El largo camino de los que luchan
Cultura, Principales

El largo camino de los que luchan

David Cilia Olmos

Carlos Montemayor nació el 13 de junio de 1947 en Parral Chihuahua, son testigos de eso sus poesías y sus sueños, también lo son las calles de su pueblo que el miraba desde lo alto del cerro, “los nogales erguidos entre Alamos y sauces a lo largo del rio”. En Parral Carlos Montemayor hizo sus primeros estudios y en 1962 se trasladó a la ciudad de Chihuahua a estudiar la preparatoria, lo cual sería determinante para su posterior compromiso social. 

Si alguien estudiara alguna vez la parte humana de quienes participaron en el movimiento guerrillero en México, se daría cuenta que la mayor parte de sus precursores coinciden en haber nacido poco tiempo después de finalizada la Segunda Guerra Mundial y poco antes del desenlace de las grandes movilizaciones de ferrocarrileros, médicos y maestros que se dieron a finales de la década de los cincuentas. 

Carlos Montemayor nació en ese rango de tiempo, y por si fuera poco le tocó vivir y estudiar en el estado en qué se dieron las primeras batallas armadas abiertamente contra la dictadura del PRI. Esto marcaría de manera determinante su vida pues aunque no formó parte de alguna organización o acción guerrillera, si tuvo como destacados compañeros de estudio y de actividad a quienes el 23 de septiembre de 1965 se comprometieron con la transformación social de México intentando tomar por asalto el cuartel militar de ciudad Madera en plena sierra de Chihuahua. 

Sin embargo, sus caminos se bifurcarían, pues mientras Carlos Montemayor vino a la ciudad de México a concluir una carrera de abogado, hacer estudios de maestría en letras iberoamericanas y realizó estudios de hebreo, griego clásico y latín, simultáneamente algunos de sus compañeros se integrarían al camino de las armas, al camino de la  revolución. 

Pero de esto Carlos Montemayor no se daría cuenta sino hasta varios años después. Mientras estudiaba a profundidad la poesía helénica Carlos Montemayor pudo plasmar artísticamente en palabras, lo mismo la cotidianidad de la minería en Chihuahua, en una novela llena de realidades y esperanzas, que la poesía de un pueblo como Parral que se mira a sí mismo por medio de sus ojos. Escribió conmovedoramente sobre el dolor derramado en piedra el 2 de octubre, con una valentía que se adelantó una veintena de años a las publicaciones sobre el tema. 

Pero, como confesaría en algún momento Carlos Montemayor, el momento catártico de su definición social, que lo marcaría para siempre como un hombre de lucha llegó  cuando encontró en la Facultad de Economía de la UNAM un periódico mural en el que recortes periodísticos dan cuenta de las caídas de los combatientes del 23 de septiembre en ciudad Madera y se entera de la alevosa muerte de sus compañeros de estudio en Chihuahua, precursores de la guerrilla en México, a quienes como si no bastarán las balas, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz los volvió a acribillar mediante la prensa escrita presentándolos como despreciables malvivientes cuando, él era testigo de su gran valía y de sus objetivos y principios puros. 

Montemayor sintió una gran indignación cuando los periódicos de ese tiempo trataban a sus compañeros de fascinerosos y delincuentes comunes, cuando era claro que generosamente habían ofrendado sus vidas por un México mejor para los campesinos, indígenas y demás gente trabajadora y pobre del país. De ahí en adelante su indignación siempre estuvo presente pero eso no impidió que lograra la mejor calificación en su producción literaria y tampoco entorpeció sus eruditas investigaciones sobre la poesía de la Grecia antigua, por el contrario, este dolor marcó particularmente su poesía de una profundidad conmovedora que remueve y sincroniza corazones que como el de él parecían palpitar por la justicia.

Así sus escritos adquirirían una elevada elaboración artística combinada con una profunda pasión que subyace en su novela y poesía, que finalmente lo convierte en uno de los más destacados escritores del México contemporáneo. Cómo investigador social destacan sus trabajos sobre la matanza de Tlatelolco, en los que desentraña la conspiración presidencial aún antes de que los archivos secretos se abrieran al público, pero también sus múltiples escritos sobre la violencia de Estado en México, la lucha guerrillera y los pueblos indígenas. 

Como parte del activismo social destaca su participación en la Comisión de Intermediación que buscaba como fin último la presentación de dos guerrilleros desaparecidos en Oaxaca por el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa. La muerte de Carlos Montemayor fue muy repentina, en pocos meses un cáncer en el estómago recién diagnosticado acabó tempranamente con su vida. Literalmente una luz se extinguía en pleno auge no solo de su producción literaria sino también de su activismo político en favor de las lenguas y pueblos indígenas. 

Su muerte fue el fin de un largo camino iniciado en Parral Chihuahua, dónde las letras fueron la materia prima para entretejer una lucha precoz por la justicia que estaría presente toda su vida. Indudablemente la poesía, narrativa, e investigaciones lingüísticas ponen a Carlos Montemayor como uno de los más importantes literatos del México contemporáneo, pero no es menos importante su participación en el rescate y resignificación de las lenguas y comunidades indígenas y su militancia activa en la lucha por recuperar la dignidad de las personas que durante el periodo guerrillero, se propusieron transformar la historia de este país, y de alguna manera lo lograron aún a costa de sus propias vidas. 

Por todo ello, desde noviembre del 2010 hemos creado el PREMIO NACIONAL CARLOS MONTEMAYOR que se otorga a quienes no obstante las dificultades y peligros, desde distintas actividades luchan por un México mejor para todos. 

[email protected]

16 de noviembre de 2024