¡En Iztacalco, la Marcha del Orgullo LGBTTTQ+ no es de nadie sino de todxs!
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¡En Iztacalco, la Marcha del Orgullo LGBTTTQ+ no es de nadie sino de todxs!

• Desde el oriente y el poniente de la demarcación, la ola multicolor llenó la plaza principal de alegría combativa, en demanda de respeto a sus derechos.

 Crónica de  Alfonso Morales 

La Plaza “Benito Juárez”, corazón de Iztacalco, se vistió con los colores del arcoíris, en medio de dos olas que brotaron simultáneas desde el oriente y el poniente de la demarcación, en medio de una fiesta, de un carnaval, pero también, de una manifestación de protesta para exigir respeto a los derechos humanos de las diversas comunidades que decidieron romper el silencio, enfrentar el autoritarismo heteronormativo y salir del armario al grito de ¡La Marcha del Orgullo LGBTTTQ+ no es de nadie; es de todos!

El sol estaba en el cenit cuando una imagen venida de los años 80 se detuvo frente al quiosco de San Matías, en el barrio de la Asunción, al poniente de Iztacalco: el cuarteto español Locomía, sin sus grandes abanicos ni sus botas extrapicudas, ni los trajes espectaculares de inmensas hombreras, pero con la misma chispa que les dio fama mundial, dio el banderazo de salida a una de las dos marchas programadas como marco conmemorativo en el mes de la diversidad sexual.

Al mismo tiempo, en el polo opuesto, desde el quiosco de Sur 16 y avenida Rojo Gómez, colonia Agrícola Oriental, otro colectivo, bajo la animada conducción de “Patita Hueca”, emprendía el camino rumbo a la Explanada Principal de Iztacalco.

Ambas marchas, que en realidad eran una sola expresión, una misma lucha, hicieron gala de fastuosidad, musicalidad, alegría y mucha, mucha enjundia a la hora de corear las consignas en demanda del respeto a ser diferentes y al cese de la violencia y la impunidad ante los crímenes de odio por homofobia, transfobia y otras que aún se dan en nuestro país.

La mayoría de las, los y les asistentes no habían nacido, o bien, sus padres eran aún infantes cuando un grupo de hombres que se reunía en el bar Stonewall, en Nueva York, agobiados por las razzias y los abusos de la policía, decidió hacerles frente con lo que pudieron y, durante toda aquella noche del 26 de junio de 1969, resistieron heroicamente, dando su propia vida para dar vida al movimiento de liberación homosexual que, poco a poco, a golpes de lucha y, en ocasiones, de sangre y muerte, nos han dado libertad, como los padres y madres de una patria chica y amorosa, la patria de nuestro derecho a existir.

A esta memoria se deberían sumar los nombres de tantas personas que con valentía se atrevieron a ser distintos, no solo en los espacios privados –el llamado closet–, y salieron a la calle ganando derechos con su sola presencia, en un acto rebelde que muchas veces les acarreó burlas, golpes y hasta la muerte. Es curioso que todavía no haya un monumento en su honor, como lo es también el hecho de que, en la plaza principal de Iztacalco, casi nadie conoce esta historia.

A los colores del arcoíris, se sumaron otras banderas que simbolizan sendas luchas, conceptos y modos de entender el cuerpo propio, la sexualidad y la vida. Ahí estaban las y los transgénero y transexuales; las lesbianas y los homosexuales masculinos, cisgénero o no; también, quienes prefieren no asumir ninguno de los polos del binomio masculino-femenino. Más allá, los atuendos lucían con orgullo las preferencias a la hora de vestirse o de ejercer el amor y la sexualidad: travestis, leathers, vestidos y vestidas de cuero a pesar del inclemente sol; los osos que, a pesar de su apariencia de hombres peludos y enormes, son amables. Hasta vaqueros andaban por la plaza y, ahí sí, los sombreros eran no solo un accesorio sino un envidiable alivio contra el tremendo calor. 

Todas, todos y todes bailaban con alegría sin importar los géneros musicales que se presentaron en el escenario a lo largo de la tarde, así como también, respondían las arengas de sus representantes pues, la 4ª Marcha del Orgullo LGBTTTQ+ no es propiedad de nadie en particular sino de quien quiera participar y venir a luchar y bailar, a amar, a vivir.
6 de junio de 2023