Cecilia Cadena Inostroza
El Estado de México se caracterizó, desde el nacimiento del PRI (y sus antecedentes PNR-PRM), por constituir uno de los llamados “bastiones” en el país. Invencible a pesar de sus innumerables deficiencias en la gestión del Estado, la enorme corrupción, nepotismo, deterioro de la calidad de vida de los que habitamos este lugar. Sumados sus años desde PNR han sido más de 100, desde que fue PRI y hubo un primer gobernador de este partido en 1942, con Isidro Fabela, originario de Atlacomulco, 79 años.
Un bastión es un baluarte, una fortificación de un lugar. Y eso parecía ser este partido que dominó a la sociedad. Se apoderó de la representación y la administración pública, dando y quitando favores a través de este aparato, y también imponiendo cultura y rituales para el ejercicio del poder, que llegó a extremos con personajes como Arturo Montiel, Eruviel Ávila y sin duda Enrique Peña Nieto.
El último gobernador de este partido, Alfredo del Mazo Maza, descendiente de un linaje familiar que gobernó y controló al estado justo después de 1945, año en que Isidro Fabela dejó la gubernatura para colocar en su lugar a Alfredo del Mazo Vélez, abuelo del último gobernador, todos ellos también de Atlacomulco, representan un símbolo de la decadencia de este partido y su dominio en el estado.
El padre de “Alfredito” como cariñosamente le llamaban en la campaña la gente del PRI y las clases acomodadas de Toluca, fue Alfredo del Mazo González, quien después de una carrera en cargos políticos en la administración pública federal, fue elegido en 1981 por el entonces presidente de México José López Portillo, como gobernador del Estado.
No todos los políticos de Atlacomulco tuvieron la trayectoria del primero de ellos, pues Isidro Fabela fue un hombre no solo de poder, sino un diplomático que jugó un papel muy relevante en los acontecimientos mundiales de los años 30, como la Guerra Civil Española o el triunfo de Hitler y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, hechos históricos en los que el diplomático tuvo posiciones firmes de rechazo. También se desempeñó como académico e intelectual. Como lo primero hizo posible, en 1943, la autonomía del Instituto Científico y Literario, que luego se convertiría en la Universidad Autónoma del Estado de México.
Todo esto viene a cuento porque Isidro Fabela se considera el fundador del llamado “Grupo Atlacomulco”, denominado así porque de este lugar salieron diversos gobernadores y políticos del Estado a través de un grupo que consolidó un poder en el seno del PRI. Según Rogelio Hernández en su libro Amistades, compromisos y lealtades, en realidad el grupo como tal no ha tenido precisamente el control de todo el Estado como se supondría. Sino más bien cada gobernador ha tenido su propio grupo e influencia. El de Atlacomulco en la medida en que ha tenido varios gobernadores salidos de allí, pues ha tenido más fuerza, pero en tanto grupo de gobernadores (además de los tres Alfredos, Enrique Peña es sobrino de esa familia).
Empezar a hablar de la oposición en el Estado de México y referirnos a esta historia, tiene un sentido: el PRI, después de su hegemonía de más de 100 años, ha sido desplazado en la última elección de 2023 para gubernatura, pero sobre todo en 2024, hacia la tercera fuerza electoral.
La caída de este partido y su afortunada salida del gobierno a través del voto de los ciudadanos se explica por múltiples circunstancias: desgaste de los distintos grupos al interior del Estado y en el plano nacional; aumento galopante de la corrupción (que siempre la hubo, pero los mexiquenses aguantaron hasta que ya no lo hicieron); cambio y sofisticación de la sociedad, necesitada y dispuesta a pedir más cuentas y exigir resultados satisfactorios para la calidad de vida; una configuración de la sociedad de rural a urbana (el principal voto controlado del PRI fueron las zonas rurales, lo que se llama también “voto duro”, por no decir sumamente controlado); ascenso del fenómeno de Morena que en muy pocos años ha dominado la escena electoral del país.
Y una pérdida paulatina de lo que se denominaba “disciplina de partido”, que significaba aguantar la decisión del gobernador sobre la distribución de los cargos, seguros de que un día u otro les “tocaría” algo a los no elegidos.
Esta pérdida de ese gran atributo que mantuvo a la clase política del Estado de México, fue propiciada también por las alianzas que diversos grupos locales (notablemente los exgobernadores Arturo Montiel y Eruviel Ávila) hicieron con la dirigencia nacional del PRI, ya caracterizada por el empeño en los repartos de los cargos y presupuestos, la corrupción y como su principal representante Alejandro Moreno.
En estas condiciones llegó el principal partido de oposición, en 2023, pues hay que recordar que la maestra Delfina Gómez ganó con Morena la gubernatura del Estado de México en ese año. En las elecciones de 2024, en esta entidad se disputaron los 125 ayuntamientos y los 45 distritos electorales para diputados, más los 20 de representación proporcional.
Ya en la elección de la gubernatura en 2023, el PRI había decidido, después de grandes disputas en su interior, sumarse en alianza con el PAN, el PRD y el Partido Nueva Alianza local. Una mezcla que abrió todas las contradicciones y conflictos que había en los tres partidos. Desde esa elección hubo claras muestras del desgaste del PRI, quien aceptó la designación de la candidata de Alfredo del Mazo, Alejandra del Moral para sucederlo, frente a la candidata de Arturo Montiel, Eruviel Ávila y Alejandro Moreno, Ana Lilia Herrera.
Según Aldo Muñoz y Willibald Sonnleitner, en su artículo “La clave de la alternancia histórica de 2023 en la gubernatura del Estado de México: divergencias políticas y socioterritoriales entre dos coaliciones discordantes”, publicado este año 2024 en la revista Intersticios Sociales, fueron esas disputas al interior del PRI, más las resistencias del PAN y el PRD a aceptar a la candidata de Del Mazo, las que retrasarían el acuerdo de ir juntos en alianza y que la ahora gobernadora, Delfina Gómez tomara ventaja para promoverse.
Las estrategias adoptadas por esta alianza, más el empeño de los grupos políticos y sus líderes por garantizar sus diputaciones o senadurías plurinominales en el orden federal como parte de los acuerdos de las alianzas (recordemos que todos ellos aseguraron sus puestos como plurinominales, empezando por Alejandro Moreno, Ana Lilia Herrera, Manlio Fabio Beltrones, Marko Cortés, Germán Martínez, Enrique Vargas, entre otros notables miembros de esos partidos), llevaron a uno de los mayores desastres electorales del PRI y sus aliados.
Todos los partidos PRI, PAN, PRD y NA-Edoméx, perdieron en esta elección. El caso extremo es el PRD que apenas alcanzó la votación de 3.1% para mantener su registro (aunque a nivel nacional no llegó al 3% por lo cual lo perderá). Como decíamos, el declive ya venía notándose desde años antes, 2017, 2021 y 2023.
Veamos solo algunos datos de muestra. En la elección del 2021 el PRI todavía había logrado ganar, por sí solo, 18 ayuntamientos y en alianza con el PRD y PAN 50. El PRD ganó 2 y el PAN 4.
Para la elección del 2024, el PRI ganó por sí solo 5 ayuntamientos y en alianza con PRD y PAN 15. El PRD ganó 1 y el PAN 1. Todos los demás ayuntamientos los ganó Morena, solo o en alianza con PVEM, y éste último, por sí solo ganó 6.
Estos breves datos muestran el declive que tuvieron todos los partidos, que como hemos dicho no sucedió en la elección del 2024, pues ya venían bajando. Por ejemplo, del período 2017 a 2023, el PRI bajó de 25% a 16%, el PRD de 8% a 2% y el PAN se mantuvo en 7%. Mientras que Morena triplicó su presencia al pasar de 12% a 30%.
En conclusión, podemos afirmar que el grupo Atlacomulco y los grupos de poder de los diferentes gobernadores, no se ha terminado por completo, pero está “herido de muerte”. No se ha terminado pues como podremos imaginar, en más de cien años esos grupos de poder no solo se hicieron del control de las elecciones para ganarlas, sino crearon grandes negocios, relaciones, redes y vínculos que les permiten seguir activos en las decisiones.
Sus grandes ganancias les posibilitan incluso buscar posiciones en el partido Morena que ahora gobierna, pero también, desde sus posiciones influir y presionar a los nuevos gobiernos estatal y municipales a orientar decisiones que los beneficien.
La gestión de los nuevos gobiernos de Morena; cambios notables en la gestión pública; incluir más a la sociedad en las decisiones públicas; rendir cuentas y controlar la corrupción y la violencia; mejorar la calidad de vida de los mexiquenses, de todo eso dependerá que el PRI y sus grupos no regresen al poder formal y a los otros partidos a reinventarse o desaparecer.
Profesora-investigadora de El Colegio Mexiquense, A. C