Sorpresiva como inesperada, corrió la noticia aquel sábado 17 de junio, los directivos de Proceso informaban que cambiaría su periodicidad semanal a mensual, dejando atrás 46 años de historia, como el semanario de información política más influyente del país.
Aquella decisión histórica, fue camuflada con argumentos de mercadotecnia: Proceso se renueva, se cabeceó el anuncio. Algo importante va a pasar a partir del 1 de julio, la revista más influyente del país cambiará su periodicidad para convertirse en una publicación mensual, fortaleciendo el periodismo de investigación de nuestro producto impreso y permitiéndonos incrementar la oferta digital de todos los días, se explicó.
Como razones de aquella decisión, se esgrimió que la industria periodística mundial ha abandonado las ediciones impresas para convertirlas en versiones digitales; que el modelo de negocios cambió; y que la piratería de los contenidos del semanario, golpearon los ingresos de la empresa.
Todo ello es verdad, las empresas periodísticas pasan por malos momentos económicos que tiene que ver con los factores mencionados por Proceso, pero las publicaciones enfrentan problemas de sobrevivencia por otros motivos también, como los contenidos; la habilidad para operar empresas con riesgos; la saturación del mercado informativo o el cambio de época.
Transcurrió casi medio siglo, desde que en noviembre de 1976 Julio Scherer y los periodistas que renunciaron a la cooperativa de Excélsior, fundaran el emblemático semanario, tiempos en los que el partido de Estado hegemonizaba al Estado mexicano. Desde entonces, el país cambió en muchos aspectos, afortunadamente.
Durante más de cuatro décadas, Proceso mantuvo como política editorial la independencia y la crítica al poder, aderezada de estridencia y confrontación en sus portadas a veces innecesaria. La justificación fue que los problemas del país eran enormes. Como lo anuncian los editores de la publicación, que la investigación periodística sea el sello del nuevo mensuario y que su independencia lo sea de todos los signos políticos.
En los últimos años, al menos un lustro, se conoce de los bajos ingresos en la revista y del impacto entre los trabajadores, así lo refiere en esta edición José Reveles, exdirectivo de Proceso, en la época en la que Julio Scherer dirigía la publicación.
Esperamos que la renovación que se anuncia sea para bien de los lectores y del periodismo. Que esta grave crisis por la que atraviesa la empresa sea superada. El país requiere de periodismo libre que ayude a contrarrestar la influencia que ejercen en estos años, las empresas del sector que cotidianamente desinforman a la población.
– Editorial. (Julio 2023). Desaparece el semanario Proceso, renace como mensuario contra la prensa crítica. Revista Zócalo, (281), 4.
