Gerardo Israel Montes*
En su apuesta porque el PRI y el PAN recuperen espacios de poder político, la derecha mediática, que durante el régimen neoliberal prianista creció al amparo de las relaciones públicas disfrazadas de labor informativa, recuperó recientemente de su baúl de ultrajes y asechanzas, una de las campañas de desinformación más infames, como en su momento utilizaron en contra del presidente López Obrador para desacreditar su política sanitaria en contra de la pandemia de Covid-19.
Además, en los meses recientes, los informantes y comunicadores opositores que suelen aparentar una falsa imparcialidad editorial al cuestionar a la oposición política argumentando que se encuentra desarticulada y sin rumbo, ahora restructuran su guerra sucia con falacias habituales, como aquellas de que la reforma al Poder Judicial acabará con la división de poderes o que en México se murió la democracia. Además, en sus campañas sucias han afiliado a nuevos elementos, sacando a la luz a los desacreditados expresidentes prianistas Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Enrique Peña Nieto, a quienes de paso defienden sus respectivas gestiones.
Reviven la guerra sucia contra el Covid-19
Uno de los aspectos que más ha exhibido la malicia e hipocresía de la oposición mediática, por su uso electoral y su alejamiento de una genuina preocupación por la salud y la vida de las personas, ha sido la manipulación informativa relacionada con las acciones que aplicó López Obrador para enfrentar las adversidades de la pandemia de Covid-19.
Una de esas estrategias perversa y sin escrúpulos se dirigió para calumniar y desprestigiar a quien fuera responsable de encabezar la lucha para enfrentar la pandemia: Hugo López-Gatell, exsubsecretario de Prevención y Promoción de la Salud en el gobierno anterior. Víctima del odio mediático extremo de la oposición quien le endilgó el mote de Doctor Muerte, y lo ha linchado de tal manera al grado de pedir su enjuiciamiento penal por supuestamente ser el responsable de las presuntas 800 mil muertes ocasionadas por el coronavirus en México.
La virulencia y el odio de los informadores de la derecha en torno a la tragedia que significó esa pandemia, se reavivó a finales de junio pasado cuando la presidenta Claudia Sheinbaum propuso al doctor Gatell como representante en México ante la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Una de las principales sobrerreacciones, cargada de señalamientos difamatorios y la mentira común sobre la responsabilidad de los fallecimientos, provino de uno de los mayores timadores en el uso de la libertad de expresión en México: Joaquín López Dóriga, por la venta de publicidad política que transmite como información.
A finales de junio, en su cuenta de X, López-Dóriga escribió: “Lean a este cínico. Al Dr. Muerte”, en respuesta a un post del propio López-Gatell en donde agradecía a la presidenta Sheinbaum su nombramiento y comprometiéndose a seguir “trabajando por la salud pública y el bienestar social de los pueblos de México y el mundo”.
Los insultos de López-Dóriga fueron replicados por informadores prianistas, los mismos que en 2020 reprodujeron desde las primeras semanas de contagio el temor colectivo a morir como consecuencia del nuevo virus. Ellos estuvieron a la caza de los primeros fallecimientos para espetar la responsabilidad a la supuesta inacción y desdén gubernamental, con el propósito de generar malestar ciudadano extremo en contra de las autoridades morenistas que, a la postre, se reflejara con el tiempo en el castigo electoral.
Cómo no recordar aquella campaña de distorsión informativa iniciada el 15 de marzo de 2020 cuando, por medio de sus redes sociales, varios comunicadores prianistas dieron por sentado el fallecimiento del empresario José Kuri Harsfuch, integrante del Consejo de Administración del Grupo Financiero Inbursa. “Fallece el empresario mexicano José Kuri. Apenas llego hace una semana de Vail y dio positivo de coronavirus. Sería la primera muerte en México por el Covid-19”, inició la arenga Joaquín López Dóriga.
Con el mismo tono alarmista y falta de rigor periodístico, esta información la repetirían, entre otros, Raymundo Riva Palacio; Lourdes Mendoza, Ricardo Alemán y Maricarmen Cortés.
Sin embargo, ese mismo 15 de marzo, la Secretaría de Salud federal atajó, mediante un comunicado, la que resultaría ser una noticia falsa, informando que el paciente masculino de 71 años de edad no había fallecido, aunque su estado era crítico. Los comunicadores prianistas hicieron maromas para minimizar su error, aunque su condición de buitres quedó evidenciada.
No obstante sus señalamientos sobre el número de fallecimientos provocados por el Covid-19 y las constantes críticas a la supuestamente mala respuesta gubernamental para enfrentar la pandemia, la derecha mediática llamó a la desobediencia civil. Así ocurrió la noche del 17 de abril cuando en TV Azteca, durante la transmisión de su noticiero Hechos, Javier Alatorre, con total irresponsabilidad, hizo el siguiente llamado: “Como todas las noches, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell encabezó la conferencia sobre el Covid-19 en México. Pero sus cifras y sus conferencias ya se volvieron irrelevantes. Es más, se lo decimos con todas sus palabras, ya no le haga caso a Hugo López-Gatell”.
Por cierto, Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca, con su clásico cinismo y olvidando que llamó a no obedecer las políticas de sana distancia instauradas durante la pandemia, estuvo entre quienes reaccionaron en X ante el nombramiento presidencial de López-Gatell como representante de México ante la OMS: “Wow, en Morena la presidenta premia a los asesinos como @HLGatell, responsable directo por más de 800,000 muertos durante la pandemia”.
Pero si en verdad el manejo de la pandemia hubiera sido tan nefasto como los comunicadores prianistas han sostenido a lo largo de estos años, con su narrativa llena de falacias, la mayoría de la población no hubiera respaldado a Morena en las subsecuentes elecciones que se dieron después de la pandemia: las intermedias de 2021, las realizadas en 2022, y el proceso electoral de 2024 en donde se eligió por primera vez a una Presidenta de la República y se renovó el Congreso Federal, en donde Morena obtuvo cerca de 36 millones de votos.
El deseo por el regreso prianista
Es claro que el anhelo de los comunicadores de la derecha es el regreso de los políticos neoliberales prianistas y, junto con ellos, los vicios y actos de corrupción periodística que engendraron mediante la distribución de “chayos” a columnistas e informadores, y el otorgamiento de contratos millonarios de publicidad gubernamental.
Ciro Gómez Leyva es un claro ejemplo de esa mezcla entre sumisión “periodística” y labor de relaciones públicas para aquellos políticos prianistas y neoliberales derrotados en 2018 por López Obrador. Así quedó evidenciado el mes pasado con las obsequiosas entrevistas propagandísticas que realizó en su noticiero de Radio Fórmula a los expresidentes Vicente Fox y Enrique Peña Nieto.
En el caso de la entrevista con Fox, Gómez Leyva –pretextando de forma forzada el 25 aniversario del triunfo presidencial del guanajuatense, ocurrido el 2 de julio del año 2000– actuó con una clara intención política para elaborar una narrativa de contrapeso a los históricos y contundentes triunfos presidenciales morenistas obtenidos en 2018 y 2024.
En su introducción enaltecedora de la figura de Vicente Fox, Gómez Leyva señaló que aquel 2 de julio ocurrió lo “impensable” porque “había una idea de que México vivía en un régimen que jamás permitiría que el PRI perdiera la Presidencia de la República. Lo digo porque hoy se dicen cosas parecidas” (es decir, que Morena cree que nunca perderá el poder).
“Y ganó la elección y de eso ya hace 25 años Ciro (…) estamos llegando a los 25 años, creo que en otras circunstancias, pero siempre que, no se olvide, que finalmente ese rompimiento, ese arribo, digamos, esa satisfacción a la democracia de muchos millones de mexicanos, se dio precisamente con la victoria de Vicente Fox”, secundó Manuel Feregrino en su papel de palero de Gómez Leyva.
Esa entrevista, donde Fox habló y habló sin interrupciones, extraño en Gómez Leyva, un entrevistador iracundo que explota con sus entrevistados contrarios a su ideología, giró en torno a ensalzar el logro del charlatán panista por haber sacado al PRI de Los Pinos (aunque en 2012 apoyó al entonces candidato presidencial, Enrique Peña Nieto y, posteriormente, en la elección de 2024, avalaría la alianza que el PAN hizo con el tricolor).
Aprovechando el espacio político-publicitario que Gómez Leyva le abrió, Fox se explayó en sus comentarios superficiales, torpes, falaces y vulgares: “Es triste que yo lo diga pero esta es la realidad de México hoy; o sea, regresó el PRI pero al cuadrado, está mucho peor, se llama Morena pero son los mismos amos que controlan tu vida, que controlan la vida de tus hijos, que no te dejan vivir en libertad”.
En este monólogo, Fox agregó otro nuevo elemento al que está recurriendo la derecha intelectual y mediática mexicana: apelar a las clases marginadas: “Tú mi querido ciudadano, tú campesino que me escuchas, tú obrero, ¿estás contento con que haya 100 muertos diarios (…)? ¿Por qué coños hemos aceptado esta r e a l i d a d ? ¿Por qué la damos como normal? ¿Por qué estos tarugos (y así le llamo al López y así le llamo a Claudia) nos engañan todos los días, nos dan licor, elixir de engaño todos los días, en la mañanera nos presentan un México dorado que no existe, que no es real”.
La realidad es que durante los últimos años, y en gran parte gracias a las conferencias mañaneras iniciadas durante el gobierno de AMLO, se ha logrado contrarrestar la sarta de mentiras difundidas por la derecha política y mediática, permitiendo ampliar el porcentaje de mexicanos que ya no creen en la “realidad” presentada por los periodistas al servicio del PRIAN, y quienes saben lo que significó en términos de pobreza, corrupción y violencia los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Por cierto, este último recibió el mismo trato dócil de parte del publiperiodista Gómez Leyva y su palero Feregrino, en otra complaciente “entrevista” desarrollada días después del monólogo foxiano, para que el expresidente priista negara tajantemente el reportaje del periodista Gur Meggido, publicado en el periódico israelí Marker, en el cual se expuso que Peña Nieto habría recibido de dos empresarios israelíes 25 millones de dólares para comprar la licencia del s of t w a r e de espionaje Pegasus, con el cual durante la administración peñanietista se espió a periodistas y activistas.
En esta misma línea de eximir cualquier tipo de duda en torno a la honorabilidad de Peña Nieto, y en defensa de los gobiernos del PRIAN, Carlos Marín publicó el 9 de julio en Milenio: “A Peña Nieto sí, a López Obrador no”, en donde el visceral columnista reprochó veladamente la carpeta de investigación que abriría la Fiscalía General de la República para investigar los “informes específicos” sobre la relación de Peña Nieto con las empresas que vendieron el software espía Pegasus, pero reprochó en una actitud de berrinche que ante el guion armado por la DEA, no se haya actuado “con la misma rapidez para abrir una carpeta contra López Obrador ante afirmaciones igualmente ‘mediáticas’ que lo implicaron en eventuales sobornos de narcotraficantes”.
En su estrategia de inducción y manipulación informativa, los informadores de derecha lanzan conjeturas producto de la impotencia de no aceptar que actualmente el péndulo político favorece al morenismo, después de más de 40 años de gobiernos neoliberales y corruptos (con dos fraudes electorales de por medio: el de 1988 con Carlos Salinas de Gortari, y el de 2006 encabezado por el propio Fox y un amplio espectro del sector empresarial), que se dedicaron a debilitar al Estado, hacer negocios con las privatizaciones de empresas públicas, menguar las políticas sociales y redistributivas, y favorecer a grupos reducidos del sector empresarial.
Además, la oposición mediática sigue sin entender que la mayoría de la población ya no cree en sus campañas de desinformación y mentiras, ni en sus linchamientos mediáticos.
*Periodista y analista