En el artículo “500 años del asesinato de Cuauhtémoc”, publicado en el diario La Jornada, Pedro Salmerón Sanginés, historiador mexicano y excolaborador del presidente Andrés Manuel López Obrador, asegura que se conoce muy poco de la vida del último tlacahtecutli de México-Tenochtitlán, sobrino de Motecuhzoma (Moctezuma) y sucesor de Cuitláhuac.
En la oscuridad han quedado detalles como su lugar de nacimiento, el nombre de su madre, o los años que tenía, lo que no le resta que sea un símbolo de resistencia para el pueblo mexicano, y un personaje místico que se ha prestado a muchas malversaciones.
Según el artículo, los derechistas han asegurado que los diferentes pueblos que habitaban el territorio de lo que más adelante se llamaría México se alinearon con los españoles en una revolución conjunta contra los mexicas, sin embargo eso no es cierto, pues fueron las élites de esos pueblos los que se volvieron contras los mexicas.
Lo mismo había ocurrido poco más de 90 años antes con Azcapotzalco; lo mismo sucedió en Europa: los grandes señores italianos se aliaron con el rey Carlos para destruir temporalmente el poder del Papa, al mismo tiempo que se rebelaron contra el Estado italiano y acaeció algo similar al incendio y saqueo de Roma.
Pedro Salmerón explica que Cuauhtémoc terminó preso el 13 de agosto de 1521, año en el que el imperio mexica terminó derrumbándose. Además, por órdenes de Hernán Cortés, Cuauhtémoc y el último tlacahtecutli de Tlacopan, Tetlepanquetzal, fueron ahorcados en 1525, en Acalan, lo que hoy es Campeche.
Asimismo, Cortés ordenó el asesinato del profesor de Cuauhtémoc, el francisco Fray Juan de Tecto, el cual no es mencionado ni por Hernán Cortés en sus Cartas ni tampoco por Fray Bernal Díaz del Castillo en su Verdadera historia de la conquista de la Nueva España.
El autor recurre a varias fuentes históricas para estudiar el tema: la primera es de Fray Jerónimo de Mendieta, quien indica que el franciscano murió de hambre durante la incursión a Honduras; sin embargo, el Códice Vaticano, su segunda fuente, señala que al momento de la muerte, tanto de Cuauhtémoc como de Tetlepanquetzal, había otro hombre con hábito de franciscano.
Más tarde, la orden de San Francisco le ordenó a Fray Toribio de Benavente que buscara al fraile Juan de Tecto. Toribio de Benavente, Motolinía,lo encontró, pero también destacó que los restos de Cuauhtémoc se llevaron a su “natal” Ixcateopan, en donde éste les dio cristiana sepultura.
Sin embargo, tal hecho nadie lo sabía, excepto la gente del pueblo, aunque las cosas cambiaron en 1949 cuando la arqueóloga Eulalia Guzmán los buscó y desenterró.
En aquel momento, el gobierno del presidente Miguel Alemán, a cuyos funcionarios les gustaban los huesos para poder estrechar la ideología de su partido con la “mexicanidad”, negó que esos fueron los restos de Cuauhtémoc, es decir, se desconoció el hallazgo de la arqueóloga.
Es por ello que el autor invita a pensar sobre nuestro pasado indígena, a la vez que nos invita a una exposición en el Museo Regional de Cholula, Puebla, llamada “Cuauhtémoc inmortal”, la cual concluye el próximo 26 de enero.
Abraham Pensamiento





