El alza en las amenazas contra la prensa en México resonó nuevamente luego de la denuncia de la periodista Anahí Torres por un reciente atentado en su contra y a dos de sus colegas en San Luis Potosí.
La agresión ocurrió el pasado 2 de octubre, días después de que Torres publicara notas sobre una presunta red de espionaje en ese estado que, según afirmó, incomodó a funcionarios de alto nivel, como el gobernador Ricardo Gallardo y el secretario Guadalupe Torres Sánchez.
Durante la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, Torres relató, con voz entrecortada, cómo ella y los periodistas Omar Niño y Carlos Domínguez fueron interceptados por cuatro hombres armados afuera de su oficina. Los agresores profirieron “amenazas directas” de muerte a razón de sus publicaciones previas.
“Mi caso no es un caso aislado; en San Luis Potosí ambientalistas, periodistas y ciudadanos vivimos un ambiente de intimidación e inseguridad, donde cuestionar se ha vuelto totalmente un riesgo”, subrayó Torres y llamó a revisar la actuación de los funcionarios locales.
Ante la denuncia, la mandataria se comprometió a atender el caso y a revisar las denuncias por hostigamiento presentadas contra el gobierno de San Luis Potosí.
El caso de Anahí Torres se suma a una lista de comunicadores amenazados en el país. En meses recientes se supo de casos como el de Óscar Balderas (en la Ciudad de México) y Luis Chaparro (en Ciudad Juárez), quienes en julio pasado recibieron amenazas de muerte directas a raíz de sus investigaciones sobre el crimen organizado, informó el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés).
Otro ejemplo es el de Alberto Amaro Jordán, director de La Prensa de Tlaxcala, quien en mayo de 2024 fue amenazado de muerte en su domicilio. Su caso fue citado por Amnistía Internacional (AI) como ejemplo de las fallas del gubernamental Mecanismo de Protección a Periodistas.
Desde octubre de 2024, Amaro vive en España y, gracias a la sección local de AI, disfruta de un “programa de protección de un año”. “México es, por desgracia, uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo”, subrayó el comunicador, algo que no es novedad desde hace años y para desgracia de la prensa nacional.
Camila Doroteo