El arbitraje de Lorenzo Córdova a debate
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El arbitraje de Lorenzo Córdova a debate

Gabriel Corona*

La etapa de Lorenzo Córdova al frente del INE se acerca a su fin. El próximo 3 de abril cumplirá nueve años como consejero presidente y más de 11 en ese órgano electoral, porque entre diciembre de 2011 y abril de 2014 fue consejero electoral del IFE. Es el integrante del consejo general que más años ha durado en esa posición. Incluso supera a José Woldenberg, quien primero fue consejero ciudadano del IFE, encabezado todavía por el secretario de Gobernación (1994-1996) y después consejero presidente del IFE autónomo (1996-2003).

Por esta y otras razones es importante hacer un balance preliminar de su gestión como consejero del IFE y presidente del INE, así como analizar la transformación política que tuvo en esos cargos. Para los estudiosos de las instituciones y los procesos electorales resulta evidente que Córdova tuvo un desempeño diferente en ambos puestos, no sólo por la naturaleza de ellos, sino porque también fue cambiando sus posiciones políticas del año 2011 al 2023.

Lorenzo Córdova fue designado consejero electoral del entonces IFE el 15 de diciembre de 2011, después de muchas negociaciones entre partidos políticos. Trascendió que también intervinieron a favor de su nombramiento Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del PRD, y el entonces rector de la UNAM José Narro Robles, ahora militante abierto del PRI. Esto quiere decir que detrás de su nombramiento estuvieron esos dos partidos.

La llegada de Córdova al consejo general del IFE abrió muchas expectativas de cambio. Era un académico joven y brillante, con experiencia electoral como asesor de Woldenberg, cuando fue presidente de ese órgano electoral. Sus escritos académicos y periodísticos estaban comprometidos con la defensa de la democracia. Tenía un gran potencial para asumir el liderazgo del árbitro electoral, pero fue opacado por Alfredo Figueroa, un consejero propuesto por el PRD.

La principal razón fue que, en los casos más importantes de las elecciones federales de 2012, Córdova terminó alineado con los consejeros más cercanos al PRI, encabezados por Marco Baños. Por ejemplo, en asuntos delicados como el financiamiento ilegal de la campaña de Enrique Peña Nieto, terminó votando a favor de la exoneración del candidato priista. Esto a pesar de la gravedad de los casos del Banco Monex y las tarjetas Soriana, partícipes en la transferencia ilegal de dinero a la campaña del priista.

Como tradicional abogado, los votos de Córdova en el consejo general del IFE estuvieron impregnados de ese legalismo propio de su carrera. También fueron cercanos a ese grupo de consejeros filo priistas donde también tenía un destacado papel Sergio García Ramírez, exprecandidato presidencial del PRI en 1988 y secretario general de ese partido, con el cual ya no se cuidaron las formas en cuanto a la selección de consejeros con un perfil de imparcialidad.

Cuando se aprobó la reforma electoral, en febrero de 2014, Córdova fue uno de sus principales críticos. Lo menos que dijo fue que era una reforma mal hecha. Todas sus críticas a la misma desaparecieron cuando en lugar de pasarlo a retiro, como a sus homólogos, en marzo de ese año le ofrecieron ser el consejero presidente del nuevo INE. A partir de ahí su espíritu crítico de la legislación electoral pasó a segundo término. Desde entonces su transformación política se aceleró.

Uno de los primeros retos que se le presentaron a Córdova, y a esa nueva generación de consejeros del INE, fue la designación de integrantes de los consejos generales de los ahora conocidos como OPLES (Organismos Públicos Locales Electorales). En mayo de ese año se publicó la convocatoria respectiva para iniciar la renovación escalonada en ellos. El 30 de septiembre finalmente se conoció la esperada decisión.

A pesar de la promesa hecha por Lorenzo Córdova, de que los gobernadores de los estados no intervendrían en la designación de los consejeros, la aprobación de los nombres reveló que eso sólo era cierto a medias. Antes de la votación del respectivo proyecto de acuerdo, todavía se exhibieron algunos nexos políticos de varios de los incluidos en las listas respectivas. Había desde exfuncionarios de gobiernos locales hasta abiertos militantes de partidos políticos, incluido un exrepresentante del PAN ante el consejo general del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM).

El caso de este último OPLE fue una especie de indicador de la parcialidad con que se realizó el proceso de selección de consejeros en las entidades del país, bajo la conducción de Córdova. El partido gobernante en la entidad mantuvo casi intacta su cuota de representación en el nuevo consejo general. La mayor parte de los nombrados eran gente cercana al PRI y varios de los que no lo eran en ese momento fueron cooptados gradualmente por ese partido. A uno de ellos, Córdova le dijo explícitamente que se sumara al presidente del IEEM, a pesar de su clara subordinación al gobierno estatal. En esas condiciones se inició el proceso electoral de 2015 en suelo mexiquense.

El claro sesgo del consejo general del INE en la selección de consejeros del IEEM, se reflejó en la calidad de las elecciones locales en 2015. A pesar de los esfuerzos realizados por ambas instituciones, la coordinación fue deficiente. Era la primera ocasión en que se organizaban unos comicios de ese tipo, por lo que la curva de aprendizaje fue larga, con muchos errores y algunos desencuentros entre los dos institutos electorales. A pesar de eso y de cierta indiferencia de Córdova ante la situación en el Estado de México, en términos generales los comicios fueron exitosos, aunque los resultados favorecieron claramente al PRI.

Sin embargo, el evento más importante para poner a prueba la capacidad rectora del INE, conducido por Lorenzo Córdova, no fueron las elecciones concurrentes de 2015, sino la de gobernador del Estado de México, en 2017. Ahí es donde más claramente se vio de qué estaban hechos el INE y el IEEM. Lo ocurrido durante esos comicios fue un termómetro sobre su rectoría e imparcialidad. Hubo numerosos acontecimientos para emitir una opinión fundamentada. Van dos ejemplos.

Ese año sólo hubo elecciones en Coahuila y Nayarit, aparte de las mexiquenses. Por esta razón la coordinación del consejo general del INE podía ser más cercana con el consejo general del IEEM. Sin embargo, no fue así. Durante el proceso electoral Lorenzo Córdova sólo visitó una vez al OPLE mexiquense. Además, un grupo de tres consejeros del INE visitó la junta local en el Estado de México, entre otras actividades, para tener una reunión de seguimiento a la elección con los consejeros del IEEM. Aparte de eso, sólo hubo algunas reuniones de coordinación entre consejeros del INE con sus homólogos del IEEM en las instalaciones del primero.

Uno de las acciones más importantes, destinada a evitar la manipulación de las cifras comiciales, fue la propuesta de usar una aplicación denominada PREP casilla, para que los datos del Programa de Resultados Electorales Preliminares fueran escaneados directamente en las casillas. La idea era evitar que los OPLEs del país pudieran alterar los datos, porque desde antes estarían en manos del INE. La entidad elegida para la prueba piloto fue el Estado de México. Lorenzo Córdova lo anunció así en su única visita al IEEM. Sin embargo, conforme el proceso electoral avanzó, este proyecto se fue abandonando por presiones políticas. El gobierno estatal sabía que el PREP casilla haría imposible un fraude electoral a favor del PRI y empleó todos sus recursos para impedirlo, con el apoyo de algunos consejeros del INE y del IEEM.

Al final del proceso, los resultados de esa elección sembraron muchas dudas sobre la imparcialidad del árbitro electoral federal, encabezado por Córdova, y el local, presidido por Pedro Zamudio. Esas dudas se mantendrían hasta el inicio las elecciones concurrentes de 2018, escenario de una disputa más por la Presidencia de la República de AMLO y su partido Morena.

Sin duda alguna, este último fue el reto más importante que ha enfrentado el INE durante la presidencia de Córdova. Ayudó mucho al INE la amplia ventaja que siempre mantuvo AMLO en las encuestas y en los resultados electorales, para evitar cualquier duda sobre los últimos. En este contexto, la gestión electoral fue exitosa.

Sin embargo, a partir de que AMLO asumió la Presidencia de la República las relaciones con él se fueron deteriorando. La primera causa fue la negativa de Córdova y los consejeros del INE a bajarse los salarios y eliminar prestaciones, en sintonía con el gobierno federal. Peor aún, algunos de ellos se ampararon y litigaron de diversas formas para evitar la rebaja salarial. Esa decisión tensó la relación con el gobierno federal.

Desde entonces los desencuentros entre ambos crecieron hasta convertirse en una verdadera confrontación, encabezada por AMLO y Córdova, que ha mermado mucho la capacidad arbitral del INE, ya que por momentos ha parecido un actor político más, defendiendo intereses y no la legalidad existente o su imparcialidad. Además de la discursiva, la respuesta del gobierno federal a tales desplantes ha sido cerrar la llave del presupuesto, lo cual ha puesto en verdaderos aprietos al árbitro electoral.

Los recortes presupuestales al INE han sido un factor clave en esta confrontación. Los recursos para consultas populares y elecciones han disminuido desde que AMLO llegó al poder. Este último ha criticado una y otra vez la actuación del árbitro electoral. De forma reiterada ha exhibido a sus consejeros, especialmente a Lorenzo Córdova, por sus altos salarios y prestaciones, las cuales considera excesivas. Por su parte, el presidente del INE ha respondido prácticamente todas las críticas, entrando a la escena política como un actor más, en defensa de sus intereses.

El conflicto de Córdova con el presidente AMLO escaló a su punto más alto con la propuesta de reforma electoral hecha por el segundo en abril de 2022. La iniciativa fue duramente criticada por el presidente del INE. En cambio, la reforma electoral de 2014, que antes criticaba por mal hecha, ha sido defendida una y otra vez por Lorenzo Córdova, viendo en ella cualidades que antes no veía. Aunque la propuesta de reforma constitucional no fue aprobada en la Cámara de Diputados, el presidente AMLO envió lo que se conoce como el “Plan B” de la reforma electoral, para modificar sólo algunas leyes secundarias.

La reacción de Lorenzo Córdova a la aprobación del “Plan B”, cuyo proceso legislativo se espera que concluya en febrero, ha sido de una crítica sin concesiones. No le ha reconocido nada positivo. Por esa razón, anunció que el INE también iría a los tribunales para combatirla, como un actor político más. Este hecho ha provocado reacciones de todo tipo, a favor y en contra de sus posturas. Las redes sociales han sido escenario de fuertes disputas y toda clase de insultos hacia Córdova por su actuación como árbitro electoral, que para muchos ha contribuido a polarizar todavía más el ambiente político.

En conclusión, la evaluación del desempeño de Lorenzo Córdova como árbitro electoral es de claroscuros. Ha venido de más a menos. Comenzó como una joven promesa que poco a poco se fue haciendo parte de un aparato burocrático que desarrolló sus propios intereses. Así se fue transformando en una parte de lo que antes criticó. Se instaló en una zona de confort de la que no ha querido salir con menos recursos. En lugar de conservar la calma y generar consensos prefirió entrar a una batalla en la que todos han perdido.

*Profesor en la FES Acatlán de la UNAM

24 de marzo de 2023