Un terremoto de 7.7 grados Richter azotó el sudeste asiático, con saldo de al menos 150 muertos en Myanmar y Tailandia, así como daños en casas, edificios y estructuras de ambos países.
El sismo afectó principalmente el centro de Myanmar, donde se encuentra la ciudad de Mandalay, y donde chocan cuatro placas tectónicas, lo que hizo que el movimiento fuera particularmente devastador y sea catalogado como el más destructivo en el país desde 1912.
Tras el temblor, comenzaron las labores de rescate, pero la ayuda enviada desde otros países tardó mucho en llegar debido al mal estado en el que quedaron puentes y caminos.
En Bangkok, capital de Tailandia, se reportó el derrumbe de varios edificios en construcción, y hasta el cierre de esta edición se informó de al menos 100 personas atrapadas debajo de los escombros de un rascacielos.
Por su parte, el gobierno de Myanmar, encabezado por una junta militar a cargo de Min Aung Hlaing, informó que se instalaron hospitales en todo el país para atender a los heridos, y solicitó ayuda humanitaria a otras naciones, sin embargo, se criticó que la actuación del gobierno ha sido lenta, lo cual suma un mayor repudio entre la población a la ya impopular junta militar que desde 2021 libra una guerra civil contra facciones opositoras.
En su mensaje de ayuda, Hlaing confirmó 144 muertos y más de 700 heridos que ya eran atendidos a pesar de las deficiencias del gobierno.
Naciones vecinas como China e India mandaron ayuda de inmediato, pero desde hace unas semanas Estados Unidos recortó en un tercio la ayuda humanitaria que le brindaba a Myanmar debido a las políticas de Trump, lo cual complicará el rescate de personas y la reconstrucción del país.
Gilberto Barrera