Agua para Iztapalapa
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Agua para Iztapalapa

Gabriel García Hernández

Cuando pensamos en nuestro hermoso planeta Tierra, se nos presentan imágenes cautivadoras de su belleza azul. Desde pequeños, se nos ha dicho que nuestro hogar está cubierto por el 70% de agua en su superficie, y que el 30% restante es tierra firme. Sin embargo, la realidad es que solo el 2.5% de todo el líquido que cubre nuestra madre Tierra es agua dulce.

Del total de agua dulce, el 70% se encuentra en glaciares, nieve o hielo, mientras que aproximadamente el 30% se encuentra en aguas subterráneas de difícil acceso. Solamente menos del 1%, se encuentra disponible para el consumo humano. Estas cifras reflejan la emergencia global a la que nos enfrentamos debido a la escasez de agua, ya que cada año se extraen cantidades exorbitantes del vital líquido para los sectores de agricultura, industrias y municipios.

El problema de la escasez de agua no es nuevo; durante décadas, investigadores han expresado su preocupación por lo que se conoce como el “Día Cero”, es decir, el día en que se agote el recurso hídrico en ciertas regiones con mayores niveles de sequía.

Según Fernando González Villareal, Coordinador Técnico de la Red del Agua UNAM, la escasez de agua se ha hecho evidente en ciudades como Yemen, donde las extracciones de agua se vuelven cada vez más profundas. Advierte que, si continuamos explotando el acuífero del Valle de México, se pronostican 40 años más de extracciones económicamente viables para abastecer a toda la ciudad.

En los últimos años, en todo el país, al menos 19 entidades federativas informan que sus principales presas están por debajo del 50% de su capacidad. Según las Naciones Unidas (ONU), las sequías en el mundo han aumentado en un 29% desde el año 2000, lo que resulta en una menor capacidad para recuperar el almacenamiento de agua.

En la Ciudad de México, el problema no es menor. Cada año se reporta escasez y una distribución inequitativa del agua. Sin duda, este tema está relacionado con el aumento de la población urbana, el agotamiento de los acuíferos, la mala gestión del recurso y la infraestructura que permite el desperdicio y el robo de los insumos esenciales que garantizan el suministro.

Para comprender la historia hídrica de la Ciudad de México, es importante referirse a las antiguas sociedades mesoamericanas y cómo la cosmovisión de los colonizadores sentó las bases de la problemática actual, más de 500 años después de la conquista española. Cabe resaltar que las antiguas civilizaciones me- soamericanas, como los mexicas, consideraban a Tláloc como una de sus principales deidades y constru- yeron una infraestructura hídrica que benefició sus ciudades durante muchos años, incluyendo sistemas de captación, conducción, control y drenaje de aguas pluviales, así como provisión para la irrigación agrícola y conducción de aguas negras.

A pesar de que las obras hidráulicas mesoamericanas fueron innovadoras y respetuosas con su cosmovisión, la perspectiva colonialista cambió los métodos de construcción para edificar presas, acueductos y métodos para entubar el agua. La decisión de Hernán Cortés de extraer toda el agua de la antigua Tenochtitlán para convertir la nueva capital en una “ciudad seca” y crear lagunas con el fin de almacenar agua para evitar inundaciones tuvo un impacto duradero.

El pésimo tratamiento del agua, la mala infraestructura hidráulica y el cambio climático han llevado a la Ciudad de México a un paradigma complejo. Aunque todas las alcaldías han resultado gravemente afectadas, tres de ellas, Iztapalapa, Tláhuac y Gustavo A. Madero, poseen los niveles más altos de escasez y desigualdad.

Iztapalapa, ubicada al oriente de la ciudad y con la mayor población, alberga 83 pozos
de extracción, pero no todos abastecen a sus habitantes. Al contrario, se potabiliza el agua y se suministra a otras alcaldías. Los residentes de Iztapalapa están acostumbrados, aunque insatisfechos, a luchar por el suministro de agua a través de pipas. Sin embargo, esto debe cambiar.

Como legisladores y servidores públicos, tenemos la obligación de garantizar el derecho humano al agua, pues esto es una condición indispensable para vivir con dignidad, bienestar y salud. Con la reforma constitucio- nal publicada en el Diario Oficial de la Federación de 2012, se reconoció como derecho humano el acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y domés- tico en forma suficiente, salubre y asequible[4]; sin embargo la realidad es que no todos pueden disponer de un suministro suficiente pues no se han dado las condiciones necesarias para su cumplimiento.

Es importante comenzar a plantear nuevas soluciones acorde a nuestro tiempo, es decir, resulta fundamental plantear proyectos que no solamente se limiten a buscar más extracciones en el manto acuífero subterráneo, sino que se hagan propuestas encaminadas al cambio de la mentalidad sobre el uso y aprovechamiento del vital líquido. De ahí, nace un proyecto denominado “Agua para Iztapalapa”, mismo que tiene como esencia fundamental reconocer la naturaleza del vital líquido, el respeto a la naturaleza y el aba- timiento del cambio climático, es decir, devolver el agua a la ma- dre tierra, infiltrándose a través de pozos de absorción, para la recarga del acuífero y la hidrata- ción del subsuelo; para lograrlo es fundamental la construcción de aproximadamente 1500 pozos de absorción y así poder recuperar 61,181 millones de litros.

La segunda parte se relaciona con la participación ciudadana, se trata de recuperar la herencia ancestral de los pueblos mesoamericanos y crear la figura de los nuevos tlaloques de Iztapalapa. En la antigua cosmovisión mesoamericana, los tlaloques eran los ministros o ayudantes de Tlaloc, encargados del buen manejo, almacenamiento y protección del agua.

Simultáneamente, tenemos que pensar que 100,000 familias se conviertan en tlaloques, colo- cando en su techo un dispositivo de captación y aprovechamiento de agua de lluvia, de esta mane- ra se podrán disponer de 3,000 millones de litros y se evitará la sobreexplotación del subsuelo, lo que permitirá darle descanso a un número significativo de los pozos que se encuentran en territorio de Iztapalapa y de los que extraemos agua las 24 horas del día.

Para complementar estás acciones se propone reducir las pérdidas de agua en la red municipal, reutilizar las agua grises y sustituir regaderas, accesorios y muebles de baño en 100,000 casas habitación para reducir el consumo, sin embargo esto lo explicaré en otra oportunidad.

Este es sin duda un reto que debemos abordar con seriedad y voluntad, ya que nuestras acciones actuales tienen un impacto directo en el futuro de las generaciones que nos seguirán.


Senador del partido Morena

11 de diciembre de 2023