La exhibición en cadena nacional del contenido de los textos escritos por 148 articulistas y publicados en ocho diarios de la capital del país, es más que un ejemplo de cómo los ciudadanos ejercen su derecho a la información, en la Cuarta Transformación, porque además los argumentos esgrimidos por aquellos colaborados contienen rasgos ideológicos y políticos dirigidos a los lectores.
Como parte de su conferencia matutina presidencial del viernes 25, el Presidente André Manuel López Obrador dio a conocer un análisis de contenido de los textos de analistas y periodistas publicados en El Financiero, El Universal, El Economista, La Jornada, Excélsior, El Heraldo, Milenio y Reforma.
El análisis arrojó que de los 148 artículos analizados, 95 se refirieron al gobierno de la 4T, y de ellos, 63 fueron negativos (66.3%): 21 neutrales (23%) y 11 positivos (10.6%), porcentajes con los cuales el mandatario demostró la liberad de que gozan los periodistas o analistas en México, sin que sean reprimidos o censurados, como en gobiernos pasados, pero también refrenda, que tan sólo en ese número de diarios, el actual Presidente es el más atacado desde su homólogo Francisco I. Madero, como el mandatario lo asegura.
Aquel cúmulo de críticas tiene varios resortes. Uno de ellos, es que los autores casi todos ya eran opositores políticos visibles antes de que López Obrador ganara abrumadoramente. La crítica a la Cuarta Transformación y su política pública de fuerte apoyo social y combate a la corrupción pareciera que incomoda o no merece reconocimiento de esos autores. Otro dato es que muchos de ellos, en gobiernos pasados eran favorecidos por grandes cantidades de dinero para que escribieran bien de las administraciones en turno.
El análisis de contenido mostró además el rasgo discriminatorio de los propietarios de aquellos periódicos, ya que de los 148 colaboradores, apenas 16 son mujeres (10.81%).
Aunque esa crítica exhibe otros aspectos no menos importantes para la salud del periodismo en México y en beneficio de los lectores. Por ejemplo, a muchos de esos colaboradores, el gobierno federal les garantiza más su libertad a escribir lo que quieran, que sus propios patrones. Ya que el pensamiento ideológico y político de ellos debe coincidir con el que mantiene el dueño de la empresa o periódico porque de lo contrario no podrían escribir en esos diarios.
El ejercicio de ventilar públicamente las líneas editoriales de aquellos medios, no debe considerarse una muestra de presión o de censura, por el contrario con esos datos, la ciudadanía refuerza su ejercicio del derecho a la información, también en el terreno de la relación prensa-gobierno, durante muchas décadas oculta para beneficio mutuo de políticos y empresarios.
