Política

Claudia Sheinbaum y la generaciónque luchó en los ochenta

Ivonne Acuña Murillo

Con esa frase Claudia Sheinbaum Pardo reafirmó su papel en la historia de los movimientos sociales en México, estudiantiles principalmente pero no los únicos. La candidata a la presidencia de la República por la coalición “Sigamos Haciendo Historia”, formada por Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), es fiel representante de las y los jóvenes que en la década de los años ochenta soñaron con un país mejor: inclusivo, igualitario y justo, en el que todo mundo tuviera oportunidades para salir adelante. Y no solamente porque forma parte de un movimiento social que por primera vez en la historia de México ha visto llegar a la silla presidencial a su fundador y líder, sino porque ella misma está a punto de convertirse en la continuadora de un proyecto largamente acariciado, la Cuarta Transformación (4T). Cuando el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), destapó a sus “corcholatas”, a la mitad de su sexenio, la pregunta que rondaba columnas y mesas de análisis era por quién se decantarían él, Morena y el lopezobradorismo. ¿Sería Marcelo Ebrard Claudia Sheinbaum y la generación que luchó en los ochenta Ivonne Acuña Murillo* Casaubón, Ricardo Monreal Ávila, Claudia Sheinbaum? ¿Quién representaría mejor el nuevo proyecto de país? Las apuestas corrían hacía uno y otro lado. Para algunos la decisión estaba entre Ebrard y Monreal. ¿Una mujer en la presidencia? Ni pensarlo. Poco a poco todas las señales apuntaban hacia ella, la alumna más fiel y auténtica del maestro. Ni Marcelo ni Ricardo aseguraban la continuidad pues había evidencia de que ambos tenían sus propios proyectos, compromisos e intereses. Y no es que Claudia no los tenga, pero ha dado testimonio de ir en la misma dirección que AMLO. Por principio, sus historias se parecen. En ambos casos, el compromiso con diversas causas sociales les ha marcado el rumbo de la militancia, la protesta y la lucha. Conocida es la biografía de López Obrador y sus inicios al lado de comunidades indígenas chontales, como funcionario y delegado estatal del Instituto Nacional Indigenista (INI). A principios de 1983 fue nombrado presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, cargo al que renunció en noviembre del mismo año por conflictos con algunos sectores del partido, debido a sus intenciones de formar comités de base para transparentar el ejercicio presupuestal de las alcaldías. Cinco años después, en 1988, abandonó el partido en que se formó para tomar otro rumbo: el del Frente Democrático Nacional (FDN), fundado por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, que más tarde se convertiría en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), del que fue presidente nacional, con el que ganó la jefatura del gobierno del Distrito Federal (DF) hoy Ciudad de México (CDMX), y por el que compitió dos veces, en 2006 y 2012, por la Presidencia de la República, antes de formar su propio partido. Lo demás ya es historia. Claudia Sheinbaum, por su parte, creció en una familia comprometida con las demandas de las mayorías. Su madre, Annie Pardo, siendo docente del Instituto Politécnico Nacional, participó de las protestas estudiantiles de los movimientos de 1968 y 1971, como ella misma ha referido. Esto es, Claudia no aprendió la lucha en los libros de historia sino en su propia casa, en contacto con líderes estudiantiles, luchadores sociales, ideas revolucionarias, debates familiares sobre política, a mañana, tarde y noche. No había mucho que pensar, la ruta estaba marcada. Como refiere Antonio Santos, su compañero en el Consejo Estudiantil Universitario (CEU 1986-1987), citado por el periodista Arturo Cano en su libro Claudia Sheinbaum: Presidenta, publicado por Grijalbo en julio de 2023, muchas fueron las luchas en las que Claudia decidió participar: la huelga de hambre encabezada por Rosario Ibarra de Piedra, defensora de los derechos humanos, la democracia y la paz, fundadora del Comité ¡Eureka!, a partir del cual inició una incansable búsqueda de personas desaparecidas durante el régimen de Luis Echeverría Álvarez y gobiernos siguientes, especialmente de su hijo Jesús Piedra Ibarra, desaparecido a manos del gobierno en 1974 y al que murió sin encontrar. En los boteos para apoyar la lucha de la Coalición Obrera, Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI) contra el fraude electoral en Juchitán, Oaxaca; en apoyo a los huelguistas de la refresquera Pascual, quienes en 1982 iniciaron un paro general por la negativa del dueño de la refresquera, Rafael Jiménez, de otorgar un aumento salarial y el reparto de utilidades atrasado; en solidaridad con la huelga del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUAM) y luego en el movimiento por el alargamiento del semestre; en el Paro Cívico Nacional de 1983, al que convocaron las organizaciones agrupadas en la Asamblea Nacional Obrera Campesina  y Popular (ANOCP) y que logró movilizar a un número importante de organizaciones en 95 ciudades y localidades en 27 estados de la República, que salieron a bloquear calles y avenidas, a manifestar su descontento y problemáticas sociales después de 3 años de recesión económica. Como se puede observar, no había batalla que no la llamara. Pero una en particular hace referencia a su generación, la estudiantil. Primero, en 1977, como estudiante del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), plantel sur, se unió al movimiento de estudiantes rechazados que no obtenían un lugar en las prepas y universidades públicas. Ya en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como integrante y líder del CEU, creado en 1986 con la intención de evitar la aprobación de una serie de reformas propuestas por el entonces rector, Jorge Carpizo McGregor, que atentaban contra la gratuidad en la UNAM. De acuerdo con Carpizo, la UNAM tenía 30 problemas, entre ellos: bajo nivel académico desde el ingreso al bachillerato; baja eficiencia al terminar; escaso porcentaje de titulación; alta deserción en el posgrado; saturación de la capacidad instalada; alto costo económico por alumno en los tres niveles; escasa orientación vocacional; servicio social poco efectivo; sin correspondencia entre planes de estudio y la realidad del país; ausentismo del personal académico; nulo seguimiento de la actividad del personal académico; contratación innecesaria de académicos por presiones políticas; servicios educativos anacrónicos; salarios exiguos del personal académico, así como cobros sin devengar; nula planeación de la capacidad instalada; incumplimiento, ausentismo e interrupción de labores por parte del personal administrativo. Parte del supuesto problema detectado por el entonces rector tenía que ver con la gratuidad de la educación y bajo costo de los servicios ofrecidos por la máxima casa de estudios. En este sentido, las reformas propuestas suponían elevar no sólo el nivel de exigencia académica, modificando las reglas de ingreso y permanencia, estableciendo promedios mínimos de calificación para tener derecho al pase automático del bachillerato a la licenciatura y un tiempo máximo para ser considerado alumno regular y acabar así con los llamados fósiles, sino las cuotas de recuperación. Es en este punto, que miles de estudiantes respondieron a los cuestionamientos hechos por Imanol Ordorika, consejero universitario estudiante de la Facultad de Ciencias, y Antonio Santos, consejero universitario estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras, cuyo testimonio en torno a Claudia fue recogido por Cano, quienes hablaron de la gravedad de esa reforma. Cinco meses duró el movimiento que logró detener, aunque sólo fuera por un tiempo, los cambios planteados por Carpizo. Esta es la generación a la que pertenece Sheinbaum y de la que forman parte también, Martí Batres, actual jefe de Gobierno de la CDMX; Lenia Batres, hermana del anterior, y ahora ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; Ulises Lara López, mano derecha de Ernestina Godoy, actualmente fiscal interino de la CDMX, entre otros. La que levantó la voz, la que defendió la gratuidad de la educación, la que defendió el derecho a la educación, la que defendió los derechos de las y los trabajadores, la que se atrevió a soñar con un México para todas y todos, la que ocupará la silla presidencial el 1 de octubre.

6 de mayo de 2024