Juana María Juárez López
El tema del cuidado ha sido históricamente un trabajo invisibilizado, poco reconocido, sin retribución económica, una tarea que por tradición asumen las mujeres. Sin embargo, desde hace más de una década, colectivos feministas, así como organizaciones de la sociedad civil de mujeres, han logrado insertar el tema en el debate público e impulsar agendas con la exigencia de que se reconozca como parte fundamental del bienestar social y económico.
En nuestro continente y en Europa, se han realizado diversos movimientos que siguen desarrollando normativas legales y estructurando políticas públicas que permitan redistribuir estas tareas, que van desde lo privado, al reconocimiento del estado y de la comunidad.
Es importante mencionar que, a raíz de la pandemia por COVID 19, se evidenció que el cuidado, sigue siendo relegado a las mujeres que no sólo se hicieron cargo de sus familiares enfermos, sino que tuvieron que continuar con sus actividades laborales y domésticas, lo que limitó sus oportunidades en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana.
Es por lo anterior, que el concepto de economía del cuidado ha cobrado mayor relevancia en los últimos años. Según el World Economic Forum, el bienestar de las generaciones actuales y futuras depende en gran medida de la valoración y redistribución equitativa de estas tareas, ya que son la base que sostiene la actividad humana y el desarrollo de las sociedades.
Además, es el núcleo del bienestar, el desarrollo y el crecimiento en nuestros países, ya que “… solo en América Latina, representaría entre el 15,7% y el 24,2% del PIB regional, lo que lo convertiría en uno de los mayores contribuyentes a la economía, por encima de la mayoría de las otras industrias”.
De acuerdo con el informe de International Labour Organization, las mujeres a nivel mundial, dedican tres veces más horas de trabajo de hogar que los hombres. Aunque en países de América, esta cifra llega hasta 7 veces más horas. Esto contribuye a que la brecha de género, se profundice ya que las mujeres, se ven impedidas a realizar otras actividades como el estudio.

Es por lo anterior que, colectivos y asociaciones civiles de mujeres, han impulsado iniciativas como bancos de tiempo, redes comunitarias de cuidado e iniciativas de ley con las que buscan una corresponsabilidad efectiva entre el Estado, el sector privado y los hogares. Que si bien, aún hay mucho trabajo por hacer, también, han derivado en políticas de licencias parentales más equitativas y a la discusión sobre sistemas nacionales de cuidados.
En este sentido, la presidenta Claudia Sheinbaum está impulsando la creación del Sistema Nacional de Cuidados, una instancia que estará adscrita al Desarrollo Integral de la Familia (DIF), cuyo objetivo es apoyar a las mujeres que dedican su vida a esta labor. Este esfuerzo, cuenta con el respaldo de los tres órdenes de gobierno, además del apoyo de diversas instituciones públicas, con el fin de garantizar atención y justicia social a la población más vulnerable. Asimismo, se ha llevado a cabo un foro para coordinar y encaminar los esfuerzos hacia una ruta conjunta que resulte en un sistema integral de cuidados.
Para ese programa se incorporaron a varias instituciones: Secretaría de Salud, Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), Secretaría de Educación Pública (SEP), Petróleos Mexicanos (PEMEX), Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) y el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR).
Es importante destacar el papel de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, quien ha adoptado esta estrategia para fortalecer el sistema de cuidados en la capital. A través del trabajo coordinado entre el gobierno federal y local, se busca avanzar hacia un modelo más equitativo y sostenible, donde el cuidado deje de ser una responsabilidad exclusiva de las mujeres.
Hablar del cuidado es hablar de justicia social. Además, la lucha por su reconocimiento no es nueva, pero sigue siendo urgente. Tenemos que priorizar que el cuidado sea un derecho y no una carga exclusiva de las mujeres, ya que, debería ser una tarea que involucre a hombres y mujeres.
*Diputada del Congreso de la Ciudad de México
