En sus pabellones destacan las exposiciones Arqueología de México y La naturaleza que emerge. Encuerados de carnaval
También es un foro abierto a la conversación con creadores tlaxcaltecas, entre ellos el artista textil Ignacio Nezahualcóyotl, renovador del sarape
Las culturas que habitaron suelo tlaxcalteca en época prehispánica y las comunidades actuales que mantienen vivas tradiciones sincréticas, como el bordado del sarape en Contla, tienen cabida en el INAHFest, evento de difusión cultural del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el cual promueve el diálogo entre el patrimonio tangible e intangible de esta entidad.
A través de exposiciones, talleres, conciertos y charlas con creadores, que se realizarán hasta el 22 de mayo en el zócalo de esta ciudad, el INAHFest busca concienciar sobre la defensa de estas herencias. A cada paso, el público local y el visitante encuentran un motivo de orgullo en su pasado y en su presente.
Ejemplo de ello son las exposiciones dispuestas en los pabellones: Arqueología de México y La naturaleza que emerge. Encuerados de carnaval, montadas por la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del INAH. La primera divulga –a través de reproducciones de piezas prehispánicas– el crisol de culturas, nómadas y sedentarias del México antiguo, desde milenios antes de Cristo hasta aquellas vigentes a la llegada de los españoles, en el siglo XVI.
Como da a conocer la muestra, la investigación arqueológica refiere que los seres humanos habitaban la región tlaxcalteca desde hace más de 10,000 años, conviviendo con los animales del Pleistoceno Tardío, como el mamut colombino.
Milenios más tarde, algunas centurias antes de nuestra era, comenzarían a asentarse grupos humanos gracias a la domesticación de plantas como el maíz, dando paso a núcleos residenciales que, con el paso de los siglos, se traducirían en grandes urbes como Cacaxtla y Xochitécatl. Sobre espacios ceremoniales como estos, durante la Colonia se erigirían santuarios como el de San Miguel del Milagro, los de Ocotlán y Tizatlán, así como la parroquia de San José y el Convento de Nuestra Señora de la Asunción de Tlaxcala.
De ese pasado remoto, quien recorre el INAHFest transita a manifestaciones que son referencia en la zona de Puebla-Tlaxcala, como el carnaval de Santa María Atexcac, en Huejotzingo, una comunidad nahua, semirrural y agrícola, situada en las faldas de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
En este sentido, la muestra fotográfica La naturaleza que emerge. Encuerados de carnaval se concentra en los “encuerados”, personajes con decorado personal que alude a características prehumanas y de animales silvestres, los cuales vinculan a la comunidad con las fuerzas de la naturaleza que provienen de los bosques, barrancas y peñascos de “La Volcana”, como llaman al Iztaccíhuatl.
El curador de la exposición, Octavio Zempoalteca Zempoalteca, destaca que esta manifestación se distingue de otras que se realizan en el área, por su duración y sus personajes. Comienza a finales de enero y concluye un par de domingos después del Miércoles de Ceniza; sus protagonistas son los “encuerados”, “viejas”, “abuelitos garrotudos”, “diablos” y “osos”, entre otros, que se aparecen por las calles del pueblo.
Tejiendo la tradición en Contla, cuna del sarape
El INAHFest también es un foro para la conversación con jóvenes creadores tlaxcaltecas que están rompiendo esquemas, un ejemplo es el artista textil Ignacio Nezahualcóyotl, quien reinventa el sarape de su natal Contla, considerada la cuna de esta prenda, ya que en los telares de esta comunidad se manifestó el reagrupamiento de la cosmovisión indígena con las influencias mudéjar traídas por los españoles hace medio milenio.
El maestro recordó que, a finales del siglo XVI, 400 familias tlaxcaltecas migraron para colonizar el septentrión de la Nueva España, contribuyendo a la fundación de varias poblaciones, entre ellas Saltillo, donde se arraigó el uso del telar. De ahí, “la confusión que se ha dado en torno al sarape, qué es y cómo nace”.
Y es que, como él reivindica, el sarape de Saltillo, Coahuila, el cual trascendió en los años 50 y 60 del siglo XX como símbolo de la mexicanidad, debería ser identificado como “sarape con técnica de Saltillo, más no de Saltillo.
“Con la diáspora tlaxcalteca, la técnica se desarrolló en el noreste de lo que hoy es México, y en Coahuila se creó una técnica de tejido que se nombró ‘saltillo’, la cual daría nombre al lugar”, puntualizó. El origen del sarape es tlaxcalteco, pero se diversificó al paso de estas familias por varios territorios, no solo del occidente y norte de la Nueva España, sino también del sur del virreinato.
“Es importante que la gente de Contla y, en general, los tejedores de Tlaxcala, tengan ese reconocimiento que, a su vez, los proteja a través de una denominación de origen”, finalizó el creador al invitar al primer Encuentro Nacional del Sarape: arte y cultura textil, que se realizará en esta ciudad del 20 al 22 de mayo.