No es streaming… es HBO
Medios Públicos

No es streaming… es HBO

Milton Partida*

Desde su aparición, la “pantalla” modificó la vida cotidiana de la gente, de ser un desarrollo tecnológico, pasó a ser una habitante más de los hogares y un referente del tiempo de ocio. Ya fuera en grupo o individualmente, la televisión y el cine, se repartían el gusto de quien las veía, contando y construyendo las “realidades” del devenir diario.

Con historias ficticias y fantasiosas, recreación de hechos históricos y bélicos, pseudo-representaciones de lo que una familia debe ser, noticias, eventos deportivos, dibujos animados y demás entretenimiento, la televisión y el cine recibieron por mucho tiempo, la atención de las audiencias. La “gran pantalla” siempre se diferenció por ser otro medio, pero también por ser arte, “el séptimo”, mientras tanto, la televisión se redefinía cada cierto tiempo, compitiendo consigo misma y con los otros medios.

Con la aparición de las “Nuevas Tecnologías” se presagiaba el fin de lo anteriormente conocido y los medios tradicionales tendrían que despertar del letargo. La evolución implicó no sólo el cambio de plataformas, sino sobre todo, la forma de contar las cosas.

La televisión vivió una transformación total a principios de la última década del siglo pasado, cuando los contenidos existentes hasta ese momento, no representaban, ni reflejaban y mucho menos se identificaban con el individuo de fin de siglo. La televisión como mera distractora ya no era suficiente para un público más participativo y mucho mejor informado. Aquellos contenidos creados para ser consumidos únicamente en el tiempo de ocio, no satisfacían, pues los personajes, las situaciones y las historias eran irreales, demasiadas alejadas de la vida cotidiana del espectador promedio.

Fue desde los dibujos animados que la televisión comenzó la revolución. El cambio temático, la influencia de ida y vuelta de la televisión y sus historias en la sala de los hogares, y de la realidad del devenir diario hacia la pantalla de televisión, tuvo como resultado la aparición de personajes amarillos. Una familia clase mediera y tradicional norteamericana que rompió con el esquema: “Los Simpson” surgían y la televisión ya nunca más fue la misma. A partir de su salida al aire, la televisión fue más atrevida, nuevas generaciones de escritores, productores, directores, animadores y hasta empresarios apostaron por una nueva propuesta.

Los Simpson y los arquetipos al servicio de la sátira - Beers&Politics

Pero este nuevo rumbo en los discursos, en la técnica y en las audiencias se completaría, sólo cuando una producción con personajes de carne y hueso reflejara, representara y visibilizara un escenario más real, con tramas y temáticas salidas de la pantalla para identificarse con el televidente.

No es TV… es HBO, fue el slogan que pronto definió la nueva realidad de la ficción televisiva. De ser un canal que transmitía los eventos deportivos de gran importancia a través de la modalidad y la exclusividad del Pago por Evento (PPV ), así como también de ser el canal que traía casi inmediatamente los estrenos y éxitos cinematográficos que habían abandonado recientemente las salas de cine. HBO se convertiría a finales de la década de los 90, en propuesta,  innovación, el modelo a seguir de una nueva televisión. Nuevas historias dirigidas y producidas por quienes las escribían.

El 10 de enero de 1999, HBO transmitía el episodio piloto de la serie que lo revolucionó todo: “Los Soprano”. Con personajes reales que vivían, existían y sentían, con problemas y situaciones cotidianas, retratando al mundo y a la naturaleza humana. HBO creaba el escenario para que la televisión dejara de ser la caja tonta y comenzara a parecerse cada vez más al cine, para que con el paso del tiempo, ambas plataformas se disputaran la calidad en las historias, los presupuestos más jugosos, los mejores actores y actrices, pero sobre todo, el gusto de las audiencias.

Con temáticas como machismo, sexo, abnegación y empoderamiento de la mujer, liberación sexual, drogadicción, asesinatos, muerte, infidelidad, corrupción, crisis existencial, moralidad, cohesión y disfunción familiar, amistad, camaradería, lealtad. HBO transmitió lo que nunca antes alguna cadena se había atrevido en un programa meramente televisivo. Hasta ese momento, la dramatización y ficción en televisión estaban condicionadas por lo que convenía transmitir para que el producto anunciado se vendiera. HBO no lo hacia.

Sin cortes comerciales, con personajes con vidas reales, narraciones literarias y creíbles, guiones detallados de la psique del personaje y del contexto en el que habitan, calidad artística similar al cine, un soundtrack que describía lo sucedido en cada capítulo, hizo de las series un objeto de análisis, entretenimiento y culto. A partir de “Los Soprano”, HBO se convertiría en el referente de calidad que una historia tiene que poseer para ser transmitida. HBO establecería el paradigma en la producción de series en televisión.

En años recientes el boom de las series está determinado y condicionado por las formas de consumo de las audiencias, el avance tecnológico-mediático y la combinación entre ambas variables. El streaming se ha erigido como el principal modelo para el acceso, transmisión y retransmisión de contenidos tanto audiovisuales como sonoros.

En las dos últimas décadas, la “serie de televisión” se ha convertido en el principal referente de la evolución de los productos mediáticos, de ser meras distractoras del devenir diario, ahora son la nueva literatura y narrativa, donde todos los discursos caben y donde todas las historias se cuentan. Son el contenido mediático dominante, a tal grado que actores y actrices, artistas y creativos, productores y directores de otras plataformas han encontrado en la seriación y en las pantallas personales, el espacio a través del cual contar otras historias.

Aunque desde la misma aparición de la televisión en Estados Unidos surgieron las series, no es hasta años recientes, cuando estas han tenido tal impacto que son objeto de estudio y análisis, el streaming es la nueva “caja idiota” que invade el hogar, condiciona hábitos y determina patrones de convivencia.

El avance tecnológico, la inmediatez, ubicuidad y facilidad de acceder y poseer, el modelo de negocios y la estrategia mercadotécnica y publicitaria, algunos de sus contenidos, no todos ni pocos, lo que puso en un pedestal a Netflix, pero sobre todo fue el vínculo con los fabricantes de pantallas inteligentes para que en el control remoto se tuviera un acceso directo a la plataforma. Netflix se convirtió en un botón del dispositivo electrónico más importante de los hogares y con ello, casi todos encendimos la pantalla, no para verla sino para acceder.

Este botón distorsionó los conceptos de calidad e innovación en los contenidos, aunque Netflix tiene series y películas del gusto del público, HBO viene haciéndolo mucho mejor desde hace dos décadas. No es TV… es HBO, es el slogan que define la calidad en los contenidos audiovisuales, basta ver la lista de series premiadas de los últimos años en donde: Los Soprano, The Wire, Sex and the City, Game of Thrones, Six Feet Under, Band of Brothers, Veep, Nip/Tuck, Boardwalk Empire entre otras más han dominado, y sobre todo han sentado precedente como modelo a seguir.

Game of Thrones | Temporada 8 | Trailer Oficial (HBO) - YouTube

HBO cambio la narrativa audiovisual mucho antes de la aparición del streaming. Con el paso de los años su estándar de calidad fue replicado por cadenas como AMC, Showtime. Ahora con la llegada de HBO Max, en un mercado creciente del streaming encabezado por Netflix y Amazon Prime Video, en donde Disney y Apple confían en su posición como empresas dominantes, HBO apela a su historia y tradición y demuestra porqué la revista Rolling Stones y la prensa especializada, la ubican con la mejor serie de todos los tiempos.

*Catedrático y periodista

7 de julio de 2021