“La guerra de los mundos”, de la desinformación al pánico
Libertad de Expresión

“La guerra de los mundos”, de la desinformación al pánico

David Ocaña Martínez

En la actualidad, las sociedades del mundo tienen acceso a distintas fuentes de información para conocer acontecimientos que ocurren en la ciencia, el arte, la política y diversos temas que la población considere importantes.

La información está al alcance de la gente, pero es justamente la multiplicidad de fuentes tecnológicas por donde nace el fenómeno de las noticias falsas que, al circular en el medio más utilizado por la humanidad, el internet, algunos de sus mensajes generan alarma y pánico en la sociedad. Estas situaciones se repiten y recuerdan a la humanidad la relevancia que tienen los medios de comunicación y la manera como se comparte la información.

La desinformación, la falta de conocimiento, la información falsa y hasta el contexto social con su propagación masiva producen efectos inesperados, como ocurrió en la temporada de Halloween el 30 de octubre de 1938, cuando la estación CBS Radio transmitió en 92 estaciones en Estados Unidos la adaptación de la novela de Herbert George Wells “La guerra de los mundos”, interpretada por Orson Welles y el Teatro Mercurio al aire.

A pesar de la advertencia previa de que la producción de “La Guerra de los Mundos” era un reportaje de ficción, en el que criaturas de otro planeta atacaban a la Tierra, el pánico por lo que comenzó a escuchar la gente fue casi generalizado entre quienes no entendieron o no escucharon el aviso de la ficción.

“Reportero Carl Phillips: Señoras y señores, esto es lo más aterrador que he visto… ¡Un momento! Alguien sale por el orificio superior. Alguien o… algo. Veo salir dos discos luminosos de ese hoyo negro… ¿son ojos? Puede ser una cara.”

Pero la reacción de pánico provocado por aquella transmisión entre decenas de miles o millones de personas, también fue alimentada por un ambiente social que se vivía entonces en Estados Unidos, como las secuelas por la crisis económica de 1929, conocida como “crack del 29”, la bancarrota de la bolsa de valores de Nueva York, que provocó que la actividad económica del país entrara en una situación grave: las deudas de préstamos de la década anterior eran imposibles de solventar, miles de empresas cerraron con el consecuente desempleo. A esto se añaden las secuelas de la Primera Guerra Mundial y las tensiones belicistas de las potencias.

La población estadunidense estaba atenta a la situación europea y ésta misma les generaba temor a la guerra y pánico de un futuro ataque cada vez que escuchaban este tipo de noticias. Frente a este clima, las personas pretendían distraerse de esta cruda realidad y uno de tantos temas para ello fue el interés de sintonizar contenido referente al espacio exterior.

Otro dato importante es que, en los años 30,  Estados Unidos ya contaba con 13 millones de receptores y en esa época la radio mejoró su tecnología y desarrolló estilos informativos, como por ejemplo el uso de la técnica llamada “presencia múltiple”, que es la interacción entre diferentes corresponsales alrededor de la misma noticia pero posicionados en distintos lugares (dicha técnica tuvo presencia en la historia interpretada por Orson Welles).

Es en ese momento en el que los radioescuchas también interactúan en la programación mediante concursos radiofónicos y el envío de cartas con opiniones dirigidas a las emisoras.

Este es el contexto de 1938, año que recibió la noticia de la invasión de inteligencias superiores provenientes de Marte, una especie que se enfocó a apoderarse del planeta y erradicar a la humanidad:

“Reportero Carl Phillips: Una forma jorobada surge del cráter. Distingo un rayo de luz contra un espejo. ¿Qué es eso? Un chorro de fuego brota del espejo y atrapa a las personas que están cerca. ¡Les da en la cabeza! ¡Dios, se incendian!”

La narración de Orson Wells fue acompañada de sonidos ambientales para informarles a las personas que había reporteros en el área, durante el transcurso de la historia se distinguieron las noticias, entrevistas y las supuestas interrupciones de una “programación cotidiana” para informar sobre el escenario violento de ataques extraterrestres.

“Les hablo desde el techo de la estación de radio en la ciudad de Nueva York. Las campanas que escuchan suenan para que la población evacue la ciudad por la proximidad de los marcianos. Se estima que durante las últimas horas 3 millones de personas han huido por la carretera hacia el norte, la ruta turística del río Hutchinson permanece abierta a la circulación”

Las consecuencias de la emisión de este programa fueron tan graves que miles de habitantes salieron de sus hogares a buscar refugio o presenciar en carne propia la ofensiva alienígena. Muchas personas juraron haber visto aviones enemigos o bombardeos, y ante el caos saturaron las líneas de comunicación de las emisoras.

“El enemigo está a la vista por encima de Palisades. Cinco naves enormes. La primera atraviesa el río. La veo desde aquí, cruzando el Hudson como un hombre cruzaría un arroyo… Me llega un boletín… Cilindros marcianos llueven sobre todo el país.”

Al final de la historia Orson Welles, saliendo de personaje, volvió a explicar que la narración escuchada era una broma por la temporada de Halloween y aclarando que no existía tal destrucción, pero la producción ya había impactado entre la población.

“Orson Welles: hemos aniquilado al mundo ante sus oídos y destruido de arriba abajo la CBS. Se sentirán aliviados, eso espero, de saber que bromeábamos y que todas las instituciones están intactas.”

Es fácil inferir que los usuarios de la radio no escucharon o no entendieron la advertencia al iniciar la transmisión del programa, y sólo reaccionaron a las voces que salían de sus radios.

Este escenario permite reflexionar que los medios de información y comunicación son el principal puente de conocimiento diario para una sociedad diversa y naturalmente emocional, pero también hay que recalcar que hay medios que comparten los datos con un discurso posicionado a alarmar, a juzgar, a odiar y hasta simpatizar con el propósito de que las personas reaccionen, eso también es un hecho.

Esas reacciones también son el resultado del contexto que comparta cada individuo, es por ello que los mismos medios tienen una responsabilidad sustancial, pues en sus hombros recae la labor de la búsqueda de la realidad sin ningún tipo de interferencia subjetiva, ese debería ser el ideal.

30 de septiembre de 2021