La derrota de los “tigres de papel”
Colaboradores, Periodismo, Principales

La derrota de los “tigres de papel”

José Luis Camacho López*

En el espacio nocturno de la corporación mediática privada de Radio Fórmula, el pasado 31 de octubre de 2023, el historiador Miguel Basáñez dijo al conductor Leonardo Curzio que los empresarios han optado por usar a los intelectuales para enfrentarse al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. En una entrevista dedicada a promover su último libro ¿Quién manda en México? un extenso análisis sobre el contexto en que se desarrollan y explican “los componentes de los tres grandes sectores que dan forma al sistema político mexicano: público, privado y social” y su lucha por el poder.

Una parte de esos llamados intelectuales, a los que Antonio Gramsci denomina como orgánicos empresariales, desde el inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, emprendieron una larga, cara y exhaustiva campaña de linchamientos contra el gobierno de la 4T con todos los medios a su alcance: templos religiosos, medios impresos, digitales, espectro radioeléctrico, periodistas y empresas mediáticas cuando no vieron claro la renovación de los abrazos que los cobijaban en los gobiernos neoliberales priistas y panistas, beneficiados con cuantiosos recursos por las políticas de comunicación social anteriores.

En los últimos días del proceso electoral, la jerarquía católica del Episcopado Mexicano, ahora tan preocupados por la promoción del voto bendito y un grupo de intelectuales se unieron, se quitaron las máscaras a favor de la candidatura de la señora Xóchitl Gálvez postulada por esa aceitosa y pantanosa alianza política: Acción Nacional, Revolucionario Institucional y Revolución Democrática.

En la última etapa de las campañas presidenciales recurrieron a un último, ansioso y desesperado intento desestabilizador al ver el fracaso de su candidata Xóchitl Gálvez: deslegitimar al gobierno de la 4T, ahora con la consigna de que la candidatura de Claudia Sheinbaum “es un peligro para la democracia”, como antes utilizaron la mentira de que la candidatura de López Obrador era “un peligro para México”.

El fracaso del aparato mediático neoliberal quedó en franca evidencia durante el programa, Tercer Grado de Televisa cuando ninguno de sus comentaristas mediáticos (René Delgado, Raymundo Riva Palacio, Sergio Sarmiento, Leo Zuckermann, Denise Maerker, Genaro Lozano) logró refutar las respuestas de la candidata Claudia Sheinbaum con sus previsibles cuestionamientos ni moverle el piso.

A días de la elección del 2 de junio también curas católicos se quitaron las sotanas y junto con un puñado de intelectuales, se descubrieron como parte del aparato mediático ideológico, económico y político neoliberal, apadrinados por la alta clase empresarial. No nos extrañe que ese grupo de intelectuales, comulgue con el ideario neoliberal del ultra presidente argentino Javier Milei: “La justicia social es aberrante”, ha dicho.

La señora Xóchitl, la candidata de “Fuerza y Corazón por México”, reunida en su visita a Madrid con la ultraderecha europea (La Jornada 25 de mayo), ya hizo público su rancio espíritu anticomunista y revive el discurso macartista de los sesenta del siglo pasado al referirse a los gobiernos de Nicaragua, Cuba y Venezuela, que califica de “dictaduras”, está muy cerca del discurso de Milei, quien afirmó en España en la delirante junta de la ultraderecha Vox que el socialismo es el “cáncer de la humanidad”.

El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador rompió drásticamente con esos pactos de entendimiento y arreglos con esa clase intelectual empresarial a modo, que en los gobiernos neoliberales estuvieron sus momentos cumbres de privilegios abusivos y leoninos.

Durante la entrevista con Miguel Basáñez, Curzio eludió hacer algún comentario a esa identificación del historiador que ya lo había hecho desde los gobiernos de Luis Echeverría (1970 1976) y José Luis Portillo (1976-1982).

Basáñez diferencia a los intelectuales mexicanos en “tradicionales, empresariales, populares, proletarios y marginales”(La Lucha por la hegemonía en México 1968-1980). En su frase dicha a Curzio el también politólogo y estudioso del derecho tocaba las fibras de la conversión de los intelectuales de 1968 y años posteriores a intelectuales empresariales en los años de este sexenio de 2018-2024, como voceros de las élites económicas y financieras del país y ser usados por los empresarios como sus preferidos mensajeros.

Gramsci sostenía que los intelectuales orgánicos llegan a pensar que “son el Estado” al surgir “sobre el terreno a exigencias de una función necesaria en el campo de la producción económica”. Para los capitalistas, de acuerdo con Gramsci, el intelectual al servicio de la clase empresarial debe ser el instrumento de confianza de los inversionistas en su administración, de los compradores de su mercancía, que sirvan sobre todo para la expansión de su clase (La Formación de los intelectuales). Similar función acredita a la clase eclesiástica como la católica en la difusión y permanencia de las creencias religiosas como parte de las doctrinas de dominio de las élites capitalistas.

En aquel programa en Radio Fórmula, Basañez dijo que esa clase intelectual mexicana cambió en este sexenio de patrón y los empresarios de ahora, están lejos de llegar a los extremos de los públicos choques políticos como en el sexenio de Luis Echeverría, con el poderoso Grupo Monterrey que agrupaba a los empresarios más ricos de Nuevo León y del país, enfrentados con ese gobierno priista de 1970-1976 por el modelo económico y político y que llevaron a la descapitalización al país.

Desde la dictadura de Porfirio Díaz los llamados intelectuales con la ocupación de cargos diplomáticos o en el sistema educativo formaban parte de la estructura del sistema político mexicano. El reclutamiento de esos grupos tiene una larga historia en las administraciones públicas. El historiador Roderic Camp la califica de una relación “amorfa”, donde resaltan una red de intereses. “La relación con la comunidad intelectual con el Estado es mucho más un producto de la relación y el empleo intelectual que entre el gobierno y las organizaciones de intelectuales” (La política en México, Siglo XXI).

Tres sectores de la economía, para Camp, emplean a la vasta mayoría de los intelectuales: el gobierno, las universidades y la industria editorial. En lo general la clase intelectual mexicana ha sido consentida por las clases gobernantes del país desde larga permanencia del Partido Revolucionario Institucional (PRI) creado en 1929, más recientemente los gobiernos del Partido Acción Nacional en cargos diplomáticos y en la esfera burocrática gubernamental o en los beneficios de cuantiosos presupuestos destinados a la publicidad y promociones editoriales. Son una clase privilegiada en un país con las enormes desigualdades sociales de su población mayoritaria que arrastra desde muchos años atrás.

Las revistas Nexos y Letras Libres, son un ejemplo de medios impresos que eran objeto de tratos especiales en el universo de las publicaciones de la prensa mexicana. Sin las audiencias de lectores y ventas de ejemplares que justificaran los presupuestos públicos de políticas de comunicación social que se les destinaran. Otro de los tratos preferenciales lo representan los Premios Nacionales de Ciencias y Artes.

Roger Bartra, quien encabezó en la reunión de un grupo de unos 250 miembros de esa clase intelectual, para manifestar su complacencia con la candidatura de Xóchitl Gálvez Ruiz de la mareada coalición “Fuerza y Corazón por México”, ha sido uno de esos receptores beneficiarios de esos generosos premios nacionales. La justificación de esa junta de notables intelectuales empresariales de sumisión a la candidata opositora es que “el gobierno de López Obrador y su partido pretenden extender la deriva autoritaria durante el próximo sexenio, lo que significa una grave amenaza para la democracia”.

Presentada mediáticamente como una vigorosa reunión de intelectuales en el Palacio de Minería, un edificio público en comodato a la UNAM, de la que Bartra fue su animador, ya no fueron los 650 intelectuales que en 2020 firmaron un desplegado “En Defensa de la Libertad de Expresión” bajo el supuesto de que la libertad de expresión estaba asediada “por el discurso permanente de estigmatización y difamación” del presidente López Obrador.

En esta ocasión, el 20 de mayo de 2024, en su desplegado este grupo de integrantes de la clase intelectual mexicana empresarial bajo la premisa de representar diferentes puntos de vista políticos e ideológicos, decidieron manifestar públicamente “debido a que el gobierno de López Obrador y su partido pretenden extender la deriva autoritaria durante el próximo sexenio, lo que significa una grave amenaza para la democracia”.

Según este grupo de la clase intelectual empresarial mexicana la candidatura del Movimiento de Renovación Nacional, de los partidos del Trabajo y del Verde Ecologista de México implicaba “la continuidad de la corrupción política y una creciente inseguridad que ha dejado buena parte del país a merced del crimen organizado, la amenazante militarización del territorio, que se ha convertido en parte del problema y no de la solución. Vivimos en una coyuntura muy peligrosa “ y que “las elecciones del próximo junio serán una confrontación entre el autoritarismo y la democracia”.

Según las falacias expuestas de este este grupo: “la opción democrática está representada por Xóchitl Gálvez. Nuestro llamado a votar por ella responde a la enorme urgencia de defender la democracia amenazada”.

Bartra ha sido de los intelectuales más furiosos contra el gobierno del presidente López Obrador porque supuestamente “pone en peligro con sus ataques diarios a la prensa y con los listados sobre quienes son críticos y quienes no”. (El Universal, 26 de octubre de 2020).

Gabriel Careaga, sociólogo, argumentaba que la misión del intelectual era “mostrar como el liberalismo encubre la explotación, la enajenación, el imperialismo y las contradicciones del capitalismo” (Los intelectuales y la política en México). El grupo de más de 250 intelectuales que firmaron ese desplegado de la consigna “un peligro para la democracia” simplemente no cambiaron de rumbo siempre han sido los mismos empleados que cumplen ahora en la sucesión presidencial de 2024, la misión política que les asignaron sus empleadores, como bien evidenció Miguel Basáñez en la entrevista que tuvo el conductor Leonardo Curzio en esa empresa mediática de Radio Fórmula, la más obstinada en la campaña del aparato mediático ideológico, económico y político neoliberal armado contra el gobierno de López Obrador.

Gramsci lo dice con más claridad: En el sistema social democrático burgués se han creado imponentes masas de intelectuales que no se justifican solamente para la atención de las necesidades de la producción, sino también para las exigencias políticas del grupo básico dominante”.

*Periodista y académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM

27 de junio de 2024