Para leer a Armand Mattelart
Colaboradores, Comunicación, Literatura, Sociales, Telecomunicaciones

Para leer a Armand Mattelart

Tanius Karam*

En los primeros días de noviembre, el campo de la comunicación se fue enterando del deceso del conocido autor Armand Mattelart (1936- 2025), quien falleció la mañana del 31 de octubre en París, donde vivió la mayor parte de su vida. Al parecer, había tenido un año difícil de hospitalizaciones, lo que hizo que su cuerpo debilitado ya no resistiera la infección pulmonar.

Nace en Lieja, Bélgica, el 8 de enero de 1936. Su infancia la vive en el ambiente de la Segunda Guerra Mundial. Estudia en un colegio religioso, adquiere conciencia del fenómeno misionero y de los movimientos de la juventud católica vinculados a los problemas de los países pobres. Viaja a Bretaña para unirse a una comunidad de monjes seculares, que deja un año después para regresar a Bélgica y estudiar en Lovaina, donde cursa derecho y ciencia política. Luego se traslada a París, donde estudia en el Instituto de Estudios Demográficos, que funda Alfred Sauvy, creador del concepto “tercer mundo”.

En 1962, se traslada a Chile, destino que elige por su estabilidad y su estructura académica, pero allí se rebela contra los modelos de planificación familiar aplicados por fundaciones como Ford o Rockefeller, desde ahí comienza a reflexionar sobre las estrategias de comunicación para difundir la innovación. En los sesenta hierven los movimientos estudiantiles. Mattelart abandona el movimiento de las juventudes católicas de Chile; ve la manera en cómo la prensa chilena, durante el gobierno de Frei, manipula la información.

Mattelart desarrolla su primer estudio en comunicación centrado en el discurso en la prensa de la capital chilena. En los Cuadernos de la Realidad Nacional aborda diferentes aproximaciones a la comunicación en torno a la cultura de masas.

Luego del golpe militar de Augusto Pinochet, regresa a Francia donde colabora con la UNESCO en el periodo del Informe McBride. Una década después, en el periodo de Mitterrand, puede finalmente residir en París VIII (Vincennes–Saint-Denis), desde donde tendrá una trayectoria inmensa en el mundo iberoamericano.

Cinco etapas

Si bien resulta difícil establecer cortes fuertes en su obra, que dentro de lo que cabe fue homogénea y constante en sus temáticas, orientaciones y raigambre dentro de la sociología crítica, no resulta exagerado ubicar a este autor no sólo como un reconocido founding father de la región —lo que no deja de resultar paradójico, ya que vivió la mayor parte de su vida en Europa—, sino también por su preocupación mediática, anti-imperialista y muy sensible a las relaciones entre capitalismo-podercomunicación.

En su primera etapa, que podría llamarse “latinoamericana” (los 60 – los 70), el teórico se involucra en estudios sobre dependencia, ideología y crítica. Hay una fuerte crítica contra la cultura de masas; analiza los medios como aparatos ideológicos del capitalismo y del neocolonialismo cultural, en diálogo con la Teoría de la Dependencia y el marxismo latinoamericano. La bibliografía de esta etapa es abundantísima, de la cual se pueden citar Los medios de comunicación de masas. La ideología de la prensa liberal (con Michèle M. y M.Piccini, 1970); Agresión desde el espacio… (1972), La comunicación masiva en el proceso de liberación (1973).

Pero la más problemática de todas ellas, durante esta primera etapa es Para leer al Pato Donald (con A. Dorfman), publicada en Valparaíso (1972), que lo catapulta como divulgador y best-sellerista en comunicación. El subtítulo es igualmente claro: Comunicación de masas y colonialismo. Sus autores plantean que las historietas de Disney no son simples entretenimientos infantiles, sino textos políticos, cargados de una ideología que reproduce las relaciones de dominación económica y cultural del capitalismo norteamericano.

Los autores analizan cómo, a través de los personajes y tramas aparentemente inocentes, Disney transmite valores de consumo, individualismo, competencia, desigualdad y racismo. De esta manera, algunos ejes narrativos son el “imperialismo cultural” donde se prueba cómo en las historietas se da la supuesta existencia de un mundo sin trabajo ni clases sociales, donde las jerarquías están naturalizadas (ricos como Tío Rico/Mac Pato; pobres como Donald). América Latina aparece como “territorio exótico” o “mercado” para la aventura del héroe norteamericano.

La segunda etapa la podemos señalar como crítica del imperialismo cultural y la industria global de medios (los 70 – los 80), y de ella rescatamos el examen a los flujos internacionales de comunicación. El autor acusa cómo se va dando un desplazamiento de la cultura local a la estructura global de la información, mostrando cómo los flujos comunicacionales reproducen asimetrías centro-periferia. Mattelart insiste en desmontar la narrativa del “libre flujo de la información”, lo que supone una fuerte crítica a la idea liberal de que la circulación informativa es neutral, demostrando su dimensión geopolítica y estratégica.

En plena transición, de la primera a la segunda etapa, podemos citar Multinacionales y sistemas de comunicación (1973), publicado tras su exilio a Francia, donde estudia cómo los flujos de información, publicidad y entretenimiento consolidan un sistema mundial de dominación cultural. Mattelart fue pionero en denunciar la concentración mediática y la dependencia informativa. La importancia de este libro es constituir un puente entre su etapa latinoamericana y su enfoque posterior de “geopolítica de la comunicación”. En 1976 publica La cultura como empresa multinacional, donde sostiene que la cultura ha pasado a funcionar bajo una lógica empresarial, donde los bienes simbólicos se mercantilizan como productos industriales.

La tercera etapa corresponde a la historia crítica de la comunicación y genealogía de conceptos (los 80 – los 90), donde vemos una preocupación por hacer una historia del campo académico y pensamiento comunicacional donde identifica rupturas, continuidades y “mitologías” del campo.

De esta época podemos citar La comunicación-mundo. Historia de las ideas y de las estrategias (1993), donde hace una síntesis de dos décadas de investigación. En 1994 aparece La invención de la comunicación que complementa el anterior y en el que prosigue la exploración y desnaturaliza la idea de comunicación, la que muestra ligada a proyectos de orden, gobernabilidad y control social.

Pero quizá la obra de más difusión de la década sea Historia de las teorías de la comunicación (con Michèle M., 1997), donde revisa por primera vez, el conjunto extenso de enfoques, escuelas, tradiciones y teorías que los autores consideran en la comunicología occidental.

La cuarta etapa puede denominarse como de las reflexiones sobre globalización, políticas de comunicación y neoliberalismo informacional (los 90 – los 2000), época en la que examina cómo el capitalismo global reorganiza los flujos informativos, las cadenas culturales, las tecnologías y las lógicas de mercado. Hace una fuerte crítica al capitalismo de redes a través de identificar el rol estratégico de telecomunicaciones, software, satélites y corporaciones globales en la nueva economía informacional.

De sus obras en esta época podemos mencionar La mundialización de la comunicación (1998) donde analiza los efectos de la globalización sobre los sistemas de comunicación, en plena era neoliberal. El autor propone una mirada geopolítica y cultural del nuevo orden informativo y traslada en parte una reflexión de los años 70 al contexto global de los últimos años del siglo pasado.

También puede citarse Historia de la utopía planetaria. De la ciudad profética a la sociedad global (1999), obra de madurez, la cual conecta su pensamiento sobre comunicación con la historia de las ideas políticas; como reza el título examina las utopías de comunicación universal, desde los proyectos misioneros, coloniales y tecnocráticos, hasta las promesas de Internet.

Finalmente la época de la vigilancia, control y seguridad global (los 2000 – los 2020) donde estudia el concepto ampliado de vigilancia que no se limita al espionaje estatal; incluye corporaciones, plataformas digitales, bancos de datos, algoritmos y sistemas de seguimiento global. Muestra cómo el paradigma post-11 de septiembre convierte la información en un dispositivo de control social, policial y militar, y analiza la contradicción entre discursos de apertura/“freedom” y prácticas de vigilancia masiva.

Dentro de las obras de esta época podemos mencionar La información y la comunicación en el corazón de las crisis (2007, con Michèle M.), libro menos conocido pero muy influyente en los debates sobre la crisis del capitalismo informacional. En este texto analiza cómo los medios y las tecnologías de comunicación se vuelven mecanismos de gestión de crisis políticas y financieras.

Anticipa las tensiones entre neoliberalismo, vigilancia y control social. Y este libro permite conectar con sus últimas obras sobre vigilancia y globalización digital; prepara el terreno para Un mundo vigilado (2009) que parece ser de sus obras más citadas en el presente siglo. En esta obra aborda la expansión de los sistemas de vigilancia y control tras el 11-S, en la era de Internet y la seguridad global.

También denuncia la transformación de la comunicación en un dispositivo de supervisión permanente. Propone la noción de “sociedad de la vigilancia planetaria”, en la que convergen Estado, empresas y tecnologías. Aquí cierra su trayectoria intelectual: del análisis de la cultura como vehículo de dominación (Disney) pasa al estudio de las redes digitales como infraestructura del poder global.

En resumen, de las contribuciones de Mattelart a los estudios de comunicación podemos decir que en primer lugar “historiciza el campo”, pero nunca olvida “politizar a la comunicación” a través de señalar la dupla medio-poder. A su manera Mattelart intenta integrar teoría y praxis: mantiene un compromiso constante con los procesos de transformación social y con la democratización del conocimiento. Finalmente, siempre fiel a una tradición crítica, el autor la actualizó en la era digital donde prosigue el estudio del imperialismo cultural, la vigilancia informacional y la economía de datos.

Para leer las críticas

Dentro de las críticas que se hicieron a este autor está la excesiva dependencia del marco marxista– estructural en su etapa latinoamericana. Se le acusa de haber leído los productos culturales (como Disney) únicamente desde la óptica de la ideología, el imperialismo y la dominación, sacrificando dimensiones estéticas, simbólicas o prácticas de recepción.

Por ejemplo respecto a Para leer al Pato Donald algunas críticas provinieron de la misma izquierda como la simplificación ideológica en el sentido que la lectura de los productos culturales era demasiado unidireccional, suponiendo que el mensaje ideológico se transmite de forma transparente y que los receptores son pasivos.

También se le reprochó a este libro mezclar intuición literaria con análisis ideológico sin una metodología clara de lectura, apoyándose más en la denuncia que en la demostración sistemática. Es cierto que el propio Dorfman, años más tarde, reconoció que el libro respondía a un momento de urgencia política, y que hoy lo releería con matices. Mattelart, en cambio, lo integró en una trayectoria más amplia sobre las estrategias globales de comunicación, donde el análisis se hace más complejo y estructural.

Otro elemento es una visión de la comunicación es históricamente útil, pero a veces demasiado totalizante o macro-estructural. De manera particular en La comunicación-mundo o La invención de la comunicación, Mattelart es acusado de hacer grandes relatos históricos que pueden simplificar procesos y generar una narrativa demasiado abarcadora, que deja poco espacio para comprender otro tipo de fenómenos que no siempre responden a una lógica mecánica o tan determinista como la quiere ver.

Además, presenta una visión muy monolítica del poder como si este actuara de manera conjunta, integrada y coordinada, sin atisbar las contradicciones y matices internos que puede presentar.

Por último, dentro de sus trabajos sobre globalización y redes, a veces se percibe escasa consideración de la dimensión tecnológica específica. Sus obras sobre globalización y neoliberalismo informacional son potentes en análisis político, pero mucho menos ricas en análisis técnico de las tecnologías (Internet, redes digitales, ingeniería de datos). Es decir, que se puede conceder lecturas sociopolíticas muy fuertes, pero menos detalladas sobre las infraestructuras; además no hay discusión técnica sobre protocolos, diseño de plataformas, materialidad de redes, y comparado con otros estudios sobre infraestructura, su visión es siempre más política que propiamente tecnológica o cultural.

No obstante lo anterior el legado de Mattelart es fundamental, y no resulta exagerado señalar que constituye una especie de centro total de las preocupaciones más socio-políticas que históricamente ha tenido la comunicología institucional. Su obra es quizá de las más extensas de los llamados founding fathers del pensamiento en la región, y su posición como europeo le permitió abrazar el arco de las conversaciones en toda Iberoamérica dándole una proyección que pocos autores, si le concedemos una impronta latinoamericana, han tenido.

*Catedrático de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y de la Universidad Anáhuac México Norte. Libro más reciente: Violencia y narcotráfico.

2 de diciembre de 2025

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