Fernando, el investigador
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Fernando, el investigador

Alma Rosa Alva de la Selva

Cuando las visiones sobre el surgimiento de la radio y la televisión en el país se basaban en la “conveniente” y funcional idea de que la primera “había nacido comercial”, y que en consecuencia la también llamada pantalla chica habría de seguir “naturalmente” ese camino, un joven estudioso se lanzó a revisar esa trama.

Con las herramientas de la investigación y armado de rigurosidad, hurgó en archivos muertos de varias dependencias gubernamentales, desenterró documentos, localizó evidencias y demostró que se registraron múltiples factores que intervinieron en la génesis y el camino trazado para la decana de los medios electrónicos en el país. Entre ellos, ni más ni menos, la propia política del Estado mexicano, la cual documentó a detalle.

El nombre de ese naciente investigador era Fernando Mejía Barquera.

Eran los tiempos en los que Miguel Angel Granados Chapa advertía que, no obstante, su importancia y alcance en el país, cubierto por las ondas hertzianas, en México la radio era “la gran desconocida de los medios masivos”, pues los estudiosos de la comunicación se concentraban predominantemente en el análisis de la televisión.

Pero Fernando, en el trabajo que fue su tesis de Licenciatura en Periodismo y Comunicación Colectiva -convertida después en obra indispensable para entender el entramado en el cual se gestó la orientación mercantil para ese importante medio-, mostró las razones por las cuales en el país se optó por el esquema mercantil para esos dos medios hoy llamados “tradicionales”.

Luego, Fernando continuaría dando muestra de la importancia de la investigación seria y profunda sobre episodios y cambios de la comunicación en México. Una tarea que al año de la publicación de aquella tesis transformada en libro, La industria de la radio y la televisión y la política del Estado mexicano, despegaba de manera más formal en el ámbito de las Ciencias Sociales.

Desde sus primeras colaboraciones periodísticas hasta las más recientes, Mejía Barquera ofreció puntuales análisis que apuntaron siempre a la médula del asunto en cuestión.  Apoyándose en sus conocimientos sobre telecomunicaciones, en los artículos y espacios periodísticos de Fernando, como también en entrevistas y comentarios, transitaron las transformaciones implícitas en la revolución de la tecnología de la información (Castells dixit), desde el surgimiento de Internet hasta las plataformas, y en suma, sobre los elementos y fenómenos emergentes en los nuevos escenarios digitales.

Sin embargo, Fernando no perdió nunca de vista a la radio. Tan es así que en su tesis de Maestría en Comunicación (la cual tuve oportunidad de dirigir), acometió la riqueza cultural de la radio. En efecto, en El soundtrack de la vida cotidiana, Mejía Barquera hizo ver las aportaciones del medio herztiano al difundir la música popular en el país a lo largo de décadas.

Sin duda, Fernando Mejía Barquera deja un importante vacío en la investigación mexicana sobre la comunicación. Hará falta su trabajo a fondo, sus explicaciones claras y contundentes. Perdurará su obra.

Doctora en Comunicación por la UNAM.

15 de enero de 2024