitario y que mantiene el control de la Universidad en las manos de los mismos grupos. Con una visión muy limitada de universidad que no corresponde al momento actual que vive el país. Pero en general se puede decir que el movimiento del CEU fue triunfante.


Como académico e investigador ¿Cuál ha sido su trayectoria en la Universidad?
-Después del Congreso Universitario terminé mi licenciatura de física en la UNAM en la Facultad de Ciencias. Mis intereses académicos cambiaron por la participación en el CEU. Después hice un posgrado primero de Maestría en Educación y después un doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad de Stanford regresé justo a finales de 1999 cuando estaba la UNAM en huelga por un nuevo intento por elevar las cuotas. Discrepé con la manera de dirigir el movimiento del Consejo General de Huelga, pero con gente como Adolfo Gilly condenamos la represión y la actuación del rector, Juan Ramón de la Fuente y la entrada a la UNAM de las fuerzas represivas.
De la Fuente metió a la Policía Federal a la universidad, generando una enorme polarización interna y deterioro de las relaciones, una situación muy difícil. Fue un acto de represión de quien ahora se ostenta como un participante activo de un proyecto de izquierda, pero en su práctica universitaria fue una persona profundamente conservadora e incluso que hizo uso de la fuerza pública para combatir a al estudiantado de la UNAM en ese momento.
Luego me reincorporé como académico al Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. En ese espacio he tenido una trayectoria académica de más de 30 años trabajando temas de políticas públicas, gobierno, universidad, educación superior en México y en el mundo y movimientos sociales y estudiantiles.
El año pasado participé como candidato a la Rectoría de la UNAM sabiendo que las posibilidades de que fuera nombrado eran casi nulas, pero tratando deaprovechar el momento para plantear la necesidad de que la Universidad debe generar un proceso de cambio profundo, no sólo de sus formas de gobierno, estructura, admisión y compromiso social.
Un proyecto de modernización universitaria. Porque eso desde hace décadas no ha ocurrido en la UNAM. Los grupos que dominan la UNAM son profundamente conservadores, reacios al cambio. Aunque así, no es toda la universidad. En eso no estoy de acuerdo con lo descrito por el Presidente López Obrador porque la UNAM, no es una universidad de derecha pero sí las autoridades universitarias han demostrado una vez más que conforman un grupo que se reproduce, que se premia a sí mismo todo el tiempo con las direcciones de las entidades académicas con la Rectoría de la Universidad, con la disposición de los recursos financieros que se reproduce y mantiene toda una estructura autoritaria vertical y muy conservadora.


-¿Gatopardismo?
-No, porque ni siquiera las autoridades hablan de cambio. No aquí ni siquiera dicen que van a cambiar, no simplemente cambian las personas, pero se mantienen las prácticas se mantienen los mecanismos, el control sobre los recursos, la opacidad en la administración de los recursos universitarios. Los privilegios y prebendas de las personas que están en la administración de la UNAM, contrasta con una universidad que tiene estudiantes en condiciones muy difíciles; un porcentaje muy alto de su profesorado en condición de precariedad laboral, contratados como profesoras y profesores por horas con remuneraciones bajas, incertidumbre laboral permanente, además de muchos problemas que tienen la institución y que no se abordan y que no hay intención de resolverlos, ni de cambiarlos.


-El doctor Jaime Cárdenas, integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas, se quejó en entrevista reciente con la revista Zócalo por el proceso de designación en la Facultad de Derecho, ya que se sintió excluido y marginado por razones políticas, a pesar de su extenso currículum y antigüedad, no apareció ni siquiera entre los diez aspirantes de una lista prelimina.
-Desconozco el caso particular de la Facultad de Derecho. Desde hace muchos años estudio, una perspectiva muy crítica todo el mecanismo de los nombramientos de la Junta de Gobierno para las direcciones de facultades, escuelas e institutos, a través de ternas que conforman el Rector con un proceso muy ambiguo, que llaman auscultación, en donde escuchan a candidatos a algún cargo pero nunca se sabe qué peso se les da a las opiniones que reciben. Evidentemente, la Junta de Gobierno representa a los grupos más poderosos de la institución que tienen los vínculos más fuertes con los directores y los estratos superiores de la Universidad.
No se realizan consultas verdaderas a la comunidad universitaria. La llamada auscultación es una farsa. Es algo que ocurre en la Junta de Gobierno, que no está dispuesta a transparentar ninguna parte del proceso de una dirección ni para el nombramiento de Rector como ocurrió ahora en los últimos meses del año pasado que de vino en el nombramiento de Leonardo Lomelí. Donde la Junta de Gobierno hizo caso omiso de la votación a la que convocamos con condiciones muy difíciles muy adversas que habían construido las autoridades universitarias. Hay una un rechazo total de estos grupos a cualquier modificación y mantienen el control total sobre la universidad y sin embargo es importante señalar que la universidad tiene que cambiar, pero que ese cambio tiene que provenir de las mismas comunidades universitarias.
La UNAM en su condición autónoma tiene que generar un proceso de cambio, y en esto tenemos que empujar para obligar a las autoridades universitarias a aceptarlo.


¿Hay condiciones para eso?
-Intentamos crearlas en el proceso de cambio de Rector del año pasado. Es un esfuerzo que tenemos que mantener. En el Congreso Universitario de 1990, hace casi 35 años, planteamos muchas propuestas de fondo para la institución que fueron hechas de lado, sólo se aceptaron algunos acuerdos de ese evento representativo y democrático que vivió la Universidad, pero no hemos tenido la fuerza para hacer las modificaciones necesarias que permitan un funcionamiento diferente.


¿Cómo ves hacia adelante a la universidad?
-Tenemos que insistir en la necesidad de cambiar. Cuando en noviembre el nuevo Rector, Leonardo Lomelí dijo que iba a apostar por un cambio sin estridencias. Pero no hemos visto ningún cambio. Los colaboradores del Rector son las mismas personas que habían estado en la administración del Rector Graue. Proceden de los mismos grupos de poder universitario, reproducen las mismas políticas. Incluso yo diría que ha habido un retroceso en términos de un endurecimiento de la vida universitaria, con mayor autoritarismo y represión contra las opiniones de la comunidad, cuando son adversas a las autoridades que se traducen en sanciones a profesores y estudiantes. Expulsaron recientemente a estudiantes de la Preparatoria 5, aplicando un método repudiado desde los años 80, cuando en el Congreso Universitario, se decidió erradicar el Tribunal Universitario pero se sigue usando contra estudiantes que disienten de las políticas del Rector anterior y del actual.


¿Cuál es su diagnostico general de la Universidad?
-Es una gran universidad, con gran capacidad de formación de estudiantes, de investigación y producción científica, y sin embargo, tiene problemas muy severos. Se ha priorizado la investigación en detrimento de la docencia y de los sectores involucrados en la docencia, como el estudiantado y los profesores de asignatura. Es una universidad en la que hay hechos de violencia de género y una profunda desigualdad entre hombres y mujeres en nombramientos académicos. Existe un déficit de participación democrática, de participación real en la toma de decisiones en el nombramiento de autoridades. Es una universidad cuyo compromiso social se expresa de manera circunstancial que no tiene una política consistente en el diseño de alternativas a problemas relevantes de la sociedad contemporánea en México.

22 de mayo de 2024