Corcholatas y frentistas a la caza de emociones: ¿y después?
Principales

Corcholatas y frentistas a la caza de emociones: ¿y después?

Claudia Benassini Félix

Estamos en la recta final de los procesos para conocer a los dos candidatos o candidatas a la presidencia de la República, ahora denominados coordinadores de sus respectivas coaliciones. Tanto Morena y sus Corcholatas como el Frente Amplio por México han emprendido una batalla por posicionar a sus aspirantes en busca de las preferencias del electorado, que deberán plasmarse en sendas encuestas a realizarse en unos días. 

Todos los suspirantes  han emprendido maratones en redes sociales buscando ganar las simpatías de los usuarios, por si unos y otros son considerados para responder a las encuestas decisorias. Todos han optado por la espectacularización de sus recorridos para subirlos a Instagram, X (antes twitter) y Tik-Tok. Buscando equilibrar la situación y ayudar a sus favoritos, las desavenencias y defectos del enemigo a vencer han corrido por cuenta de los bandos opositores. 

El resultado: batallas campales que evidencian las emociones del electorado. El resto de este ensayo ofrece al lector una mirada sobre la construcción mediática de las emociones, diferentes a su circulación a través de los cuerpos individuales (WahlJorgensen, 2019). 

A la búsqueda de emociones

Para efectos de este ejercicio interesan las maneras como la arquitectura de las redes sociales contribuye a la construcción de las emociones y a las diversas formas de participación,marcando particulares interacciones: desde la expresión de las opiniones hasta compartir contenidos. Estos procesos pueden efectuarse en más de una plataforma, contribuyendo a la circulación de información y a la expresión de opiniones personales acompañadas de emociones, en contextos diferentes. Cabe destacar que las mismas emociones realizan distintos tipos de trabajo constructivo o disruptivo dependiendo de quién las articule y en qué contexto (Pacharissi, 2018; Wahl-Jorgense, 2018). 

Los recorridos efectuados por los perfiles de Corcholatas y frentistas en X, Instagram y Tik-Tok dan cuenta de la tendencia a circular los mismos contenidos, así como de la expresión de diversas emociones: desde el odio y la ira hasta la esperanza, la solidaridad y el afecto.

Siguiendo esta argumentación, exceptuando a Xóchitl Galvez, quién declaró su interés por la candidatura a raíz de sus diferencias con Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el resto de los suspirantes reconoce haber comenzado a difundir sus intereses en redes sociales desde tiempo atrás. El destape prematuro de las Corcholatas apresuró a la oposición, contribuyendo a que el tema se incorporase a las agendas de los usuarios de X y de ahí a otras redes sociales, con tendencia a la polarización y a la consecuente toma de partido. Las cámaras de eco no se hicieron esperar y, con ellas, las construcciones discursivas plagadas de emociones, orientadas a la anulación del opositor y ligadas al deseo de comunidad y pertenencia (Boler y Davis, 2021; Wahl-Jorgensen, 2019). 

¿A unos días de conocerse los resultados de ambas contiendas, hasta el momento las redes se han convertido en la arena para una lucha campal. El reemplazo morenista de la palabra “mitin” por “asamblea informativa” mantiene intactas las prácticas priistas del acarreo, el reparto de prebendas y el confeti, a los que se suman los rituales autóctonos, que a fuerza de repeticiones han sido despojados de su contexto original. Además de enfilar sus críticas contra los frentistas, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard han hecho públicas sus diferencias a lo largo de la geografía del país, que sirve como escenario para la producción de imágenes que se perpetuarán en las redes sociales.

Su estrategia contrasta con el aparente bajo perfil con que se han conducido Adán Augusto, quién ha reemplazado la voz por la música de fondo, Monreal, Velasco y un muy disminuido Fernández Norona quien aprovecha los estertores de su candidatura para despotricar contra lo que sea.

La polarización del ambiente da forma a los apoyos, vivas, miradas a futuro, rechazo y cuestionamientos por lo que no cumplieron en sus respectivos puestos. La constante se repite en todos los casos: son las emociones de los ausentes de las “asambleas”, dispuestos a expresarse virtualmente. 

En el otro bando los asesores han recomendado prudencia y mesura: no atacar a los de casa, pero -cada quién con su estilo personal- cuestionando la actual gestión presidencial. Al guión se han apegado un dócil Santiago Creel -¿en serio pensó que sería el elegido?-, un muy tibio Enrique de la Madrid -también se la creyó- y una estridente Xóchitl Gálvez, quien ha aprovechado todos los espacios para decir lo que piensa porque “al cabo ya saben cómo soy”. Esta última merece un comentario aparte: hizo público su interés por la presidencia hace un par de meses, ¿ya lo sabrían sus allegados?

En dos meses ha tejido una red que desde sus perfiles personales gestiona los hashtags #XochitlVa, #XochitlVa2024 y #XochitlGalvezPresidenta2024. Se diría que era la aspirante esperada por la oposición para levantar una contienda que de suyo se presentaba plana y previsible. En Xóchitl la mediación de las plataformas se ha traducido en emociones orientadas a la interacción social y a la consecuente movilización (Hillis, Paasonen y Petit, 2015; Poell, Rajagopolan y Kayada, 2018).

Esto no la exime de odios, la botarga, cuestionamientos a su desempeño durante el foxismo y a sus actividades empresariales: estas últimas aprovechadas para el inminente lanzamiento de sus friendship bracelets rumbo a la carrera presidencial. Tampoco de los acarreos a sus mítines y otras prácticas heredadas del priismo, a las que se añaden las bondades de la inteligencia artificial.

Emociones, plataformas y medios

Como ya se ha comentado, los estrategas de Corcholatas y frentistas han hecho de las redes sociales un privilegiado campo de batalla. Sus posicionamientos son rápidamente apropiados por los seguidores, vía la expresión de las emociones. Como siempre, queda la duda de si los suspirantes tienen un war room en el que se discuten los resultados de la jornada y se hacen los ajustes correspondientes para el día siguiente. 

A los seguidores parece no importarles quién redacta las narrativas que cotidianamente acompañan las fotos y videos que se suben a las redes, invitándolos a  expresar sus emociones. Tampoco reparan en la presencia de bots o de comentarios intrusivos, o si sus mensajes son respondidos por el suspirante. Está síntesis apretada de lo que sucede en las redes de los suspirantes es apenas una muestra de cómo se expresan e intercambian las emociones en la política y la consecuente conexión de los usuarios con estos asuntos. Se trata, en suma, de una energía que impulsa o neutraliza a los públicos conectados (Poell, Rajalopolan y Kavada, 2018; Papacharissi, 2015).

La mesa está puesta para que continúe la batalla campal: los estrategas de los suspirantes deberán prepararse para la defensa y el ataque. Deberán considerar, no obstante, que las emociones propician la polarización con el consecuente socavamiento y fragmentación del debate político. El resultado podría desembocar en múltiples discusiones, incluso entre participantes de ideas afines, como ya hemos atestiguado en campañas previas.

En estos procesos, no podemos perder de vista que la mediación sociotécnica de las plataformas de redes orienta la forma como se llevan a cabo los intercambios y las conexiones usuario-suspirante, suspirante-suspirante o usuario-usuario. Si bien su arquitectura no determina las prácticas sociales, sí da forma a cómo se desarrollan estas prácticas (Wahl-Jorgensen. 2019; Poell, Rajagopolan y Kavada, 2018). Recordemos, finalmente, que hasta ahora los suspirantes se disputan a los usuarios de las redes sociales en espera de su voto en las urnas dentro de once meses. *Profesora Investigadora, Facultad Mexicana de Arquitectura, Diseño y Comunicación, Universidad La Salle Ciudad de México

20 de septiembre de 2023