Mario A. Medina
Más allá del machismo, de la misoginia que prevalece en la sociedad mexicana, en el caso de la presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, estamos frente una guerra política-mediática contra la mandataria para orillarla a enfrentarse al expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Muchos políticos y articulistas a través de las empresas que producen información y análisis o en sus redes sociodigitales, desde que era la candidata presidencial, emprendieron una guerra en su contra para ningunear sus cartas credenciales con un propósito claro, de hacerla pasar como una “títere”, una “mujer manipulable”.
Después de su aplastante triunfo con cerca de 36 millones de votos frente a su opositora de la derecha, Xóchitl Gálvez, de distintas maneras, se pretendió regatearle que ella habría ganado por sus capacidades e inteligencia.
Se buscó descalificar a los ciudadanos que votó por ella, cuando se afirmaba que eran personas manejables, que vendieron su voto a favor de Claudia, por las “dádivas” de los programas sociales.
Una cosa es cierta hoy, la población está más y mejor informada, con más elementos de opinión que le permiten comparar entre el proyecto de la derecha y el de la Cuarta Transformación.
Una sociedad que ha sido bombardeada desde los medios convencionales que les sirvieron a los gobiernos neoliberales, y a cambio recibieron prebendas económicas (“apapachos” como dijo recientemente Héctor Aguilar Camín) y políticas; crearon una narrativa, tramposa y mentirosa contra un proyecto de gobierno con el que no empataban, como lo hicieron con la administración de AMLO.
Efectivamente, Claudia Sheinbaum “hizo historia” el martes 1 de octubre al tomar posesión como la primera presidenta de México quien llegó a Palacio Nacional con la confianza de cerca de 33 millones de mexicanos, y no necesariamente de quienes se les considera “adictos” a la 4T. También votaron por ella sectores considerados conservadores, porque se convencieron de que Xóchitl Gálvez era una “decepción”.
Durante toda la campaña, y aún antes, y en los meses que va de su gobierno, Claudia Sheinbaum ha enfrentado a representantes de intereses, fáciles de identificar: grupos de políticos y empresarios, ligados a los gobiernos neoliberales, de 1982 a 2018, y a las cúpulas empresariales. desde luego a Claudio X. González.
Entre ellos, el periodista Raymundo Riva Palacio quien, en diferentes momentos, en su columna, “Estrictamente Personal”, ha descalificado a Claudia y ha buscado orillarla para que rompa con López Obrador.
“La narrativa original de Sheinbaum ha sido rebasada por las posiciones del obradorismo, que la han visto débil e incapaz, como política y como equipo, para tomar el control y asumir el rol de mariscal de la gran batalla en la instauración del nuevo régimen”, ha señalado el periodista en sus textos.
Riva Palacio ha llegado a afirmar que la “guerra cultural” de Andrés Manuel López Obrador está de regreso, pero “a diferencia de su antecesor, no es la presidenta quien la encabeza, pues ella es apenas una ´generala´ de varios que se disputan el cargo de mariscal”. Ha buscado una y otra vez hacerla pasar como “insignificante”.
Contra ella, como señalaba al principio, se recurre al machismo y la misoginia: “Del presidente fuerte a la presidenta débil; Claudia Sheinbaum reina, pero no gobierna”, publicó Enrique Olivares en El Universal. “Claudia está contenta siendo vicepresidenta, ella no quiere ser presidenta”, llegó afirmar el perredista Guadalupe Acosta Naranjo.
Apenas este jueves (26 de diciembre), en la “Mañanera del pueblo”, Claudia Sheinbaum, volvió a reiterar: “…eso es lo que no han acabado de entender los opositores, tenían la idea de que al llegar al gobierno iba a romper con el presidente López Obrador; venimos del mismo movimiento, de la misma visión, luchando por lo menos 24 años juntos. ¿cómo vamos a romper con lo que creíamos?”
Ha acusado que se busca propalar la idea de que, a través de ella, López Obrador iba a gobernar el país. “Me dan risa”, les ha respondido, sin rodeo, directa, de manera inteligente, sin chocar, pero siendo clara a quién o a quiénes se refiere.
Igual se ha reído de las versiones que afirman que “desde Palacio Nacional” -sin dar “santo y seña”-, vulgarizan versiones de rompimientos, desencuentros y choques entre los cuatroteístas y que, Claudia, desde “La Chingada” recibe línea.
“¿Cuál es la fuente?”, les ha preguntado a sus detractores; silencio ha sido la respuesta de políticos, analistas y columnistas, que no ofrecen más que sus dichos. “Está divertido”, se ufana Sheinbaum.
También se ha dicho que el “choque” entre los coordinadores parlamentarios, Ricardo Monreal (Cámara de Diputados) y Adán Augusto López Hernández (Senado), es producto de la “incapacidad de control” de la presidentA Claudia Sheinbaum sobre sus huestes. ¿No será que, por el contrario, fue un episodio bien pensando, con mucho oficio político con el que se le mandó mensaje a uno de ellos; un “estate quieto”, “te tenemos fiscalizado”, ¿por aquello de las traiciones?
No descartamos que este 2025, esa misma guerra mediática y de intereses habrá de continuar.