Un siglo de “La Raza Cósmica”
Cultura, Derechos Humanos, Historia, Política, Sociales

Un siglo de “La Raza Cósmica”

Ángel Sánchez Casillas

Este 2025 se cumplen 100 años de la publicación de la emblemática obra La Raza Cósmica, escrita por el gran promotor cultural José Vasconcelos Calderón, quien en 1925 era secretario de Educación Pública. Oaxaqueño de nacimiento y abogado de profesión, Vasconcelos fue promotor de la primera emisora de radio educativa, que derivaría décadas después en lo que hoy es Radio Educación.     

Desde el punto de vista histórico, el texto surge en un contexto posrevolucionario, cuando México buscaba construir una identidad nacional unificada terminada la Revolución. La Raza Cósmica se inscribe en esa tarea, proponiendo que el mestizaje no era una debilidad sino una fortaleza, y que América Latina, al ser un crisol de culturas, estaba destinada a liderar un nuevo estadio evolutivo de la humanidad.

El postulado central de Vasconcelos parte de un conflicto entre la teoría que surge del darwinismo, que habla de una raza de humanos que es pura y superior a las mezclas. De ahí es donde surge el concepto de la “raza aria”. La otra, postula un beneficio para la humanidad al fomentar la así llamada “mezcla de razas”. Resulta evidente que el primer postulado es el más polémico puesto que, en palabras del propio Vasconcelos, fue “llevada a una imposición aberrante por el nazismo”.

Sin duda, la obra de Vasconcelos no ha quedado exenta de críticas; podemos decir que su texto desdeña la calidad de razas que no tendrán cabida en la utopía que plantea. Los negros y los asiáticos no tienen cabida en el futuro ideal que plantea. Sin embargo, no pretende fomentar el odio o marginar sin razón a quien es diferente.

Vasconcelos no da un sólo paso en falso, siempre fue bien conocido por negarse a endulzar sus palabras con retórica o a jugar con el lenguaje como lo haría un poeta. Él abogaba por fomentar en los lectores un diálogo, una confrontación de opiniones opuestas que llevarán a la reflexión y la producción de nuevo conocimiento.

El texto inicia planteándonos la pregunta: “¿Puede compararse mi aportación a la cultura con la obra de las razas relativamente puras que han hecho la historia hasta nuestros días, los griegos, los romanos, los europeos?”. Abre así el diálogo con el lector sobre la pertinencia de las razas mestizas en la historia de la humanidad. Nos da un breve recorrido por el antiguo Egipto, Grecia, Roma. Deteniéndose para reconocer que el momento de mayor esplendor entre todas estas civilizaciones coincide con su punto de mayor mezcla étnica.

Vasconcelos divide la historia de la humanidad en los momentos históricos en que una raza tenía predominio sobre el resto. Una vez que la mítica raza aria se extingue se da una sucesión de otras cuatro (el negro, el indio, el mongol y el blanco), que nos llevan no sólo al contexto del título de la obra de Vasconcelos, sino que nos comienza a mostrar la realidad y los problemas actuales que enfrenta el pueblo mexicano. 

Uno de los puntos esenciales para establecer su postura ante las ideas colonialistas es una postura firme ante la mentira del “nuevo mundo”, traída por los europeos al continente que más tarde sería conocido como América.

Vasconcelos critica los métodos y las ciencias que hay detrás de los estudios tan sesgados que se han hecho sobre los pueblos originarios. “La historia científica se confunde y deja sin respuesta todas estas cavilaciones. La historia empírica, enferma de miopía, se pierde en el detalle, pero no acierta a determinar un solo antecedente de los tiempos históricos.”

Asegura que se omite la parte más crucial del estudio del pasado: la identificación de la esencia de las culturas, de las personas que dejaron esos vestigios detrás. Ignorando todo el sentido que pudieron tener las cosas. Haciendo de un templo olvidado, meras piedras colocadas de forma arbitraria.

En la pugna racial, el hombre blanco es quien tiene el control del mundo en los tiempos modernos. Vasconcelos reconoce que los dos ejemplares que representan esta raza son los descendientes del pueblo sajón (la actual Inglaterra) y los de Hispania (la actual España).

Sin embargo, entre estas dos variantes, ha existido una pelea constante por el dominio de la época. No es un conflicto reciente; la lucha se remonta hasta los conflictos que ambos pueblos tuvieron con Roma al ser invadidos y se traslada hasta nuestros días, sin embargo, ha cobrado una nueva faceta.

El pueblo sajón ahora es representado por Estados Unidos, y los descendientes del hispano son la multitud de países de habla hispana que conforman el continente americano.

Por desgracia, el resultado de la pelea ha sido desfavorable para nosotros por mucho tiempo. Vasconcelos dice: “La derrota nos ha traído la confusión de los valores y los conceptos; la diplomacia de los vencedores nos engaña después de vencernos […] La derrota nos ha envilecido a tal punto, que, sin darnos cuenta, servimos a los fines de la política enemiga, de batirnos en detalle, de ofrecer ventajas particulares a cada uno de nuestros hermanos, mientras al otro se le sacrifica en intereses vitales”.

Para Vasconcelos, la raza cósmica es la quinta raza que ha de destronar al hombre blanco y no es otra que la mezcla que nace de los pueblos indígenas y peninsulares. La raza que ha de llevar al mundo a un mejor lugar, y es a todas luces, superior en todo sentido: tanto intelectual como moral. Surge de la mezcla y la revalorización de nuestros orígenes, dándole al pasado que nos ha formado el lugar apropiado en la historia de la humanidad y la ciencia.

José Vasconcelos Calderón nació el 27 de febrero de 1882 en Oaxaca. Debido al trabajo de su padre, recibió una educación intermitente en diversos estados del país, así como en instituciones de EU. Estudió la preparatoria y la universidad en la Universidad Nacional, antecesora de la UNAM, en la que se licenció como abogado.

En respuesta a las políticas autoritarias, y en favor de la promoción de la cultura y las artes entre el pueblo de México, Vasconcelos funda junto con otros intelectuales, como Alfonso Reyes y Diego Rivera, el Ateneo de la Juventud, una institución que sienta las bases para una nueva identidad cultural mexicana apartándola de la ideología extranjera que fomentaba el porfiriato.

Vasconcelos participó en la reforma constitucional que dio origen a la SEP y fungió como su titular. Como secretario de Educación, fomentó las escuelas en zonas rurales y barriadas, así como la educación básica; aumentó la matrícula de estudiantes y profesores y dio la pauta para la construcción de bibliotecas a lo largo del país.

Vasconcelos ocupó numerosos cargos a lo largo de su trayectoria política y como mecenas apoyó a artistas, escritores y diversos proyectos culturales. Fue director de la Escuela Nacional Preparatoria; rector de la UNAM, donde propuso los elementos del escudo y su lema “Por mi raza hablará el espíritu”; respaldó el movimiento muralista de personajes como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, entre otros.

En 1924, fundó el periódico semanal La Antorcha, publicación pensada para continuar con su labor de educación para el pueblo, ya que contenía no sólo noticias de actualidad, sino artículos literarios, poesía, política, secciones dedicadas exclusivamente a los jóvenes, entre otras. También fue editor de la revista Timón, en la que colaboraron personajes como el Dr. Atl y Andrés Henestrosa. 

También fue un escritor prolífico, abordaba temas desde lo sociológico, lo histórico, lo literario y lo filosófico. La Raza Cósmica, ensayo publicado en 1925, es una de las obras filosóficas más influyentes de América Latina en el siglo XX. En ella, Vasconcelos plantea, en resumen, una visión utópica y fraterna para el futuro de la humanidad.

31 de julio de 2025