Renata Turrent
La comunicación política es un arma muy poderosa, pero pocos saben usarla. Ha sido una de las pocas herramientas para algunos líderes de izquierda que se han logrado colar a la cima política y que se enfrentan al poder mediático; aquel que en algunos países ha tenido tanta influencia que ha podido poner y quitar presidentes.
No cabe duda que los gobiernos de izquierda en América Latina se enfrentan a los medios de comunicación, jugadores clave en la defensa de los regímenes neoliberales. Los medios de comunicación en esta región incluso han conducido políticamente a la oposición y han minado sistemáticamente a gobiernos legal y legítimamente electos, muchas veces bajo campañas de desprestigio y mentiras.
Así lo documentan, los casos de Brasil con Lula Da Silva y Dilma Rousseff, en Argentina con Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández, en Chile con Gabriel Boric, en Perú con Pedro Castillo, en Colombia con Gustavo Petro, por nombrar algunos ejemplos.
En México, el presidente López Obrador ha apostado por un modelo de no intervención gubernamental para la regulación de los medios de comunicación –como sí impulsó Rafael Correa en Ecuador–, sino de confrontación argumentativa frontal a través de las conferencias matutinas, conocidas como las “mañaneras” –contrario a Lula da Silva o Evo Morales, que rara vez daban conferencias de prensa–. Desde este exitoso modelo de comunicación, las «mañaneras» sirven, entre múltiples propósitos, para confrontar las campañas sucias de comunicadores, analistas políticos y medios de comunicación, a quienes AMLO enfrenta como actores políticos que defienden intereses ajenos a los de la mayoría.
Durante la pandemia, por ejemplo, además de las «mañaneras», se instalaron conferencias vespertinas a cargo del doctor, Hugo López-Gatell, entonces subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud del Gobierno de México, para explicar e informar a la población sobre los temas relacionados con la pandemia del Covid-19. Adicionalmente, a mitad de sexenio, se inauguró la sección «Quién es quién en las mentiras de la semana», donde el gobierno federal buscaba desmentir las noticias falsas y desinformación acumulada cada semana.
La oposición, contrario a la llamada Cuarta Transformación, no cuenta con un líder popular de quien pudieran gravitar esfuerzos comunicativos, tampoco tienen un proyecto atractivo para la mayoría de la gente y, por lo tanto, se han enfocado en tres estrategias que frecuentemente se complementan entre sí:
1. Desbalance editorial: en la programación mediática (radio, noticieros, programas de análisis), las voces pro-4T representan alrededor del 20% y 30% de los tiempos al aire, mientras que las voces más afines al viejo régimen ocupan el resto. Proporción exactamente inversa a la opinión pública nacional, que, según las encuestas más serias, pone al presidente López Obrador con una aprobación de entre el 65% y el 70%.
2. Campañas sucias: como lo fueron «AMLO, un peligro para México» de Antonio Solá en 2006 o las múltiples acusaciones sin sustento periodístico serio que le han hecho a los hijos del Presidente, por poner dos ejemplos.
3. Noticias falsas: el tema central de este ensayo. ¿Qué son? y ¿qué no son las noticias falsas? Son un esfuerzo coordinado de divulgación de una o varias noticias falsas y desinformación que tiene un objetivo político específico. Es decir, dar información incorrecta, desinformar o incluso mentir de manera aislada, no necesariamente cae en la categoría de noticias falsas o fake news.
¿Cómo funcionan?
En pocas palabras son noticias o relatos falsos que inmediatamente nos hacen sentir indignación, miedo y/o desconfianza. Suelen apelar –implícita o explícitamente– a que el receptor sienta un deber social de alertar a otros miembros de su comunidad del inminente peligro o de algo profundamente indignante. Lo más complicado de las noticias falsas es que resulta casi imposible que el desmentido llegue al mismo número de personas que la consumieron. Es decir, en cada ola de noticias falsas, hay mucha gente que se queda sin conocer la verdad. Lo anterior es especialmente delicado cuando las campañas de fake news están bien planeadas y se presentan en ciclos continuos donde aún ni siquiera se acaba de desmentir la primera noticia falsa, cuando ya se está colocando una segunda.
Las noticias falsas no siempre encuentran terreno fértil para su propagación. Pero existen dos escenarios en los cuales se difunden de manera mucho más rápida: emergencias y periodos electorales.
Emergencia: Pandemia COVID-19
Al inicio de la pandemia se observó una propagación importante de desinformación que no tenían un trasfondo político, sino más bien respondían a la falta de información, natural en una emergencia sanitaria de esta envergadura. Los primeros meses de la pandemia, la comunidad científica y los gobiernos no tenían información suficiente ni siquiera para determinar con exactitud bajo qué circunstancias se contagiaba el virus de manera más eficiente, por lo que mucha gente realizaba recomendaciones como desinfectar con cloro todos los artículos que entraban a casa, cosa que hoy sabemos no era la manera en la que mayoritariamente se transmitía el virus.
Sin embargo, posteriormente hubo un esfuerzo sistemático por implantar noticias falsas para dinamitar la confianza de la población en la respuesta del gobierno, fenómeno que vimos en México y en otros países de la región. Se estima que aproximadamente había unas 290 noticias falsas mensuales documentadas entre abril y julio de 2020 en nuestro país. Una de las noticias falsas más graves fue el famoso artículo de la periodista Peniley Ramírez en Univisión, donde erosionó la confianza en la vacuna china, CanSino, la cual iba a ser destinada a maestros y maestras como uno de los grupos prioritarios. La vacuna CanSino fue aprobada por el gobierno mexicano y otros gobiernos en América Latina y Asia y se ha comprobado su efectividad, contrario a lo reportado por Ramírez, sin embargo, en su afán de dañar al gobierno actual, causó daños inmediatos al desincentivar la vacunación.
Emergencia: Huracán Otis
Con la tragedia del huracán Otis que tocó tierra con categoría 5 en Acapulco, Guerrero el pasado 25 de octubre, se desataron al menos cuatro noticias falsas de alcance nacional:
1. La supuesta desaparición del Fondo de desastres, FONDEN, acompañado de la narrativa que aseguraba que el gobierno no tendría dinero para rescatar la zona damnificada.
2. La supuesta prohibición por parte del gobierno para otorgar donaciones y ayuda humanitaria por parte de la sociedad civil, el cual fue desmentido precisamente por una organización de la sociedad civil que estuvo involucrada desde las primeras horas: la Cruz Roja. Esta noticia falsa apelaba a que la gente temiera de entregar víveres porque el gobierno no iba a permitir su distribución.
3. El audio de Omar Flores diciendo que había sido detenido y violentado por elementos de las fuerzas armadas. Fue un material bien producido, con una buena narración y una historia dramática que generó indignación. Se propagó de manera muy veloz un fin de semana y fue desmentido hasta el lunes por algunos medios de comunicación.
4. Un video de 2022 de un militar en una carretera en Aguascalientes extorsionando a un ciudadano. Este video se difundió por X, antes Twitter, y por WhatsApp sin explicar que estaba sacado de contexto y tan solo unas horas después de que el audio falso del tal Omar Flores había sido desmentido. Es decir, buscó reforzar la narrativa de que el Ejército y la Guardia Nacional estaban deteniendo la ayuda humanitaria y así dinamitar la confianza en dichas instituciones, a pesar de que esto significara desincentivar los donativos en esas horas críticas.
La campaña estaba segmentada y con una estrategia temporalizada. Es decir, se creó contenido diferenciado para las plataformas: el video de Omar Flores para quienes se informan en WhatsApp y casi de manera paralela, el video del militar corrupto en Aguascalientes en X, enfocada en los usuarios que se informan en esta red social. Esto último fue retomado por comunicadores de medios nacionales y de esta manera llegó a otro segmento más de la población.
Lo anterior, fue acompañado por una narrativa uniforme en medios televisivos y prensa escrita que aseguraba que el gobierno no estaba presente en la tragedia, a pesar del despliegue inédito de las fuerzas armadas, trabajadores de la CFE y funcionarios de la Secretaría de Bienestar. Como se observa, tanto las noticias falsas como la narrativa en la mayoría de los medios de comunicación, apelaba a crear desconfianza en la respuesta del gobierno actual.
Periodos electorales
Que López Obrador estaba financiado por los rusos en la campaña de 2018 o que Barack Obama había nacido en otro país, son dos ejemplos de campañas de noticias falsas que se volvieron famosas en los últimos años. Este año, en las elecciones del Estado de México, la entonces candidata, Delfina Gómez, denunció en reiteradas ocasiones las campañas de noticias falsas en su contra, en especial por medio de llamadas o mensajes con información falsa. Este mismo año, en más de una ocasión, hemos visto esfuerzos para instaurar la idea falsa de que Claudia Sheinbaum, precandidata presidencial por Morena, no es mexicana, sino nacida en el extranjero.
El incremento de fake news en periodos electorales sucede en todos lados. De hecho, Brasil pasó por un tsunami de noticias falsas durante su último periodo electoral en 2022, por lo que el que el Tribunal Superior Electoral (TSE) aprobó ampliar sus facultades para poder sancionar plataformas que sistemáticamente difundan fake news. Por ejemplo, las plataformas de redes sociales tenían sólo dos horas para eliminar publicaciones falsas (antes tenían 24 horas). Lo anterior luego de un incremento en casi 1,700% en noticias falsas con respecto al último periodo electoral.
¿Cuál es el objetivo de las noticias falsas?
La cancelación de programas sociales en el Estado de México, que un extranjero gobierne un país (Obama y Sheinbaum) o dinamitar la confianza en la respuesta del gobierno ante el Covid-19 o el Huracán Otis, tienen un objetivo en común: crear desconfianza para así manipular la opinión y decisión del electorado. Este tipo de campañas de manipulación pueden tener consecuencias colaterales graves, como minar la confianza en la vacuna CanSino y reducir la vacunación, o desincentivar los donativos para las personas damnificadas en Guerrero. En otras palabras, estas consecuencias inmediatas causadas por campañas de noticas falsas no son el objetivo principal, sino una externalidad negativa. En los casos analizados, queda claro que el objetivo fue deteriorar la confianza en el gobierno para debilitarlo política y electoralmente.
Los retos hacia adelante
Con la llegada de la inteligencia artificial, cada vez será más difícil distinguir las noticias falsas. Hace algunas décadas, había medios que reproducían fake news –como que Hilary Clinton había adoptado un extraterrestre– que fácilmente podían ser verificadas y desechadas, pero hoy es posible escuchar audios apócrifos como el de Martí Batres o incluso videos de personas famosas diciendo cosas que jamás salieron realmente de su boca.
Aunque todavía no se ha podido estudiar a fondo la magnitud del efecto que tienen las noticias falsas en los electores, sí se han documentado consecuencias colaterales muy graves. Es, sin lugar a dudas, uno de los retos a los que ya se enfrentan los gobiernos y las autoridades electorales en todo el mundo, pues los esfuerzos realizados por las gigantes tecnológicas como Google, Facebook y X para mitigar la propagación de noticias falsas ha sido claramente insuficientes. Existen algunos ejemplos de esfuerzos gubernamentales por regular la difusión masiva de noticias falsas como es el caso del Tribunal Superior Electoral en Brasil o la regulación alemana que busca que las plataformas digitales se responsabilicen por remover noticias falsas, pero estos han tenido un efecto limitado.
La solución tendrá que incluir un proceso pedagógico para que la gente podamos tener más y mejores herramientas para identificar posibles noticias falsas. Los esfuerzos periodísticos conocidos como fact checking o comprobación de hechos, funciona bien, pero sólo para un grupo poblacional muy específico, por lo que es necesario encontrar formas creativas para difundir los desmentidos de manera eficaz. Pero aún más importante, es indispensable que el problema se aborde más allá de lo individual y se busque mitigar la difusión masiva de noticias falsas. Pensar en cómo hacerlo tampoco será tarea sencilla, pues se necesita encontrar mecanismos para garantizar que las leyes que nos protejan de las fake news no vulneren el derecho a la libre expresión de las ideas.
López Obrador se ha inclinado por politizar las noticias falsas mediante la sección «Quién es quién de las mentiras de la semana» o haciendo declaraciones polémicas sobre las noticias falsas, como llamarle buitres a los comunicadores que capitalizaron la desinformación en medio de la pandemia o días después de Otis. Su estrategia le permite que, al abordarlas polémicamente, las noticias falsas estén en la conversación nacional y así incrementar las posibilidades de que el desmentido llegue a más oídos. Sin embargo, como decía al inicio, la buena comunicación política es un arma muy poderosa, pero pocos saben usarla y cuando se vaya, más nos vale encontrar otros caminos para mitigar el perverso acto de engañar y manipular a través de las fake news.
Analista Política y Subdirectora de @SentidoComunMx_